[En la playa, debajo del puente]
En la playa del río Uruguay se avecinaba una fiesta sin igual. Varios montículos de arena donde yacían fogatas inmensas rodeadas por chicos de entre 14 y 18 años.
Los brasileños habían puesto su toque al llevar con ellos bongós y tambores pequeños. Cantaban canciones que nadie entendía pero todos bailaban.
Las chicas uruguayas estaban encantadas, todos se habían enterado de la fiesta y habían terminado ahí.
Joao llegó con Karla en un taxi. Karla de inmediato quiso acercarse a la fiesta pero tropezó con su vestido.
—¿Estás bien? –preguntó Joao.
—Sí, pero –se repuso y miró su vestido—necesito quitarme esto.
Al decir esto, Joao se sonrojó un poco. –Si quieres yo te ayudo.
Karla alzó la mirada y las cejas. –Tranquilo, yo puedo –dijo con una sonrisa.
Joao vio como de un par de tirones Karla desprendía el volado de su vestido, rasgándolo justo para formar una especie de vestido. Sus piernas largas y blancas quedaban al descubierto. La reacción de los chicos en la fiesta no se hizo esperar.
Le aplaudían y hacían malabares a su alrededor. Joao que sabía portugués se acercó a Karla y la tomó de la cintura. –Volta, ela é minha.
Los chicos rieron pero se echaron hacia atrás, recibiendo a la pareja con reverencias.
—¿Qué les dijiste?
—Ehm, nada, que no te molestaran.
—Jaja, ¿y funcionó?
—Pues... vamos a bailar mejor.
Karla sonrió sonrojándose un poco y aceptó. Esto era una verdadera fiesta.
Detrás de ellos, en un carro blanco, llegaron los dos rubios ya cambiados. Ever y Zeta había pasado a sus respectivas casas para ponerse un poco más cómodos para la fiesta. Ever lucía una bermuda blanca, con unos tenis bajos, bastante caros y una camiseta gris sin mangas. Zeta tenía un pequeño vestido floreado, un poco más liberador para el calor que hacia en el lugar.
Muy diferentes a la forma como se encontraban en la otra fiesta.
—Qué diferencia, ¿verdad blanco? –dijo Zeta viendo la cara molesta de Ever.
—Claro, claro... –respondió secamente, no había salido de su mente el hecho de que no sabía donde estaba Elizabeth– mira, allá está Jota.
—Uhm... y con Karla...
—¿Celos?
—Jaja, claro...
—Vamos, hasta el fondo están los chicos del equipo.
—Vale, necesito un buen desestrés.
Los chicos del equipo estaban disfrutando sanamente alrededor de su fogata particular. Un par de chicos había conseguido traer un par de guitarras. Aunque el sonido se opacaba por los tambores de los brasileños.
Finalmente Ever y Joao trabajaron en conjunto para unir a los equipos y usar la música como lazo.
—¿Conocen a Sergio Mendes? –preguntó uno de los brasileños.
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Zenit II: Promesas/decepciones.
Teen FictionElizabeth es una pequeña chica campirana viviendo en una ciudad que ella detesta. Su único apoyo desde que está en esta situación es un joven futbolista de 16 años conocido como 'Ve', un amado e idolatrado chico de la ciudad. Pero todo eso cambiará...