V e i n t i s e i s

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DAKRYOS

Estoy vagando entre colores flotando en una tranquilidad infinita, pero nada de esto parece real. Es como un sueño, del que no quiero despertar, arrullándome para evitar que me quiebre.

Pero todo empieza a disiparse, poco a poco vuelvo a sentir mi débil cuerpo, mis piernas queman del esfuerzo al que las sometí y mi cabeza pulsa en un dolor constante.

Me siento cansada y hasta abrir los ojos me toma un gran esfuerzo. La habitación en la que me encuentro esta completamente oscura como si mis ojos estuvieran cerrados aún.

Parpadeo varias veces tratando de que mi vista se acostumbre y pueda distinguir algo, poco a poco ésta se adapta mientras me apoyo sobre mis codos en la desconocida cama en la que me encuentro.

-No te levantes.

La voz proveniente de un rincón de la habitación me sobresalta poniéndome alerta.

Khai camina acercándose al borde de la cama con los brazos cruzados sobre su pecho hasta que su rostro se ilumina por la tenue luz proveniente de la ventana. Afuera es un caos, puedo escuchar la fuerte lluvia impactar sobre el techo encima de nosotros y las ramas de los arboles chocar contra la casa.

Inspeccionó la habitación desorientada buscando una forma de salir de ahí o al menos encontrar algo con lo cual defenderme pero no hay mucho, apenas me encuentro con la cama y un sillón viejo del cual Khai se levanto anteriormente. La puerta no esta lejos pero no estoy muy segura de llegar a ella sin que me atrape primero.

Mis ojos vuelven a él que me observa curioso como si supiera todo lo que estoy pensando, mi corazón martillea fuertemente en mi pecho y no puedo emitir palabra. Todo lo que ocurrió, todo lo que vi y todas las preguntas se concentran en mi cerebro impidiéndome razonar con claridad.

Muevo los pies bajo la sabana preparándolos.

-No...

No lo escucho, quito la sabanas rápidamente de encima de mi y corro a la puerta. Ignoro el dolor de las piernas y que casi caigo piso dos veces este este corto tramo.

La figura de Khai aparece detrás de mi cuando giro el pomo de la puerta tomándome por la cintura, me retuerzo en sus brazos y le doy un puñetazo en el pecho en un intento de liberarme.

-Para, escúchame.

-¡Suéltame!

Nos estrellamos contra la pared y escucho como algo al otro lado cae pero no dejo de tirar golpes.

-¡Emma no voy a hacerte daño! -dice tratando de tranquilizarme-. ¿Quieres parar?

-¡Lo sabías! ¡Sabías de ellos! -grite-. ¿Quién eres? ¿Qué eres?

-Si te tranquilizas te lo diré, te diré todo solo... para.

Eso hace que deje de forcejear dejándonos frente a frente con las respiraciones agitadas. Estoy agarrada de los tensos músculos de sus brazos porque se que ahora mis piernas no me soportaran. Lo miro a los ojos con desconfianza, pudo dejar que esas cosas me mataran pero en lugar de eso me ayudo... eso quiere decir que no es el malo aquí ¿no?

Asiento lentamente con la cabeza y él me imita, después me levanta en brazos y me deja sobre la cama. Un frío repentino envuelve mi cuerpo y me percato de que no llevo mucho más que una camisa gigante.

-No eres humano -digo afirmando lo obvio, pero necesitando escucharlo de su boca.

-No, no lo soy.

-¿Entonces que eres?

-Yo no soy exactamente de este mundo -camina hacia la ventana donde enciende un vela que yo no había visto y después se posiciona a un lado de los pies de la cama manteniendo su distancia-. ¿Vas a escuchar todo lo que voy a decirte sin enloquecer?

DARKLIGHTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora