[Wish you were here – Pink Floyd]
Ha pasado un mes y medio desde que mi vida dio un vuelco. El tiempo parece avanzar muy lentamente, aunque ha habido días que ni siquiera los he vivido realmente. Con el alcohol y los libros me he entretenido a tal grado que a veces deliro con partes de los mismos.
Todo está muy bien hasta que me levanto a recibir un nuevo día y me encuentro con la misma mierda, el mismo dolor, el mismo vacío. Y las ganas de morir vuelven a mí.
Amaneció de nuevo, el sol golpea mi cara. Mi manzano ha reverdecido, y yo me pudro dentro de mi caparazón de soledad y autocompasión. No puedo explicar lo que sucedió mal, pero ha sucedido mil veces más. A mi cabeza llegan cientos de imágenes, de personas, de momentos en mi vida. Todas las desperdicié y ellos a mí. Mis lágrimas no son suficientes, mi corazón llora y duele. A veces quisiera que el pasado jamás hubiese existido. Parece un utópico sueño que alguna vez tuve y del cual al fin he despertado.
Esta es mi realidad. Yo, encarcelado en un cuerpo inservible, en un lugar alejado de mis seres queridos, si es que aún los tengo... Este soy yo, y a esto se ha reducido mi vida.
La escuela es un infierno, no he tenido la entereza de enfrentarme a los abusadores. No es que no pueda, pero la pérdida constante de conciencia me ha hecho –irónicamente- más consciente de que no estoy apto. Que no soy aquel chico que presumía de su fuerza y su entereza. Eso ya fue.
Soy un inútil. Mi cuerpo es un esperpento de lo que fue.
Me levanto cada día esperando que un jodido milagro suceda, y que toda esta podredumbre se haya ido de mí. De mi cuerpo, de mi pierna.
Pero el dolor no desaparece... y la esperanza empieza a morir.
¿Acaso no hay nadie ahí afuera que se interese por mí?, ¿ya todos me han olvidado?
—¿Hola? —se escuchó desde la puerta, pero ya me he imaginado tantas veces a alguien tocando que lo omito. La tacho de un delirio más. Miro por la ventana, el cielo está nublado.
Los pocos rayos que se colaban por la ventana han desaparecido. El sol se ha ido. El frío de mi departamento me consume la piel. Miro mis manos cuarteadas. Agradezco internamente que sea sábado. Y así pueda saltarme la escuela. La detesto. Jamás había-
—¿Hay alguien? –la voz vuelve a sonar en mi cabeza, pero esta vez con mayor claridad.
¿Hay alguien en la puerta o estoy alucinando mucho más de lo normal? Una vez, recuerdo haber escuchado la voz de mi madre, y otra... la de Valen.
—¿Hola? –acompañada de un toquido la voz vuelve a sonar.
Joder, realmente hay alguien en la puerta... Traté de avanzar rápido por mi cuarto hacia el corredor pero por enésima vez olvidé que no estaba apto. Resbalé al tratar de girar en el corredor y caí por mi pierna mala, que aún estaba cubierta por un yeso roto y podrido. Terminé en el piso, otra puta vez. El dolor es intenso. Como cada anterior vez.
De repente la puerta se abrió. Se escuchó la chapa girar. Y mi mente dio un vuelco. ¿La he dejado abierta? Diablos, me he vuelto más descuidado y estúpido. Me reto a mí mismo mientras desde el suelo miró sorprendido como la puerta se va abriendo lentamente. Dos manos se posan sobre ella tratando de no hacer ruido al moverla.
Juraría que le había puesto llave y seguro doble. ¿Qué me está pasando?
—¿Ve? —de nuevo aquella voz llamándome; ¿qué?, aquí nadie me dice Ve... mis ojos se abren de manera descomunal, no puedo creer lo que veo.
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Zenit II: Promesas/decepciones.
Teen FictionElizabeth es una pequeña chica campirana viviendo en una ciudad que ella detesta. Su único apoyo desde que está en esta situación es un joven futbolista de 16 años conocido como 'Ve', un amado e idolatrado chico de la ciudad. Pero todo eso cambiará...