[Breed - Nirvana]
POV: Vladimir
"Toma la ruta 21. Luego baja enfrente de una unidad deportiva. Deberías ir algún día allí. A dos cuadras de allí está una casa purpura. Allí vive él. Es una casa pequeña, con el garaje abierto. Entra por él."
Las instrucciones de Zeta me perdieron un poco (y para una persona que apenas puede caminar un par de cuadras sin dolor fue un suplicio). Los días siguientes a su partida caí en un leve depresión que hacían que el dolor del tobillo y la pierna se maximizaran. Todo estaba en mi cabeza, lo sabía y me lo repetía hasta el cansancio para que mi cuerpo lo entendiera también.
Después de un par de decenas de minutos encontré la casa. Purpura era decir mucho. Más bien era lila. No le di importancia al cambio de color. Tragué pesado y comencé a acercarme a ella.
Toqué un par de veces la puerta hasta que por fin una voz ronca gritó—: ¡Por el garaje, subnormal!
Ok, creí que la gente se molestaba si entrabas a hurtadillas a una casa ajena... Parece que en Argentina eso es normal.
Crucé el umbral del garaje hasta encontrarme con una puerta de tela de mosquitero. Fina, ahí volví a insistir, esta vez golpeando los bordes de la supuesta puerta.
Mi corazón empezó a latir mucho más rápido cuando finalmente divise una figura humana que se aproximaba desde adentro de la casucha.
—¿Sí? —dijo el tremendo espécimen humano dueño de la casa. Y de algunas de mis costillas astilladas.
—Hola, vengo a verte.
La figura medía casi dos metros, sin exagerar. Un tipo con una barba prominente, sin bigote. Con el pelo largo y en su mano una especie de vendaje. Le miré por un rato y él me miró. Se rascó la barbilla y cerró la puerta. De nuevo vi cómo se adentraba a la casa y se perdía en las sombras.
—¿Eh? —Volví a tocar. Esta vez con mayor fuerza e ímpetu.
Él volvió desde las penumbras. Abrió la puerta nuevamente. Su cara parecía mucho menos paciente que la primera vez.
—¿Qué? —dijo abriendo la boca más de la cuenta, haciendo énfasis en su molestia.
Miré mi mano izquierda, aún tenía un poco de dolor. Con la omisión de las pastillas que me ayudaban a soportarlo para poder evitar el desvanecimiento, el dolor había vuelto con un poco más de intensidad.
Alcé la mirada y él las cejas. Volvió a intentar cerrar la puerta, con un movimiento rápido la intercepté y salté sobre él. Asustado por el movimiento intentó lanzarme un par de golpes. Le derribé fácilmente con una toma de brazo y lo arrojé al suelo ferozmente.
Sí, aún no estaba al cien, pero esto lo podía hacer hasta con una mano.
Me monté sobre él y agarre una botella de vidrio que se encontraba cerca de mí. La rompí y se la puse en el cuello. Él levantó las manos y me miró, inspeccionando mi mirada y yo la de él.
—Ah—dijo abriendo los ojos y chisteando los dientes—, eres el uruguayo, ¿cierto?
Enarqué una ceja. —Sí... ¿por?
—Tu amiga, la shilena — (arrastró la s para hacerlo notar más) dijo que vendrías.
Entrecerré los ojos.
—Ella vino, y me amenazó con que tú vendrías. Me dijo que podrías matarme si quisieras... pero que no lo hacías porque eras un idiota.
Acerqué aún más la botella rota a su garganta. —¿Crees que lo soy?
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Zenit II: Promesas/decepciones.
Teen FictionElizabeth es una pequeña chica campirana viviendo en una ciudad que ella detesta. Su único apoyo desde que está en esta situación es un joven futbolista de 16 años conocido como 'Ve', un amado e idolatrado chico de la ciudad. Pero todo eso cambiará...