Inenarrable.

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El camino de la vida se ha vuelto sinuoso. El aire palidece de oxígeno. Mi corazón palpita sin cesar a un ritmo impetuoso. Corro, tan rápido como puedo.

El sol a lo lejos me distrae la vista y me nubla la ruta pero el destino me calienta. Después de varios minutos de ejercicio intenso llego a mi destino. La casa beige me espera.

Y, más importante, en el pórtico de ella puedo vislumbrar a un chico, unos 21 años de edad. Alto, cabello negro, piel blanca-dorada, con una sonrisa de oreja a oreja. Sus ojos amarillos esmeralda me dan la bienvenida. Su torso desnudo, con un pantalón de pijamas azul con cuadros blancos, me dan una tranquilidad inmensa.

—Hola, guapa —me dice, y casi hace que mis rodillas se quiebren con esa ruda y dulce voz.

Me muerdo los labios y miro que sus manos salen del pijama para extenderse hacia mi dirección. Yo hago lo mismo y me encamino hasta él. Me sujeta tan violenta como tiernamente. Me sostiene en el aire y susurra un poco en mi oído.

Me despegó de él y golpeó su abdomen bien definido. Alzó la mirada, lo miró a la cara, no puedo evitar sonrojarme. Trató de caminar hacia adentro de la casa con él de la mano pero su movimiento lento y engranado me levanta sospechas.

—Tranquila... recuerda que ahora soy mitad robot —dice formando hoyuelos al sonreírme.

Yo no puedo evitar sonreír. Él es lo más hermoso que vi en la vida. Aunque sus palabras me causan un pequeño hueco en el estómago.

Lentamente se levanta el pantalón del pijama para dejar ver una pieza metálica. Mi corazón se parte en dos, y mi alma se me escapa por la boca.

Mis lágrimas fluyen. Él sonríe. Se muerde los labios y me toma de nuevo en un abrazo fraternal. Se acerca lentamente a mi oído, muerde mi lóbulo y suspira largamente. —¿No era esto lo que querías —hace una pausa—, hermana?

[...]

—¿Estás bien? –me pregunta un chico moreno. Joao.

No respondo... ese maldito sueño se ha repetido todas las veces que he intentado dormir. No puedo llorar más. Todo se ha perdido... Prefiero estar despierta, aunque la pesadilla y la realidad no difieren demasiado.

Han pasado solo 5 horas desde que aquello sucedió. Los eventos que acontecieron después de ello... son casi inenarrables.

Hubo golpes, heridos, trifulcas. Quizás normales de un partido de fútbol, de una final en Sudamérica, pero el motivo de los golpes, del enojo, de la ira e impotencia; esta vez era algo diferente a la pasión del fútbol, o al resultado del mismo partido.

El partido se ganó de último minuto pero la ciudad estaba molesta, iracunda, destrozada. Se sentía robada, ultrajada, herida.

Vladimir 'Maldonado', alias Ve, fue terriblemente 'roto' en una entrada artera, sin consideración, sin remordimientos. Una venganza de un jugador de fútbol, si es así como se le puede llamar. El lateral del equipo contrario le partió en dos la pierna... ¿Por qué? Su tonta justificación fue que Ve le robó el gol de su vida minutos antes. Eso gritaba el infame individuo mientras huía de Ever.

El rubio con los ojos vidriosos y la voz quebrantada trataba de atraparlo. Se le veía en la mirada que si lo agarraba no habría poder humano que evitara que lo matara. Acertó un par de golpes, pero entre jugadores de ambos equipos lo mantuvieron alejado del otro individuo.

El padre de Vladimir, y creo que ahora también mío, bajó lo más rápido que pudo a revisar a su hijo. Subió a la ambulancia con él y lo llevaron al hospital. Ajeno a lo que sucedería después, Vladimir se hallaba a las 00:15 am en el hospital central de la ciudad. Ahí donde también había fallecido mi padre.

Mi madre, y creo que ahora también de Ve, tomó el carro de Víctor y se dirigió al hospital. Se llevó a Alejandra y a Ever. Joao se quedó conmigo. Daria se marchó.

Entré en estado de shock, no podía ni imaginarme lo que le estaba pasando a Ve, yo... simplemente no podía perder a alguien más... Pero también, yo misma había deseado que pasara algo así para que él, con su loca idea de ir a jugar a Europa, no me abandonara.

¿Con qué cara podría yo ir a verlo, si yo misma deseé que esto le pasara?


Zenit II: Promesas/decepciones.Where stories live. Discover now