Zeta

43 3 2
                                    


[Por la mañana]

Elizabeth fue la primera en despertarse. El enojo le había hecho pasar una mala noche y estaba lista para salir de esa cabaña que tantas alegrías le habría traído en sus años mozos.

Ahora solo quería salir de allí de una u otra manera.

Todos esos recuerdos se estaban volviendo en su contra, y nada había allí para ella.

-¿Tienes prisa por irte? -preguntó Víctor, quien igual que su hijo siempre se levanta muy temprano. Él era un hombre de unos 40 años, con cabello cobrizo y ojos color marrón. Era difícil de relacionar con Vladimir.

-Sí -suspiró Elizabeth-, yo vine por algo y...

-Sí, ya lo entendí, tranquila -Víctor trató de calmar su ímpetu malogrado- ¿Te vas a despedir de tu madre?

-No, no quiero... -dijo la chica colocándose un par de guantes en las manos y su gorrito color rojo.

-¿No esperarás a conocer a tu hermana? -insistió como último recurso.

-A su hija, dirás -le sonrió irónicamente.

-Como tú lo quieras tomar, solo quiero que la conozcas... Vlad ya lo hizo.

Elizabeth hizo una mueca al escuchar el nombre de su amigo en boca de su padre. Claramente era una artimaña para que se quedara más tiempo. Las vacaciones apenas empezaban, le sobraban casi 5 días y pareciera que ya se le habían amargado.

-No quiero estar aquí, todo me recuerda a Ve...--su tono y su modo hicieron que Víctor se tranquilizara. Al final de cuentas era solo una niña.

-Puedes ir a tu casa -dijo en un tono más aprensivo--, solo te pido que por tu madre te quedes más tiempo y conozcas a Noe.

-¿Noe?

-Es una chica muy lista, te agradará.

Elizabeth resopló. -¿Podrías llevarme a la estación del tren?

Víctor alzó la cabeza al escuchar eso, resopló más fuerte, de manera furibunda. No podía creer aún la necedad de aquella chica que ahora también era su hija.

Movió la cabeza negando, se levantó de su pequeña silla de madera y encaminó sus pasos hacia la puerta. -Vámonos, entonces -dijo con una voz grave y cansada.

Elizabeth dio un último vistazo a sus compañeros, Ever y Alejandra dormían plácidamente.

Al salir por la puerta se encontró a Joao, muy arropado, con maleta en mano, esperando por ellos.

-¿Cuánto llevas aquí?

-Un par de mi-minutos -dijo tiritando de frío.

Víctor movió la cabeza mientras le daba un leve golpe en el hombro al moreno. Él solo rio nerviosamente.

-Gracias -dijo Elizabeth al pasar a su lado, casi a modo de disculpa.

-No te preocupes, no quiero que estés sola ahora.

Sin más que esperar o decir subieron a la camioneta de Víctor; él puso un poco de música y tomó el camino hacia el pueblo. Era hora del regreso.


[La muerte elegante - Los traidores]

El mal clima había cesado. La nieve empezaba a derretirse por la mañana calurosa que contrarrestaba con la cruel bienvenida que habían tenido ayer mismo.

Zenit II: Promesas/decepciones.Where stories live. Discover now