No hay nadie. Completamente desierto. Tanto que casi resulta tétrico.
El gran cortijo andaluz que yo recordaba tan alegre y lleno de vida. Este caserío que había sido mi hogar hasta los seis años, cuando nos trasladamos a la gran ciudad donde mi padre había abierto su bufete. Y ahora está completamente desierto.
Mi padre fue el último de su familia. El último de una estirpe de terratenientes que habían vivido aquí durante siglos, lo abandonó para buscar aún más fortuna, trabajando para las grandes familias de la industria del norte. Pero la abuela quiso quedarse aquí y mantuvo ese enorme patrimonio ella sola. Era perfectamente capaz.
Y ahora no está. Y no hay nadie. Y no tengo ni idea de lo que ha pasado, pero aún no puedo creer que ella también lo haya abandonado. Oh, Dios ¿No será que ella también está...?
─Esto está más que vacío ─Confirma David. Viene de dar la vuelta a la casa.
─Pero ¿cómo puede ser?
─Pues no sólo eso. Creo que el chofer tenía razón: Diría que lleva más de una semana así...
─¿Y sin nadie que lo cuide? Pero si es la casa de la familia ─Insisto.
****
Me lo había dicho el conductor del autobús, cuando por fin vi el cortijo cerca de la carretera, pocos kilómetros antes de llegar al pueblo, y le pedí que parara allí.
─Si queréis ver el cortijo, que sepas que está cerrado, guapa...
─¿Cerrado?
─Sí. Parece que la señora Lucía, la propietaria, no andaba muy bien de salud. Hace como una semana que no hay nadie.
Y al oírlo me asusté. La señora Lucía es la abuela ¿Que no está bien de salud?
─¿Una semana? Pero si...
─Bueno, da igual ─Me cortó David ─. Ya visitaremos otro, pero tenemos que bajar. Tu madre nos vendrá a buscar aquí.
─Hay más de uno muy guapo por la zona ─Añadió el conductor, bastante joven para ser chofer de autobús. Y muy simpático ─. Si vais al pueblo, pasar por la oficina de turismo y preguntar por la Rosa. Ella os dirá...
****
Y ahora, al ver esto así me estremezco. Recuerdo la última vez que la abuela vino de visita a la casa de mi padre, hace ya más de dos años. Ostras, y mi padre la acompañó de regreso a aquí. Y me dijo que era para solucionar algo de sus tierras, pero... ¿Y si ella ya no estaba bien? ¿Y si...?
No. No puede ser. La abuela no es tan vieja, y es la persona más fuerte y decidida que he conocido nunca. Y me maldigo otra vez por no haberme acordado de ella hasta que la he necesitado.
¿Y si también se muere? ¿Qué me va a quedar?
─Tranquila ─Me dice David ─. Si le hubiera pasado algo a tu abuela, seguro que ese chofer nos lo habría dicho.
─Pero ha dicho que no estaba bien... Ostras, es que no puedo imaginármela enferma. Y aunque lo estuviera, ella no querría irse. Siempre decía que la enterrarían aquí...
─Eso de irse por no estar bien de salud, a mí me suena a excusa.
─¿A excusa?
─Como tú dices, es muy extraño que no haya nadie encargándose de esto. Es demasiado grande. Puede que no quieran recibir visitas indeseables ...
─¿Indeseables? ¿A qué te refieres?
─Bueno, es la madre de tu padre. Es probable que la hayan buscado también a ella...
─Tío, no me asustes...
─No te preocupes. Estoy seguro de que no le pasa nada ─ Dice. Ya me gustaría a mí estar tan segura como él.
─¿Y ahora qué? ─Murmuro.
─Habrá que buscarla ─Dice él.
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Cuando haces según qué cosas te acaban pasando otras
Mystery / Thriller. Corro. Corro por el miedo. Y por ese estúpido impulso de huir, de sobrevivir. Y por no ser capaz de aceptar que ya está. Que ya lo he perdido todo. Ahora, una vez más, quieren matarme. Y ahora no sé ni quién ni porqué, y me lo han quitado t...