Una Parte De Ti

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Capítulo Veinte


Una vez que llegué a casa fui directo a mi habitación, cerré la puerta y me senté sobre la cama, dejando la chaqueta de Adam Blake junto a mí. ¿Qué había sido todo ese espectáculo fuera de su casa? ¿Por qué su semblante lucía tan inquieto pese a su silencio?
Una madre ebria, un padre aparentemente firme y un no tan 'maduro' adolescente viviendo sólo en un departamento, alejado de su familia, ¿qué significaba todo eso?
Un bostezo se me escapó y me eché hacia atrás, cerré mis ojos y mi cabeza aún así no dejó de pensar. Los abrí y fijé la mirada en el techo, suspirando.

En la cafetería él lucía bastante serio, su semblante estaba totalmente diferente al que generalmente tenía. Parecía ido. Como si su cuerpo estuviera presente pero su cabeza a una distancia desconocida. Tal vez, había algo que le pasaba, algo relacionado al estado de su madre. Luego recordé la paliza que le había dado al hombre de la cafetería y mi cabeza armó una especie de rompecabezas; y aunque no tenía todas las piezas, algo me decía que lo que rodeaba la vida de Adam Blake, no era nada bueno.

Froté las palmas de mis manos contra mi rostro y una especie de vibración llamó mi atención; proveniente de la chaqueta de Blake. Fruncí el ceño y me acerqué a ella, metiendo la mano en uno de los bolsillos fue que di con su teléfono móvil. Varios números aparecieron en la pantalla, quién fuese que llamase, no estaba registrado en la lista de contactos de Adam Blake. Mi corazón golpeó con fuerzas, mordí mi labio inferior y una extraña ansiedad por deslizar mi dedo sobre la iluminada pantalla amenazó, suspiré, conteniendo esa curiosa sensación y luego de unos segundos, la pantalla se oscureció y el teléfono dejó de vibrar. Presioné un pequeño botón en la parte superior del aparato y la pantalla se encendió, tenía clave, un código. Me llamó la atención ver de protector de bloqueo la foto del pequeño niño que había visto en una de las fotografías enmarcadas en el hogar de Blake, probablemente, ese chico sí era su hermano. Aunque para ser honesta, esperaba dar con alguna imagen obscena, que podría ser más común tratándose de él.

Negué en silencio y decidí dejar todo de lado, ya era tarde, cerca de las once de la noche y yo sentía que moría de sueño.

El lejano sonido de la melodía de mi teléfono móvil no paraba de sonar, mientras me incitaba a abrir los ojos, yo luchaba contra la agudeza de mis oídos para poder seguir durmiendo. Amaba la canción que tenía de timbre de llamada: We don't talk anymore de Charlie Puth y Selena Gómez, pero la odié cuando inútilmente traté de ignorarla. Sin abrir los ojos, saqué mi brazo de la calidez de las mantas, buscando por algún lado de la mesita de noche el ruidoso aparato, y una vez que di con él, deslicé mi dedo pulgar por la pantalla sin siquiera mirar.

—¿Hola?

—Necesito mi teléfono.

El solo reconocer esa voz provocó que mis párpados se abrieran ampliamente. Adam Blake.

—¿Tu teléfono? —repetí al sentarme de golpe, un poco desconcertada.

—Sí, el que estaba en uno de los bolsillos de mi chaqueta. No me digas que lo perdiste —mencionó en un tono plano pero pude imaginar su rostro irónico.

—Ah..., sí, lo tengo aquí conmigo.

—Estaré ahí en veinticinco minutos.

—Bueno —Adam cortó.

Rasqué mis ojos y luego estiré mis brazos, obligando a los aún dormidos músculos de mi cuerpo a reaccionar. Vi la hora en el reloj en forma de gato y mis ojos se abrieron con espanto, iban a hacer apenas las ocho de la mañana. ¡Cielos! ¿Qué adolescente se levanta tan temprano en día feriado?
Mi cabeza cayó a la altura de mis hombros. Una razón más para detectarlo. Me levanté y acaricié a Gato que aún dormía, sentí una enorme envidia de él. Me metí al baño. Quince minutos después estaba de pie a una cuadra antes de llegar a mi casa, unas planas botas café, un legins azul marino y un delgado suéter crema de lanilla con detalles rosas fue lo que vestí, y al estar de pie con el cabello húmedo me dijeron que no había sido una muy buena combinación de atuendo, pero soporté el frío, con el teléfono y la chaqueta de Blake en mano. La mañana estaba muy helada y podía sentir el ardor en la punta de mi nariz debido al frío. Un molesto ruido llamó mi atención e inmediatamente reconocí el escandaloso automóvil de Adam Blake. Él me vio y se detuvo frente a mí.

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