¿Quieres Ser Mi Novia?

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Capítulo Cuarenta y Cuatro




Desvié mi rostro fruncido y me crucé de brazos, mordiendo en silencio el interior de mi mejilla, para así callar las cientos de interrogantes que quería decir cuando Adam buscó mi mirada. Ahora todo me calzaba. La identidad de las misteriosas llamadas claramente omitidas del pasado sábado al fin se había descubierto.

Ahora quería saber qué intenciones tenía ella y porqué razón le hablaba a Adam con tanta confianza. De pronto, mis ojos fueron atraídos por Gabe y los curiosos movimientos que hacía con sus ojos y sus manos; sin poder entender nada de lo que intentaba decirme. Mucho menos los gestos de sus labios que no lograba descifrar.

—¿Y ahora qué harán? —preguntó Tanya y simplemente esperé a que Adam le diera alguna respuesta adecuada.

—Acabamos de salir de clases. Ahora debo ir a dejar a Gabe y luego a mi... —mi corazón latió con fuerzas.

—Entonces te acompaño. —Interrumpió la rubia.

Adam me miró realmente complicado, con una mueca sobre sus labios y sus cejas bajas. Él no sabía qué hacer, su rostro me lo dijo todo. Y yo seguía sin entender porqué razón simplemente no la hacía a un lado.

—Solo llévanos a casa —le dije en voz baja después de todo.

Él me vio y asintió.

Caminamos los cuatro hasta los estacionamientos, a una distancia prudente; a excepción de la guapa rubia que cada vez que tenía la oportunidad, se aferraba al brazo de Adam. En más de una ocasión él miró hacia atrás y nuestras miradas chocaron, y en cada una de ellas, yo corté la unión que por un instante se nos hizo incómoda, y él hizo lo mismo. De soslayo logré ver cómo él intentaba quitarse de encima a la famosa Tanya, pero ella parecía no notarlo... O fingía no hacerlo.

—Debes marcar terreno Angelina —dijo Gabe en voz baja.

Gabe y yo íbamos alrededor de dos metros o un poco más de distancia a ellos.

—¿Marcar terreno? —repetí al verlo curiosa.

Él asintió.

—Claro, te lo llevo diciendo de hace rato —habló y volvió a tachar una línea con su dedo índice sobre la palma de su mano—. Debes marcar terreno.

—Ni que fuera perro —suspire.

—Pues ella parece una perra peligrosa, demasiado territorial.

—¿Y qué se supone que haga? —pregunté al encogerme de hombros.

—Marcar lo que es tuyo. Llevan meses saliendo con Adam y cuando toman la decisión de estar juntos, ahora tú dejas que otra tipa se te ponga en el camino —respondió de mal modo.

—¿La conoces?

—Solo la había visto por fotos en facebook. Es la ex de Adam. —Contó y entonces comprendí lo que eso significaba.

Mi instinto tenía razón, debía dudar. Ella era un peligro. Más aún con semejante cuerpazo, rubia cabellera y perfecta sonrisa. Me sentí amenazada, inferior, claramente.

—No tenía idea de la existencia de esa chica —dije en voz baja.

—Por eso debes marcar terreno. Ella es la ex, tú la oficial.

¿"La oficial"? ¡Por Dios! Ni siquiera nuestra relación tenía un nombre. ¿Oficial? ¡Já! Sí claro...

—Una vez cuando salimos con Ro a tomar algo a un pub, una chica con la que había salido hace ya bastante tiempo, se me acercó a saludar y ella le lanzó su trago cuando casi me besa los labios después de preguntar cómo estaba. —Gabe suspiró—. Ro es única en su especie.

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