Acto III

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Alguna vez escribiste en mi libreta que 'nada terminaba nunca'; yo aún creo en eso... pero lo de hoy... me deja en claro que algunas promesas se hacen para romperse. Las hacemos ciegamente, sin saber la verdadera probabilidad de su cumplimiento. Son mentiras anticipadas.

Y duelen más...

Cada paso, cada decisión, cada omisión, cada pensamiento, cada actuar me ha llevado hasta aquí. Con las piernas débiles y cansadas, arrodillado de espaldas a un árbol e implorando por algo mejor.

El árbol no tiene la culpa y sin embargo lo golpeo una y otra vez. Tu cara, es algo que jamás podré borrar de mi mente. Tu cara de éxtasis se convirtió en una chica fría y despiadada.

Ella no es así, me dije a mí mismo un par de miles de veces, pero me equivoqué. Eres una blanca al final de cuentas.

Nadie sabía lo que nosotros habíamos vivido... y te atacaban sin saber, pensaba antes, sin conocer la historia real entre nosotros. Yo la viví y ahora no puedo reconocer a esta chica que hoy se me presentó. No la conozco. No te conozco.

¿Me ha usado?

No puedo entender lo que ha pasado. Revivo en mis pensamientos lo que previamente ha sucedido. Todo parece sacado de una novela de ficción. Solo me utilizó. Y ahora...

Debo marcharme. No hay tiempo para caer en depresiones, este es el momento. No hay tiempo para consuelos o distracciones. Soy yo el que debe esforzarse. Ella tomó su decisión.

No fue la vida la que eligió por ella. Y yo tampoco debo dejar que la vida elija por mí.

—Así que –se escucha detrás de mí—, aquí es donde te ocultabas.

Doy la media vuelta y me encuentro de frente con un hombre trajeado, alto, fuerte. Ya lo había visto antes...

Su sonrisa y su mirada se dirigen hacia su mano derecha, una pequeña arma de fuego apuntando directamente a mí...

[Flashback]

—Ves... —dice Fernando golpeando el monitor.

—Rayos –exclama Cristian golpeando la camioneta donde se encuentran metidos.

—¡Vaya cogida que se están dando! –interrumpe uno de los guardaespaldas. Cristian lo voltea a ver con ira, mientras Fernando sonríe ante el comentario.

Cristian comienza a llorar de desesperación e impotencia. –Y tú, ¿qué carajo haces?

Fernando revisa la cara de su hermano menor y sonríe. –Oye, el plan...

—¿Plan?, ¿de qué coño hablas? Estás aquí, sin hacer nada.

—La venganza –dice de forma calmada el rubio mayor—, es un plato que se sirve frío, hermanito –destapa una paleta de fresa y la introduce a su boca con total cadencia.

Cristian no puede creer la calma con la que toma todo Fernando.

—No me estás ayudando.

—El chico no es tan malo –dice Fernando al ver que su hermano no puede calmarse—, ahora se coge a tu ex –mira el monitor fijamente y alza las cejas al escuchar los gemidos provenientes del vídeo—, y lo hace bien...

Cristian lo voltea a ver, sin saber qué decir. Fernando apunta con su paleta el monitor, apreciando el acto. –Al menos esperó a que ustedes terminaran.

—Yo sigo con ella.

—Vamos, sabes que eso no es cierto. Hasta que se casen son como dos estúpidos niños jugando al doctor.

Zenit II: Promesas/decepciones.Where stories live. Discover now