Capítulo # 35

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Narro yo.

Una chica de catorce años estaba sentada en el enorme asiento que le pertenecía a aquel hombre que la miraba con pena (que de por sí era fingida), pero que a la vez llevaba una mirada que producía miedo... Pero, aparte de aquel semblante rígido, lo que también le producía temor era aquella oficina oscura, con un ambiente muy tenso; nada agradable para ella.

-¿M-Mi papá... murió? -Preguntó con un hilo de voz.

-Como escuchaste... pequeña Trixie. -Le respondió. -Tu padre falleció.

Trixie se mordió el labio inferior tratando de no soltar un sollozo, llevaba su mirada baja. Apretaba con fuerza los bordes de su falda. No quería llorar, no quería mostrarse débil, pues se consideraba una persona fuerte de sentimientos; su padre fue responsable de que ella actuara de esa forma, aquel hombre quería que sus hijas sean fuertes, que no terminen engañadas fácilmente. Pero ahora, que ya está muerto, no sabía realmente como reaccionar. Le dolía, acabó de perder a la única persona que velaba por ella... Hace varios años perdió a su madre, y ahora a su padre.

Aquel hombre siniestro mostró una pequeña sonrisa, disfrutando el sufrimiento de Trixie.

-Y... ¿Sunset?

-Ella... también fue víctima de la muerte.

Aquellas palabras bastaron para que Trixie rompiera en llanto. Ella negaba, no quería creer, deseaba que esto fuera una pesadilla... ¿Por qué no ella? Estuvo en aquel accidente, debía también estar muerta, no con vendas en su cara, y estando en una oficina oscura con un completo desconocido que le producía miedo.

-Quiero ir a casa. -Susurró.

-¿Ir a casa? ¿Para qué ir allá? ¿Quién te recibirá? -Preguntó con voz arrogante. Trixie no sabía que responder ante esas preguntas. Se encogió de hombros. -Cuidaré de ti. -Dijo sin más.

-¿Qué? -Abrió sus ojos cristalinos peor que platos. -Pero...

-Le prometí a mi gran amigo cuidar a su hija... No tienes a nadie, querida Trixie.

-Pero yo no quiero...

-No tienes opción. -La interrumpió. -Ahora tú estás bajo mi cuidado.

Trixie secó sus lagrimas de inmediato. Al menos tiene a alguien que cuidará de ella ahora que está completamente sola, pero eso no cesaba el miedo que le tenía a aquel hombre, Sombra; su mirada le daba mucha inseguridad.

Sombra le mostró una sonrisa confiable, pero en su interior reía maquiavélicamemte por su reciente logro. Sin embargo, su objetivo era otro, sólo quiere recuperar aquellos diamantes del cuál estaba muy seguro que el señor Lullamoon los tiene escondidos. Sabía que matarlo era una mala idea, una vez muerto pierde más posibilidades de recuperar aquellas piedras, pero la rivalidad que había entre ellos dos llegó al punto en el que sólo uno tenía que vivir. Y Sombra no perdió el tiempo en salvar su vida. No sólo quería hacer desaparecer a su rival, también quería hacerlo con sus dos hijas, a las única a quien él amaba. Pero milagrosamente las dos chicas sobrevivieron a tal accidente automovilístico que Sombra provocó.

Asesinó a su rival y separó a sus dos hijas, a una de ellas la mandó a la ciudad de Manhattan... Y ahora, cuidará a Trixie, hija de quien era su mayor enemigo.

Narra Dark.

Spitfire logró esposar mis manos. Salimos del carro. A empujones, me llevó hasta la entrada de la guarida de Sombra. Dos guardias estaban parados al frente de la puerta, uno al lado del otro.

-¿Crees que dejarán entrar al enemigo? -Dije irónicamente.

-Estando conmigo y esposada, claro que te dejarán entrar.

-No me refería a mí, idiota.

-Eso lo veremos.

Los dos guardias fruncieron sus  ceños al tenernos al frente de ellos, hasta ya tenían sus armas listas para disparar por si llegara a suceder algo. Spitfire sonrió. Los dos hombres relajaron su semblante de inmediato, hasta parecía que sonreían.

