[Live and let die – Paul McCartney]
[En Paysandú]
Un hombre postrado, en la oscuridad, en una mesa al fondo del bar, espera paciente a que su negociante llegue. Después de un rato llega y pide una soda. El silencio no se disipa. Se escuchan los vasos de vidrio pasando de mano en mano.
El hombre que esperaba decide acabar con esta tension.
— ¿Has decidido qué quieres? –pregunta malhumoradamente.
—Recuerdo muy bien que la oferta inicial era vida por vida...—sonríe irónicamente—me estás quedando a deber una gorda.
—Ja, lo sé... has movido tus piezas bien... ¿seguro que no lo planeaste así? –La broma cae pesada, ninguno dice nada—. Ya estoy arreglando eso –rectifica su postura—. ¿Quieres venganza?
—Los Grande no me interesan... y yo pedí el favor antes de todo esto, así que solo quiero lo que me corresponde por derecho.
El hombre más grande asiente. — ¿Entonces, qué vienes a buscar ahora?, esos favores se pagarán en años venideros.
—Cuando llegue el momento... sabrás de mí; tranquilo.
—Entonces viniste solo a decir adiós.
Movió la cabeza en negativa. –Si algo he aprendido en esto es que nada acaba nunca...
—¿Y eso que significa?
—Puras patrañas –el joven se levanta y sale del cuarto.
El hombre de tez dorada se seca el sudor de golpe, y suspira. Rompe el contrato que tenía en frente de él.
[En la Torre de los cristales]
Dos hombres vestidos elegantemente se sitúan frente al edificio de grandes ventanales. Uno muy alto y otro bajo y delgado.
—Jamás creí verte vestido así... —dice el más pequeño.
—No me queda nada más que esto –admite el chico alto con un toque de resignación.
—Tienes muchas opciones, yo por el otro lado no...
—Tu padre debe estar orgulloso de ti.
—Supongo que sí –agacha la cabeza—, aunque no por las razones que piensas...
Ambos cruzan la calle con sus portafolios en mano. Llegan con un hombre trajeado quien se encuentra en el lobby hablando con un par de hombres canosos. En cuanto los ve, deja a los hombres y va por los chicos.
— ¿Listo para tu primer día? –se dirige al chico alto.
—Jaja, enséñame, maestro –hace una reverencia. El hombre trajeado sonríe y le da un apretón de manos al más pequeño de los chicos.
—Será un largo verano, chicos, caminen. Hora de trabajar –grita el señor Gutiérrez desde el lobby del edificio.
[Estación del tren]
Una chica castaña es azotada por el viento, viendo como el tren empieza a marcharse. Sus ojos despiden un par de lágrimas al ver por última vez a su chico, un rubio de ojos azules quien sube su última maleta y se posa justo en el umbral de la entrada al tren.
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Zenit II: Promesas/decepciones.
Ficção AdolescenteElizabeth es una pequeña chica campirana viviendo en una ciudad que ella detesta. Su único apoyo desde que está en esta situación es un joven futbolista de 16 años conocido como 'Ve', un amado e idolatrado chico de la ciudad. Pero todo eso cambiará...