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Vuelvo a abrir los ojos. Aún el hospital, pero esta habitación no es la misma. Ya no hay cristales alrededor, ni ninguna botella de suero conectada a mi brazo.

Y ya no me duele la cabeza. La giro y veo otra cama a mi lado. Hay una chica tumbada en ella, más joven que yo. Parece estar durmiendo.

Una vez más no quiero pensar, pero como tantas otras veces no consigo dejar la mente en blanco. Recuerdo lo que dijo aquella enfermera: Accidente de avión. ¿Y una psicóloga? ¿No será la del centro de Los Ángeles? Pero de pronto se me ocurre: Ya lo había oído, cuando ha habido un accidente y te traen un psicólogo es para darte una mala noticia. ¿Significa que...? No. Imposible.

Me quedo mirando el techo y empiezo a contar los cuadros que se dibujan en él. Mucho rato. No pienses, no pienses, sólo espera.

Y por fin entra alguien, pero es otra enfermera. Bastante mayor. Se me acerca y se me queda mirando. Lleva un brick de zumo en la mano.

─Te encuentras mejor ¿no?

También la miro, pero no digo nada. No me atrevo a preguntar, ni siquiera a asentir. Ella deja el zumo sobre una mesita alta y me la acerca.

─Intenta tomarte esto pero muy despacito ¿Vale?

Pero cuando se da la vuelta, se me escapa la pregunta.

─¿Dónde están los demás?

Ella se gira otra vez y vuelve a mirarme, pero su cara no me dice nada.

─Están aquí ¿no? ─No pregunto. Suplico.

Y la enfermera se acerca y me pone la mano en el hombro. Y ahora su cara sí que habla. Nunca un contacto tan delicado me había dolido tanto.

─Lo siento, cariño. Es un milagro que estés tú aquí.

Cierro los ojos y ya no quiero oírla. Esto no está pasando, es otra mierda de pesadilla. Giro la cabeza hacia el otro lado, muy de golpe. Ya no me duele ¿Por qué no me duele?

─¿Quieres compañía?

Aprieto los ojos con todas mis fuerzas y niego con la cabeza, agitándola a lo bestia ¿Por qué coño no dueles?

Y cuando oigo cómo cierra la puerta al salir ya no aguanto ni un segundo. Me levanto de golpe, y al saltar de la cama el mareo me sube a lo bestia. No puedo ni correr y siento cómo me tambaleo, pero consigo llegar al baño.

Vomito. Vomito de rodillas, en la taza del retrete, pero no me sale absolutamente nada. Y me quedo así, con la frente contra el borde, mirando el suelo oscuro, sintiendo un pánico que me mata.

¿Y ahora qué? ¿Estoy sola? ¿Cómo podré encontrarles?

Cuando haces según qué cosas te acaban pasando otrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora