Impensados Actos del Impulsos

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Capítulo Dieciséis


«¿Eres virgen?»

¡Sorpresa, sorpresa!

Apretó el puente de su nariz por unos cuantos segundos mientras dejaba de reírse como el inmenso pedazo de idiota que era. Crucé mis brazos y esperé, con mucha paciencia, más de la que creía tener, que dejara de comportarse como un niño.

Adam Blake suspiró y dejó sus manos a los costados de su cintura. Se quedó viéndome por los que consideré, unos buenos e interminables segundos, luego suspiró.

Se sentó a mi lado.

Mi ceño se frunció al mismo tiempo que me cruzaba de brazos, mientras Blake no dejaba de hablar impresionado al saberme virgen, cerrando la boca y volviéndola a abrir solo para disculparse con sarcasmo y mencionar que después de todo, mi condición virginal, era más que obvia debido a mi aspecto físico.

Yo aun no le veía la gracia.

Rodé los ojos mientras oía las palabras de Blake, diciendo que hoy en día era realmente difícil encontrar una chica virgen. Pero... ¿Qué buscaba? ¿Acaso deseaba que me sintiera una boba?

-No te ofendas pero... hay niñas de trece años que han follado más veces que tú, Raynols... -se encogió de hombros.

A mí no me afectaba en nada el ser una persona que aún guardaba su inocencia. Al contrario, que él dijera eso me hacia sentir bien y a la vez, demostrarle que yo no era el tipo de niña a las que él estaba acostumbrado a tratar. Lo que sí me sacaba bastante de quicio, era su inmadurez para hablar de mi condición, que por lo demás, a él no debería de interesarle para nada.

-¿Y qué con eso? -pregunté molesta.

-Bueno, creí que Millar y tú, ya habían dado ése paso tan importante -claramente, se refirió a 'ése paso' con su apático tono sarcástico.

Mi rostro enrojeció y no sabía si a esas alturas ya era de furia o vergüenza por como, éste ridículo chico, se tomaba la libertad de hablar de mi vida sexual con tanta ligereza.

-¡Pero qué cosas dices, por Dios! -cubrí mis oídos.

Giró su mirada hacia mí sin moverse ni un centímetro de su asiento.

-¿Ni siquiera te ha tocado? -preguntó y eso me hizo enfurecer.

-¡¿Y eso a ti qué te importa?!

Él hizo una simulación de defensa con sus manos pero en su rostro se seguía mostrando la burla que todo esto le provocaba.

-Okay, creo que esto es más de lo que puedo soportar. -Me puse de pie y cogí la mochila que había dejado junto al sofá, tirada en el suelo.

Caminé hacia la puerta con rapidez, pese a la molestia que me causaba la humedad de mis ropas rozar contra mi piel. Puse mi mano en el pomo de la puerta y cuando estaba a punto de girarlo para abrirlo y salir de ahí, fue que las manos de Blake me lo impidieron.

Me limité a girar solo la mirada a él, quien permanecía quieto tras de mí, acorralándome al tener sus dos manos encima de la puerta, interrumpiendo mi única vía de escape.

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