XXXV Ahora (II)

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El viento parecía querer llevarse el mundo. Varios árboles se habían caído y las sirenas caminaban viento en contra. El viento empujaba fuerte sus mantas hacia sus caras.

Manuela dirigió un grupo por la primera ventana que se veía desde el pasillo. Se pararon sobre la base y comenzaron a trepar. Entrarían por la habitación de Cuspedo y Celia.

Mientras tanto, Rumpelstiltskin llevaba a un grupo por la puerta principal. Antes de entrar hizo aparecer una manta igual a la que llevaban las sirenas. La colocó como ellas y puso la mano sobre el picaporte.

Por su parte, la reina Rodolfa que no paraba de preocuparse por Vita y las sirenas desaparecidas, dirigió al resto de las sirenas por la ventana que se encontraba del otra lado de la puerta.

Mientras trepaban, una sirena flaca, castaña, de pelo lacio llamada Nazarena le susurró a Manuela.

-¿En serio crees que se asustarán? ¿Por qué directamente no los matamos? Haciendo esto perderemos la vida.

-Lo sé, tampoco me parece muy seguro a mí.- Dijo suavemente Manuela.- Pero por algo el Darkone y la reina lo decidieron así. Tú sólo confía en ellos.

-Trataré- Dijo Nazarena sin convencerse.

Cuando llegaron a la habitación Cuspedo y Celia dormían. Manuela entró. Se posó al lado de Cuspedo y empezó a hacer sonidos temblorosos. Cuando este vio algo azul moviéndose despertó a su esposa y salió corriendo. Celia lo siguió. Las sirenas los hicieron dirigir hasta la sala principal y se escondieron.

Rumpelstiltskin fue en busca del rey.

-¿Seguro que es una buena idea?- Preguntó Úrsula.

-Sígueme y no hables- Indicó el Darkone.

El rey estaba leyendo en su habitación cuando empezó a ver cosas azules moverse. Cuando entraron a su habitación salió corriendo. Fue dirigido a la habitación general donde encontró a su hijo y a su nuera.

Rumpelstiltskin buscó en otras habitaciones para ver si encontraba a Gaspar o a Intholme. Pero solo encontró a Belle durmiendo plácidamente en su cama. El Darkone decidió no molestarla ya que no le era necesaria su muerte. O esa excusa puso en su mente.

La reina trepó junto a varias sirenas. Al llegar a la ventana vieron cinco hechiceros azules durmiendo. Para cada mago, una sirena se le posó al lado.

Pero al despertar, Ferdinand no se sintió asustado. Congeló a una sirena señalándola y al hacer un chasquido con los dedos, el hielo se rompió, cayendo en pedazos el cuerpo congelado.

Una sirena mordió el cuello de un hechicero quitándole la vida, pero Ferdinand repitió su "ritual del hielo" con esta sirena.

Las demás, asustadas escaparon por la ventana.

-Vamos al techo.- Dijo Rodolfa.

Una vez arriba, en el techo de castillo, se asomaron a ver la situación en la sala principal.

-Están ahí. Y esa es la lámpara que les tendría que hacer caer Dexter.-Dijo una sirena señalando a Cuspedo, al rey y a Celia y a una lámpara muy grande que cubría toda la sala y estaba sobre sus cabezas.- Ya tendría que estar aquí.

-Oh mira, allá va- Dijo la reina- se dirige al castillo de Rumpelstiltskin con una muchacha. Sabía que no podíamos confiar en él.

-¿Acaso no es Lumen? –Dijo una. – La novia de Vince.

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Dexter tocó la puerta. Lumen abrió.

-¿Qué haces aquí?-Preguntó ella.

-Quería verte.

-¿Querías verme? ¿O Rumpelstiltskin quería que me vieras?

-Lumen. ¿Qué estás diciendo? Yo vine acá solo porque quiero pasar tiempo contigo. Además ¿Por qué Rumple querría que te viera?

-Rumple, ¡aw, más tierno! No lo sé, quizás alguna sirena se lo haya pedido, quizás quiera tenerte de intruso con la gente del rey.

-¿Piensas acercarte al rey?

-No lo sé, ellos quieren muerto al Darkone tanto como yo. Y también buscan acabar con las sirenas.

-Lumen, yo vine acá porque realmente me gustas. Es todo. Y renunciaría a todo por ti.

-¿Lo harías, Dexter? Porque la verdad es que no te creo. Mira, me pareces muy atractivo y me encantaría estar contigo, pero no sabré nunca para quien juegas.

-Rumpelstiltskin me está esperando para que mate al rey y a su familia. Y me quedaré aquí contigo.

-No quiero sonar paranoica pero no tengo la más mínima idea si realmente te pidió eso o solo lo dices para convencerme. Haremos lo siguiente: ahora mismo iremos a buscar su daga juntos. Me ayudarás a matarlo. Me ayudarás a ser una Darkone.

Se dirigían al castillo del Darkone a buscar la daga cuando las sirenas los vieron.

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-Tendré que hacerlo yo.-Dijo la reina.

-¿Por dónde irás?-Preguntó una.

-Ya lo resolveré a eso, entren por la puerta y controlen todo.-Dijo la reina.

Rodolfa empezó a bajar del techo hasta que encontró una ventana que daba al salón principal. Se quitó su capa e ingresó. Vio que Cuspedo, Celia y el rey ya no tenían miedo y estaban listos para atacar a lo que vieran. Silenciosamente se colgó del palo que sostenía la cortina y Avanzó agarrándose de éste.

No vio otra alternativa que subirse a la lámpara. Esquivo las velas evitando quemarse. Celia notó el movimiento de la lámpara y se lo hizo saber a Cuspedo. La reina ya no tenía visto hacia abajo y desprendió el artefacto del techo. Salto hacia fuera de la sala para no lastimarse. Al caer se golpeó sin grandes daños. Pudo ver a Cuspedo y su familia corriendo. La lámpara cayó sin lastimar a nadie.

Los hechiceros azules no tardaron en aparecer.

Rumpelstiltskin sabía que si empezaban a hacer hechizos, todas las sirenas morirían.

-Arcastan- Gritó empujando el aire con su mano en dirección a los hechiceros.

Los hechiceros quedaron en un rincón. Rumpelstiltskin creó un hechizo de protección sabiendo que uniendo las fuerzas de todos en poco tiempo lo romperían.

Corrió junto a las sirenas. Esperó en la puerta a que salgan todas, pero un un momento las sirenas dejaron de salir. El Darkone se asomó y vio más de veinte sirenas congeladas. Ferdinand lo miró a los ojos mientras hacía chasquear sus dedos. Los cuerpos de las sirenas se deshicieron golpeando el hielo contra el piso.


RumpelstiltskinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora