Futuros Planes De Una Amistad

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Capítulo Seis


La semana había acabado, por fin. Y como nunca, habían enviado tarea de dos asignaturas diferente para el fin de semana; ambas debían ser entregadas el día lunes. Biología, con la profesora más estrictas de toda la escuela. Y matemáticas; aunque lo de matemáticas no me complicaba para nada, lo que de verdad me tenía bastante fastidiada, era lo de tener que hacerle las tareas al idiota de Adam Blake.

¡Pero qué coraje era el que tenía latente en mis venas!

Ése día, viernes, el único día que salíamos a la una de la tarde, fue que él con mucha cautela y cuidando que nadie lo viera, dejó sus cuadernos bajo la mochila sobre mi pupitre. Supuse que lo hizo en el momento en el que Rosie y yo habíamos ido a comprar algo para comer. Ambas tomamos asiento y cuando los vi al levantar mis cosas, giré mi mirada hacia él, fastidiada. Mientras él, el muy cínico, simplemente sonrió con seguridad, como si yo fuese una de las tantas amiguitas especiales que él tenía.

—¡Dios! —lamenté al chocar la frente contra la mesa de centro de la sala.

No sabía cuánto tiempo podría aguantar con toda la presión que sentía, amenazada de ser puesta en ridículo y masivamente. Había transcurrido semana y media desde que Blake me había puesto en aprietos al finalizar las horas de clases, y desde ahí, que sentía una furia indescriptible hacia él. Yo era una personal normal que no le jodía la existencia a nadie, fuera de su mundo y él fuera del mío, y así me gustaba. Pero ahora, me tenía bajo la mira. Ironía de la vida. Por otro lado, Rosie ni siquiera imaginaba los tipos de 'tratos' que estaba obligada a cumplir con éste odioso chico.

Todo me estaba resultando bastante molesto. Se suponía que con Rosie no teníamos secretos, pero estaba sucediendo. Yo lo estaba haciendo.

Todo se estaba poniendo estresante.

Me había puesto a hacer los deberes justo después de terminar de almorzar y cuando me di cuenta, el reloj ya marcaba casi las nueve de la noche y estaba por terminar los últimos ejercicios que me quedaban de la tarea de matemáticas. Suspiré lentamente al dejar que la tapa que cubría la parte superior del lapicero golpeará el cuaderno de Blake, teniendo en más de una ocasión la intención de equivocarme en algún ejercicio matemático del cuaderno de Adam Blake, pero me arrepentía cada vez que lo intentaba. ¿Y es que, qué sacaba con ponerle una mala respuesta? Se daría cuenta de inmediato, después de todo, asistíamos al mismo salón.

¡Cielos! Me sentía tan frustrada.

Él tenía mi papel. Adam Blake tenía en su poder el odioso papel donde había escrito un infantil listado con los gustos de Vincent. Peor aún, debía trabajar como una esclava para él, cumpliendo sus tareas y regalándole mis conocimientos mientras él a esas horas hacia quién sabe qué o estaba quién sabe dónde. No era que me importara lo que hiciera con su tiempo, pero me irritaba de sobre manera estar malgastando el mío en las obligaciones que a él le correspondían.

—¡Angie! —oí la voz de Rosie en la calle, me puse de pie y salí corriendo.

Cuando abrí la puerta, sonreí al verla de pie justo fuera de la casa, con sus manos presionando los barrotes de la reja a las afueras. Lucía cansada y su cabello estaba despeinado. Supuse que el trabajo después de clase no era tarea sencilla después de todo.

—¿Qué sucede? —pregunté al presionar el sobresaliente botón instalado sobre la pared junto a la entrada principal, abriendo la primera puerta hecha de varios y gruesos barrotes.

—¡Ay! Estoy tan cansada. —Dijo al darme un abrazo y fingir como si se hubiese desmayado.

Yo rio y no la suelto.

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