Sin Dudas

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Capítulo Cuarenta y Dos


—No veo a Rosie ni a Gabe —comenté cuando Adam se paró correctamente, sin dejar su cercanía.

Sus hermosos ojos vieron a los costados y sonrió cuando varios pares de ojos, que se habían quedado viéndonos sin pudor alguno, alejaron avergonzados sus miradas.

Adam apoyó una de sus manos en la muralla y con la otra tomó el nudo de mi corbata, como si la analizara, añadiendo:

—Tal vez están muy entretenidos con la reconciliación —y una lasciva sonrisa se dibujó en sus labios, provocando que mis mejillas enrojecieran como dos grandes manzanas.

Volteé la mirada, mordiendo el interior de mi mejilla. Adam lograba hacerme avergonzar de un modo inexplicable, con comentarios que ni siquiera iban dirigidos para mí. O tal vez sí...

—¿Qué hiciste ayer? —le pregunté cuando soltó mi corbata, sin deshacer su brazos al costado de mi hombro.

Su semblante cambió.

—Estuve con mi madre —quitó su mano y suspiró—. Tuvo una maldita crisis nerviosa.

Asentí lentamente, sintiéndome realmente mal al haber pensado mal de él. Pero si era eso... ¿entonces por qué omitirlo?

—¿Cómo sigue?

—Bien. La solterona de mi tía se comprometió a cuidarla ya que mi padre anda en viajes de negocios. Él llega mañana.

—Comprendo —dije y acaricié su mejilla, cuando una forzada y burlesca risa me hizo quitar la mano de la mejilla de Adam por instinto.

—¿Entonces los rumores eran cierto? —preguntó Leah, a la sombra que tenía por amiga, Karen.

—Es.que.no.lo.puedo.creer. —Dijo Karen con palabras cargadas y pausadas.

—¿Qué no crees Karen? —preguntó Adam al poner su mano sobre mi hombro, simulando un abrazo.

—Que estés precisamente con ella.

—¿Qué tienes eso de malo? —siguió su juego y eso solo me hizo sentir incómoda.

—¿Ya te la tiraste? —preguntó al interrumpir Leah, y yo me sentí pequeña ante la acidez de su comentario y despampanante seguridad.

Adam se rió y luego besó mi sien.

—No. —Contestó y luego le enseñó dos de sus dedos —. Verás... algunos hombres solemos separar a las mujeres en dos categorías diferentes.

Ella cruzó sus brazos, viéndolo fijamente y moviendo con insistencia su pie, golpeando el suelo cerámico. La altiva mirada de Leah lo retaba a continuar.

—Las que son solo para follar y a las que tomamos en serio. —Nunca había visto los ojos de Leah tan grandes—. Tú eres de la primera categoría. Angelina pertenece a la segunda.

El rostro de Leah ardió totalmente indignada. Estaba enfurecida, lo leía en su semblante y en los puños que apretaba con un fallido disimulo. En cambio Karen, su fiel marioneta, hacía todo lo posible por contener las ganas de reír.

El timbre sonó y nos sacó a todos del incómodo enfrentamiento que Adam y Leah mantenían. Mientras que yo solo moría de vergüenza al notar que varios alumnos se habían detenido a oír la discusión que ellos dos tenían, y ella enrojeció más cuando el famoso: "turn down for what". Fue gritado por uno de los alumnos del fondo, haciendo que Leah corriera a punta de bruscos empujones al baño, seguida supuesto, por Karen la sombra.

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