Tímida Primera Cita

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~ Capítulo Ocho ~



El sol que se posaba en el centro del despejado cielo azul no calentaba lo mismo que mes atrás. Era martes y las clases habían terminado a las tres con treinta minutos y Rosie se había ido al trabajo mientras a mí me habían dado ese día libre. Tomé asiento en una de las bancas de madera que daban visión al frente de la escuela, esperando a que mamá llegara por mí. Saqué un libro para leer, feliz de ir ya en el capítulo nueve del libro 'Eleanor & Park' de la autora Rainbow Rowell. Era un libro tan lindo, las cosas entre los protagonistas se daban tan sanamente pese a los temores de Eleanor. Estaba disfrutando bastante ese libro, hasta que sentí una presencia, claro, nada agradable, de pie frente a mí.

—¿Qué onda, Raynols? —mi rostro cambió por completo al reconocer inmediatamente la voz de Blake.

—¿Que onda con qué? —repetí al cerrar de golpe el libro en el que me había mantenido entretenida.

—Pero que humor. ¿Tú siempre eres así de amargada? —se burló al tomar asiento a mi lado.

Es un confianzudo.

Lo quedé mirando en completo silencio, intentando ser lo suficientemente cortés para que se largara y no tener la agradable necesidad de ofenderlo. Generalmente no era mi forma de tratar a la gente pero éste odioso tipo ya se había ganado mi completo desagrado.

—¿Me explicarás lo de los lentes? —preguntó al verme al rostro. Mi ceño se frunció en molestia pura.

¿Hasta cuándo me hostigara con lo mismo? Cerré los ojos por un par de segundos, implorando paciencia. Luego los abrí y miré fijamente los suyos.

—¿Qué te hace creer a ti que yo podría darte alguna explicación? —corté de inmediato.

Él apoyó ambos brazos sobre los costados de la banca de madera en la cual recargamos las espaldas. Se acomodó mejor y puso ligeramente su tobillo sobre su pierna contraria.

—¿Para qué usas unos lentes que no te sirven de nada? ¿Por qué te peinas de esa manera tan aniñada? —indagó.

—No te metas.

—Ya te dije, me causa curiosidad entender porqué quieres verte más fea de lo que ya eres, sólo eso. —Comentó con tanta sencillez que resultó sonar hiriente.

—Bueno, don perfección. Debes creerte el chico más guapo de la escuela, ¿no es así? —pregunté en modo despectivo.

Él ni se inmutó.

—Por supuesto que sí. —Contestó el muy sinvergüenza—. Por nada la mayoría de las chicas más guapas de esta escuela han pasado conmigo una noche; o yo por las camas de ellas.

Adam Blake se sentía tan orgulloso de sí mismo que hacía arder de rabia.

—¡Oh por Dios!

Él sonrió como tal triunfador macho alfa que se lleva a la cama a la mujer que se le da la reverenda gana.

—Eres realmente asqueroso, ¿sabes? —finalicé.

Adam se encogió de hombros y rebuscó algo en la mochila que había dejado junto a él. Por un momento, creí que el juego ya se había terminado y me entregaría mi papel, pero el grueso sonido me dijo que eso sería solo un sueño.

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