Inevitables Debates Mentales

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Capítulo Catorce


«Comenzarás a hacer lo que te pida, o sencillamente Millar se enterará de todo. Y cuando digo a todo, es a todo.»

Arrastro con fuerzas mis manos por mi rostro al dejar la taza de café en la encimera de la barra, mientras añado en la bandeja que tendría que llevar al cliente unas medias lunas. Inhale profundamente. Adam Blake había puesto mi mundo de cabeza, y no en el buen sentido. Cada vez que sentía que las cosas se normalizaban, él aparecía como todo un huracán a desatar un desorden infernal.
Debía darme paciencia.

Suspire y dejé la taza de café sobre la mesa del cliente, preguntándole si deseaba algo más, él me hizo un vago gesto con la mano, dándome una negativa como respuesta al contestar una llamada de su teléfono móvil.

-¿Qué te sucede Angelina? -oigo la voz de Tim.

-Nada. Es solo que... -me detengo y muerdo mi lengua.

¡Tengo un coraje!

-¿Peleas con tu chico? -me pregunta y alza ambas cejas.

Suspiro con pesadez.

-Él no es mi chico, Tim. -Aclaro de inmediato. Él sonrió.

-Si tú lo dices -comenzó a secar la humedad de las tazas que yo había sacado anteriormente del lava vajillas.

Estaba más que claro que no me había creído.

La campanilla se abrió y Vins apareció tras ella. Una sonrisa nerviosa se posó en mis labios al verlo; más aún, al notar que Tim se había cruzado de brazos y alzado una de sus cejas.

Disfrutaría el espectáculo.

-Angie -saludó Vins al acercarse a la barra.

-Hola -saludé nerviosa.

-Pasaba por aquí y quise pasar a saludarte. -Justificó cuando él no lo necesitaba hacer-. Te traje una bebida. Creí que podrías tener sed.

El esfuerzo de Tim por contener una risa fue inútil ya que Vins y yo volteamos a verlo.

-Lo siento chicos es solo que... ¡Cielos! Deberías aprender mejor excusas para visitar a una chica. Aquí hay bebidas para regodearse. -Explicó al señalar la máquina con diferentes tipos de bebidas.

Vins se avergonzó.

-¡Dios, Tim! -lo reté con el ceño fruncido.

Tim fingió hacer un gesto de suplica a modo de disculpas antes de volver a hacer lo que había dejado minutos atrás. Yo suspire.

-No hay problema, Angie. Venía a hacerte una invitación. Si tienes tiempo mañana, podrías ir a saludar a mamá. Ella no para de preguntarme por ti.

Mordí el interior de mi labio inferior.

-¡Claro, no hay problema! -le dije.

Vins se alzó un poco del taburete y posó su mano en mi cabeza, atrayéndome a él y sellando nuestra unión en un beso. Cerré los ojos y puse mis manos en los extendidos brazos de él. Se alejó y nos despedimos.

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