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PRIMER ENCUENTRO

Sus ojos eran grandes y su mirada penetrante pero el verde de ellos era tan hermoso que me daban ganas de observarlo todo el día. Por supuesto no podía hacer eso porque primero tenía altas sospechas que era el psicópata secuestrador que me perseguía, eso sin contar que no lo había visto nunca en el Wickhill y recuerdan eso de que al menos habíamos visto a todos una vez... exacto. Y segundo, me podía denunciar por acoso cuando el único acosador aquí es el.

—¡Suéltame! —le grité mientras me jalaba intentando escapar haciendo caso omiso al dolor que sentía en el brazo al hacer esto, estaba preparándome para patearlo.

—No hasta que me digas porque demonios me golpeaste y saliste corriendo —su agarré no era tan fuerte y supuse que era por mi herida aunque no tenía sentido. Pude notar que su camisa color negro se había roto de un costado por haber caído sobre el rasposo suelo y conmigo encima. Sentí un fugaz sentimiento de culpabilidad pero lo olvidé cuando recordé la situación.

—Solo toma mi mochila y déjame ir —señale con la cabeza la mochila tirada a lo lejos, la luz de la lámpara más cercana comenzó a parpadear pero el solo seguía observándome—. ¡Déjame ir! —gruñí frustrada porque esquivó mi patada y atrapó mis piernas entre las suyas para evitar que lo hiciera de nuevo.

—No sé de que estás hablando —parecía aburrido de mis esfuerzos por escapar y yo solo quería golpearlo fuerte en su perfecto rostro, estábamos tan cerca que podía sentir su aliento en la cara al hablar y podía sentir todos los malditos músculos de su cuerpo. Era muy alto y aunque yo no era tan baja me sacaba una cabeza, pero aun así me estaba mirando directamente a los ojos con una mirada del todo intimidante. El aire empezaba a mover mi cabello y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, quería salir de aquí—.   ¿Te golpeaste la cabeza al caer? ¿Porque querría tus cosas?

Había cruzado mis brazos a la altura del pecho y aun los retenía por si tenía intención de golpearlo, sí que la tenía.

—Tu dímelo—considere todo lo que podía hacer en esta posición y recurrí a lo primero que se me ocurrió. Le lancé una sonrisa malévola antes de bajar mi cabeza y morderle con todas mis fuerzas un brazo. Soltó una maldición más de sorpresa que de dolor y me soltó. Yo aproveche para salir corriendo lo más rápido que pude agarrando mi mochila del piso.

Cuando pude ver mi casa un alivio inmenso me invadió. Subí los escalones del pórtico con rapidez ya con las llaves listas, abrí la puerta a toda velocidad, entre, la cerré y me recargue en ella. No tenía idea de que acababa de pasar no sabía si creer en él y su cara de no saber que le estaba diciendo o creer en lo que había visto: alguien persiguiéndome y un tipo desconocido apareciendo de la nada en medio de la calle. Fui a la ventana más cercana para ver si en la solitaria calle o el bosque al fondo lograba distinguir algún movimiento pero la dulce voz de mi abuela me asustó hasta casi llorar.

—¿Qué haces cielo?—sus ojos mostraban preocupación por el aspecto que tenía, estaba cansada de tanto correr y tenía un poco de tierra en la ropa—. ¿Qué te paso?

—Yo... Me caí —no era mentira—. Pero estoy bien.

—Tienes que tener más cuidado Emma, ¿Te lastimaste alguna parte?—mi abuela ya estaba en su ropa de dormir y llevaba su corto cabello amarrado a la nuca. No quería preocuparla ya que mañana se tenía que levantar temprano para ir a la cafetería y en vista de que me había librado del tipo decidí esconder mi brazo lastimado y negué con la cabeza.

—Me voy a dar una ducha, descansa —le di un beso en la mejilla y subí las escaleras—. Oh casi lo olvido a Amir le encantaron las galletas.

—Lo sabía, adoro a ese chico—dijo sonriendo mientras subía las escaleras también.

DARKLIGHTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora