. 11 . Océano Atlántico. Octubre 2014

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No fue una sacudida muy fuerte, pero sí lo bastante como para que Eli soltara ese pequeño grito.

─Tranquila. Deben ser turbulencias ─Dijo Olga.

Y enseguida otra. Más suave, pero ahí el avión empezó a bajar. No sonó ningún timbre ni se encendieron las lucecitas de abrocharse los cinturones, pero no me di cuenta de eso.

─¿Ya llegamos? ¿No decíais que aún faltaba una hora? ─Preguntó Eli, mirando hacia las ventanillas.

─Hace más de media que te lo dije ─Comentó José ─. Pero aún falta. Quizá estamos bajando para evitar las turbulencias...

Yo iba a decir algo, pero quedé callada al ver la cara de José. Sabía que aún le daba miedo volar, pero ahora parecía que hubiese visto a un alien aparecer en el avión. Más que asustado.

─¿Qué? ¿Ya te entra el canguelo? ─Se rió Eli, abrazándole cariñosamente.

─No, no ─Dijo él. Y me miró a mí ─. Pero... Alba, ¿podrías ir a la cabina de los pilotos y preguntar si todo va bien?

─Tío, que no es la primera vez que vamos en un avión ─Protesté. Pero es que el pobre ponía una cara... Y qué remedio: yo era la única que estaba vestida del todo.

─Vaaale, ya voy... ─Accedí. Me levanté y no pude evitar echar otro vistazo a esa "sala de descanso" donde estábamos.

Ocupaba casi toda la mitad trasera del avión, y detrás aún quedaba una pequeña sala, pero tras una puerta cerrada. José dijo que aún no estaba terminada y no habíamos podido verla. Ese avión era un prototipo, pero no un jet como los de las películas, sino uno de pasajeros adaptado. Y no de los pequeños. Quizá nosotros podríamos comprar un aparato así, porque la fortuna que nos quedamos de ese viejo era enorme. Pero no nos gustaba vivir con lujos y aquello era una exageración: Madera y cuero por todas partes, y una barra repleta de comida y bebidas de las caras.

Sabía que José era más que capaz de diseñar programas para los ordenadores de ese avión, pero aún me costaba creer que la empresa que lo construyó nos dejara pasear en él como si fuera nuestro. Aunque José también había comprado una gran parte de las acciones de esa compañía, así que...

Delante estaba la puerta que daba a un corto pasillo con dos baños y fui hasta allí. Olga ya se había puesto la camiseta, pero Eli aún se estaba abrochando el sujetador.

─Abro ¿eh?

─Sí, sí, tranquila...

Abrí la puerta y tras el pasillo llegué a la siguiente sala. Era la de "reuniones", con una gran mesa en el centro rodeada de asientos, y ante cada uno una pantalla táctil integrada en la misma mesa. Vaya con el avioncito...

Y al rodear esa mesa miré por las ventanillas y vi el mar. Y me extrañó que aún estuviéramos bajando, porque no se veía tierra por ninguna parte. Pero al cruzar la siguiente puerta aún me extraño más ver la pequeña sala de delante, justo antes de la cabina de los pilotos. Estaba desierta ¿Donde se había metido la azafata? Y la puerta de la cabina de pilotos también estaba abierta. Me acerqué y entré.

Cuando haces según qué cosas te acaban pasando otrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora