Narro yo.
La luna estaba en lo más alto del cielo. Dark observó su reloj, sólo faltaban treinta minutos para que sean las doce de la noche. Miraba todo su alrededor, tenía una gran vista; qué mejor lugar que en el techo de una casa de tres pisos. Lo único que alumbraba las solitarias calles eran los postes de luz y unos cuantos focos que tenía una que otra casa.
Ya era hora para volver a ser una mujer libre, y sabía que la única forma de cumplir aquel deseo era deshacerse de aquel hombre sin escrúpulos que solamente la utilizó. De un pequeño bolso sacó una hoja, era una lista que hizo; muy normal en ella. Se sentó sobre el tejado y empezó a revisar detenidamente el papel. Ahí se encontraba cada paso que deberá realizar para llegar hasta la oficina de Sombra, lugar donde antes entraba y salía sin ningún problema. Llegar hasta allá no será nada fácil ahora que está fugada, quizá no haya mucha seguridad en la guarida, pero al menos Sombra ha de tener dos hombres fuertemente armados en la puerta de su oficina a la espera de que algún peligro se presente.
Repasó por última vez la hoja para finalmente volver a meterla en el bolso.
-Veinte minutos para las doce. -Dijo.
A esa hora la seguridad en la guarida es escasa, puesto a que casi la mitad de los peones de Sombra se dirigen a museos, joyerías, bancos, casas de empeño, etc. a robar lo que Sombra mandó. Pero lo que más la beneficia, es que en pocos minutos ya será domingo, día en el que más robos se efectúan, desde que empieza hasta que finaliza el día, y que la gran mayoría de policías y agentes tienen su día libre.
Decidió volver a la tierra, tapó su cabeza con una capucha, vestía completamente de negro. Sólo le tomaba menos de cinco minutos para llegar a su destino. Bueno, en este caso serán ocho, ya que en el camino se estará escabullendo entre las sombras para que ninguno de sus colegas (que se estarán dirigiendo a realizar su "trabajo") la lleguen a ver y vayan a darle la noticia a Sombra de que Dark Star está cerca de la guarida.
Dark salía de un callejón para ir a una calle completamente oscura e inhóspita, ni siquiera un alma estaba presente.
Un auto que estaba parqueado en la misma vereda en la que caminaba Dark enciende sus luces. Ella agacha su cabeza al tenerlo al frente suyo.
Su corazón empieza a latir con fuerza al darse cuenta que el transporte pertenece a la Organización contra el robo y venta ilegal de diamantes. En ese momento se arrepintió de haber tomado esa calle.
El motor del carro empieza a sonar, su paso se acelera. Pasa al lado de éste, ni siquiera se dignó a mirar a la ventana por el miedo de que la persona que estaba adentro la vea sospechosa. El transporte no se movía, Dark se sintió un poco aliviada al dejar el auto atrás. Pero eso aún no acababa. El rechinar de las llantas que aceleraron con fuerza la alertan. Empezó a andar... Ella volteó su cabeza y empieza a correr al darse cuenta que el carro, o mas bien, la persona que estaba en el volante tenía la intención de atropellarla.
Dark se tira a un lado de la vereda al tener esa máquina de cuatro llantas a pocos centímetros cerca de ella. Tirada en el suelo, el auto se detiene a su lado.
La puerta del copiloto es abierta. Con su respiración agitada, gira su mirada hacia el interior del auto.
-Sube. -Le dijo cortante el conductor.
-A-Agente... Spitfire. -Tartamudeó ante tal sorpresa.
-Sube. -Repitió, esta vez con notable exigencia.
Ella enseguida iba llevar su mano hacia el bolsillo de su pantalón para sacar un arma. El sonido de un gatillo la detuvo.
-Más te vale que no te opongas... o morirás, y esta vez será definitivamente. -Le dijo, apuntandola con un arma. -Y tampoco se te ocurra correr. Una bala es mucho más rápida que tú.
Dark lentamente alejó su mano del bolsillo. Correr era inútil, así que no tuvo otra opción que obecer a la exigencia de la agente... Al parecer su plan se fue a la basura.
-No creas que me rendire fácilmente. -Dijo Dark a la defensiva. -Haré lo posible para no llegar a estar detrás de unos fierros.
Spitfire sonríe de lado sin dejar de apuntarla. -¿Acaso crees que te llevaré a la organización?
-¿Qué?
Rió. Movió su cabeza de un lado a otro para luego acelerar.
Dark estaba confundida, si no la llevará a la organización para que la apresen, entonces ¿A dónde la lleva?
Miraba a través de la ventana, se inquietó al ver lo conocido que se le hacía el recorrido... Sabía muy bien a que lugar llevaba el camino.
-¿Por qué tan nerviosa? ¿Acaso conoces este recorrido?
No sabía que responderle. Sólo se la quedó viendo.
-Supongo que es un sí como respuesta... ¿Sabes? Tengo algo muy interesante para ti.
La agente agarró su celular, marcó varios números para luego llevar el aparato a su oreja.
-... ¿Sentry? -Dark abrió sus ojos hasta más no poder, ¿Qué se traía en manos esa mujer? -Como siempre, hablandome con indiferencia. -Spitfire rodeó los ojos. -Bueno, eso no viene al caso... Revisa tu correo, ahí encontrarás una dirección. Quiero que vayas a ese lugar en este mismo instante... ¿Para qué? -Miró a Dark con una enorme sonrisa de malicia. -juré sacar del camino a la maldita de Dark, y hoy la volverás a perder y esta vez para siempre... Te llevarás una gran sorpresa, eso te lo aseguro... ¡Ah! Más te vale ir solo. Nadie que sea de la organización se debe enterar, ni mucho menos Celestia. Si no me obedeces, lo primero que verás al llegar, es a tu mujer muerta. Aunque, de que morirá Dark, morirá. La diferencia es que no podrás ver como dará su último aliento... ¡Muy tarde, Flash! -Gritó, tratando de no llorar. -¡Es ella o yo!
Dicho eso, colgó para luego tirar el celular con ira.
La respiración de Dark se empezó a acelerar. No sólo porque estaba a pocos minutos de ser asesinada por Spitfire, sino también porque al frente de ellas, se encontraba la guarida de Sombra.
-¿Có-Cómo...?
-¿Qué cómo sé de este lugar? -La interrumpió. -Ya lo verás...
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Una vida que no logro recordar
FanfictionDark Star, es una de las ladronas más buscadas en toda la ciudad de Canterlot, pero no es una ladrona cualquiera, ni roba cualquier cosa, sino es una ladrona de diamantes. Trabaja para el jefe Sombra, un hombre sin escrúpulos que no le importa la vi...