-¡Cuanto tiempo, Spitfire! -Exclamó uno de ellos.

-¿Qué? ¿Ustedes la conocen?

Los dos cruzaron miradas, sin borrar aquellas sonrisas arrogantes.

-Sombra ya te está esperando. -Dijo el otro a Spitfire. -Esta vez sí me sorprendiste... Por un momento creí que sólo servías para perseguir a ladrones que sólo le roban a las inofensivas ancianas.

Spitfire bufó a lo bajo mientras lo fulminaba con la mirada.

-Estúpido. -Susurró.

Los dos guardias se hicieron a un lado. La agente golpeó mi espalda para que empezara a caminar. Las dos entramos a aquella guarida oscura y misteriosa.

Ya no entendía lo que estaba sucediendo... Todo esto para mí era totalmente inesperado y confuso.

-Necesito una explicación.

-Y la tendrás. -Respondió con una carcajada. -Estoy segura que te interesará mucho escuchar a Sombra.

-¡A ese maldito lo voy a matar!

Como tenía mis manos en mi espalda, con un movimiento rápido, la golpeé con mis codos. Ella me soltó después de haber dado un enorme grito de dolor. Empecé a correr.

-¡No... escaparas, maldita! -Gritó entrecortadamente. -¡No lograrás encontrar una salida en este lugar!

Me perdí entre los pasillos. No tenía un rumbo exacto, pero sabía de un lugar un poco seguro de esta guarida, mi habitación. Corrí hacia allá, Spitfire ya me había encontrado, se escuchó un disparo. Nada hacía voltear mi mirada, sólo quería llegar al final del pasillo donde estaba la puerta de mi habitación.

Le di una patada, pero no se abrió. Grité el nombre de Rarity con la esperanza de que esté allí adentro, pero no tenía respuesta. Spitfire ya se estaba acercando, a mí derecha un hombre con su arma apuntandome también lo hacía. Miré por todos lados, el único camino despejado era la izquierda.

Debía encontrar una salida, correr por una sola dirección no era la solución, ni tampoco esquivar disparos. Maldecía en mi mente. Mis planes no salieron tal y como los escribí en aquella hoja. 

Una mujer estaba estática en medio del pasillo.

-¡Fluttershy! -Grité su nombre al haberla reconocido. -¡Escondete!

Ella estaba muy nerviosa, se tiró al piso para tapar su cara y empezar a llorar. Pasé a su lado.

-¡Detente o la mató!

Aquellas palabras bastaron para que yo me detuviera. Con mi respiración sumamente agitada, giré. El tipo que me perseguía tenía sujeta a Fluttershy por detrás mientras la apuntaba con su arma sobre la sien.

-Vamos, acercate. -Dijo Spitfire. -Debemos ir dónde Sombra... O ella morirá, por tu culpa.

-Deja en paz a Fluttershy. -Le exigí. -Ella no tiene nada que ver en esto.

-Twi-Twilight... -Susurró Fluttersy entre lágrimas. -Huye... No merezco... vivir... Te he hecho mucho daño. 

El hombre bajó el martillo del arma, ya listo para disparar.

Suspiré.

-No perdamos tiempo. -Dije mientras me acercaba a Spitfire. -Suelta a Fluttershy.

El tipo la tiró al suelo, Spitfire apretó los dientes para luego darme un golpe en la mejilla. Fluttershy lanzó un grito. Me quejé. 

-Te lo mereces por haberme hecho correr demasiado... ¿Sabes? No entiendo porqué salvaste la vida de esa perra. -Señaló a Fluttershy, aún estando en el suelo. -Te quitó el hijo que llevabas en tu vientre. No merece seguir viva.

-Eso a ti no te incumbe. -La miré desafiante. -Y ahora veo que sabes demasiado de mi vida.

-Mmm... puede ser. Me han tenido muy al tanto... Ahora, vamos. -Exigió.

Está vez el hombre también me tenía agarrada. Yo estaba en medio de los dos. Fluttershy quedó en el suelo sin cesar de llorar mientras no dejaba de pedir perdón.




Una vida que no logro recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora