La Noche En Que Te Conocí

141 15 4
                                    

Capítulo Veintitrés


—Te pido que esto quede sólo entre tú y yo, por favor Tim —le pedí mientras pescaba mi mochila escolar.

Él me vio con picardía al girar la mirada a las afueras, a través de los ventanales que daban a la zona centro y yo hice lo mismo segundos después. Adam Blake estaba ahí, de pie, esperándome con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón, con la mirada baja y levemente distraída, soportando el frío. De pronto, o por sentirse observado, levantó la mirada y nos vio a los dos, a Tim y a mí, ambos desviamos la mirada y yo mordí rápidamente el interior de mi mejilla para ahogar una nerviosa risa.

—¿Crees que nos haya visto? —le pregunté a Tim.

—Por supuesto que no. —Contestó Tim al ponerse a secar los vasos en la encimera.

Miré de soslayo a través de los ventanales y Adam Blake seguía viendo al interior.

—¡Tim! —lo nombré nerviosa por haberme mentido.

Tim rió y se encogió de hombros restándole importancia al asunto.

—De verdad te gusta ese chico, ¿he Angie?

Lo vi confundida y con el ceño ligeramente fruncido.

—¿De qué hablas? —me hice la desentendida.

—A que te comportas como si te gustara en serio.

Lo vi atenta cuando algo en su comentario logró llamar mi atención.

—¿Qué quieres decir con "en serio"?

—A que esta vez estás siendo tú misma, mi queridísima Angie.

—Siempre he sido yo misma Tim —sonreí un poco nerviosa al rascar con incomodidad mi brazo.

Él negó lentamente.

—Cómo tú digas, es solo que... con tu anterior chico te veías sobre actuada. Ahora estás siendo tú misma. Solo fluyes. Me gusta. —Tim sonrió y yo no hice gesto alguno.

Puse un gorro de lana con gran pompón sobre mi cabeza antes de despedirme de Tim con un corto beso sobre su mejilla, recordándole otra vez no decir nada. Él asintió y guiñó uno de sus ojos en un gesto de confianza.

Como avanzaba hacia la puerta, mi corazón latía y bombeaba sangre con más fuerzas. Mis puños iban apretados y podía sentirlos sudar.
El ruido de la campanilla en la parte superior de la puerta sonó con agudeza, llamando así la atención de Blake. Él volteó y cuando me vio, mi respiración amenazó con detenerse. Algo estaba pasando, algo similar y a la vez desconocido para mí; algo realmente confuso. Adam Blake solía ser alguien totalmente indiferente para mí, invisible, y ahora estaba dejando que suspiros se me escaparan de los labios por él.

Caminó hacia mí y me indicó a que lo siguiera. Me sentí observada cuando de repente me di cuenta que Tim nos veía, haciendo gestos de celebración. Le sonreí y negué lentamente.

—Mi auto está estacionado unas calles más allá —contó y señaló al sur.

Yo asentí en silencio y metí mis manos a los bolsillos de la gruesa chaqueta forrada que llevaba puesta. Blake sacó las llaves, quitando la alarma del auto y abriendo la puerta de copiloto, invitándome a subir. Lo vi y él me sonrió, una vez en el interior del auto, subí la parte superior de la chaqueta hasta cubrir mis labios.

Las Tontas También AprendenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora