Sólo Sin Ella

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Adam Blake


Mi pierna no deja de moverse, inquieta, arriba y abajo, preocupado por el estado de Angelina. Tomo mi cabeza y los recuerdos vuelven una y otra vez. Frustración es lo primero que siento. Frustración por ser un maldito bastardo impulsivo. Me siento correctamente y boto el aire que contienen mis pulmones, como si se tratara de una nube tóxica. Veo la hora en el móvil; ya son más de las seis de la mañana y el doctor aún no sale a decirme el estado de ella. Vuelvo a respirar, esta vez, desesperado. No puedo quitar de mi cabeza el rostro de Angelina antes de caer por las escaleras del maldito mirador. Su rostro lleno de miedo me tortura como filosas dagas que se entierran en mi pecho, y que no sé cómo calmar.

¡¿Por qué mierda la llevé ahí?!

Apoyo los codos sobre mis rodillas y bajo la cabeza, aspirando profundamente y así poder despejar las ideas. Las cosas se nos escaparon de las manos, dolorosamente, lo supe en el momento en el que enterré mis dedos sobre su piel al tironearla, y ahora recién admitía.

¿Qué fue lo que hice?

—¡Adam! —me pongo de pie en cuanto veo a Gabe entrar por el pálido corredor médico y a  Rosie caminar furiosa tras de él.

Después de llegar a la clínica con Angelina en brazos y medio inconsciente, me quedé solo en medio del pasillo, sintiendo lo maldito que era. Luego tomé el móvil, con mis manos aún temblorosas y pegajosas de sangre, y en vez de llamar a Joshua y decirle dónde era que me encontraba con su hija, preferí llamar a Gabe.

Rosie se le adelanta.

—¡¿Qué mierda hiciste Adam?! ¡¿Qué mierda le hiciste a Angie?! —Rosie grita furiosa y me da dos golpes en el pecho, empujándome.

Yo retrocedo dos pasos con facilidad, ni siquiera tengo las fuerza suficientes para mantenerme firme. Por otro lado... ¿de qué me puedo quejar? La rabia de Stuart  hacia mí es totalmente comprensible. 

Dejo que me siga gritando.

—Basta Rosie —interfiere Gabe al tomarla del brazo—. Recuerda que no puedes alterarte.

—¡Pero este canalla ha...!

 —Lo sé, lo sé. Pero también sé que está muy arrepentido.

Stuart lo queda mirando y puedo reconocer su rostro lleno de indignación. Achica los ojos y luego niega lentamente. 

 —Lo estás justificando.

 —No lo estoy haciendo, Ro. Solo te digo que ya es suficiente y no solo por él o por Angie, sino también por nuestra hija.  

Boto el aire por mi boca y desvío la mirada. Rosie reclama con fuerzas y más de una persona voltea a verlos. Ella señala a Gabe, furiosa, una y otra vez, y él poco a poco comienza a perder la paciencia.

—¡Basta! —Gabe acaba de alzar la voz—. ¡Siéntate de una maldita vez o de lo contrario me obligarás a llevarte a casa!

—¡Pero Gabe!

—¡Pero nada, Ro! —Gabe suspira, se toma la cabeza y luego se le queda viendo—. Mientras lleves a nuestra hija en tu vientre tendrás que hacerme caso. Estoy harto de tener que cuidarte como si fueras una niña.

Rosie frunce el ceño y termina cediendo, tomando asiento a unas cuantas bancas de distancia de nosotros. Me fulmina con la mirada.

—¿Qué fue lo que realmente pasó? —tomo asiento y Gabe hace lo mismo.

Alzo los hombros y luego los bajo completamente derrotados. Simplemente niego.

—Se cayó. Creo que yo la bote. No lo sé realmente. Estábamos discutiendo. Ambos habíamos bebido más de la cuenta. —Froto las manos contra mi rostro—. No sé qué mierda hice Gabe. No sé qué hice.

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