Capítulo 7

260 24 0
                                    

-¿Cómo que no?- pregunté exasperada- No me pueden decir que no siquiera hice la prueba.

-Pero ya se completaron los lugares- se justificó y antes de que pudiera hablar me interrumpe- Lea el reglamento señorita si se completan los lugares para una competencia se cierran las pruebas.

-No se pueden cerrar las pruebas si no compararon a todos los alumnos- me quejé- no es justo no me dejaron hacer la prueba porque querían un certificado, se los traje y me dicen que ya están seleccionados los alumnos ¿Qué clase de broma de mal gusto es esta?

-¿Qué sucede Ari?- la voz que más odio en el mundo se hizo presente- ¿Irás a darle pena al dueño para que te dejen participar? ¿O irás a follártelo?

-Señorita Ortiz- la interrumpió la directora- no permitiré ese vocabulario en mi presencia.

Rodé los ojos y salí de aquél lugar cerrando con fuerza todas y cada una de las puertas del establecimiento. Entré en mi auto, recosté mi rostro en el volante y suspiré al mismo tiempo que la persona que se encontraba en el asiento trasero, miré a través del parabrisas y divisé a Willy, no me extraña que haya entrado el bailarín, después de todo cuando guardo mi vehículo en este estacionamiento siempre está abierto.

-¿Qué quieres? ¿No te bastó con dejarme como una entregada?- volteé a ver su ceño fruncido- así es, ahora no entré en el internacional y no puedo hacer nada porque creerán que te fui con el cuento- me recosté en el asiento con los ojos cerrados- Esto está todo mal- susurré casi inaudiblemente, pero sé que me escuchó, lo sé porque sentí su respiración contra mis labios, pero aún así no abrí los ojos.

Esto no está bien, si lo beso o le correspondo las cosas cambiarán aún más de lo que ya cambiaron desde que apareció... fue él, fue él quien me devolvió la vida y aún así no puedo agradecerle de la forma que él quiere.

Le di un beso sin su comisura antes de abrir la puerta y salir del auto, él me frenó pero le dije que quería caminar. El muy... no se con que adjetivo calificarlo, me siguió varias cuadras hasta que se detuvo, no quise mirar hacia atrás y tampoco me detuve.

Supongo que una de las razones por la que no quiero intentar nada con él es porque parece demasiado bueno y no le veo ningún defecto, creo que él es mucho para mí y temo no poder cuidarlo como él quiere y terminar herida yo, porque si sale mal algo ese va a ser el resultado yo lastimada. Todos quieren que esté con él, y nadie de las personas que me importan demuestra estar en contra de que esté con él, necesito alguien que me diga que no es bueno o que no me conviene, que me lastimaré yo misma y terminaré mal si lo intento, necesito que alguien se oponga a que lo intente.

(...)

Dejé mis cosas a un lado y me acerqué al centro del salón para sentarme en el suelo. Busqué en mi celular la canción que quiero y la hice reproducir. No tardé en sentir la presión de sus manos a mis costados para levantarme, me giró hacia él quedando de frente, dejándome ver a mi enmascarado.

Con nuestros cuerpos pegados nos movimos, él me guiaba al ritmo de la bachata. Mi rostro pegado al suyo, su cuerpo pegado al mío, su corazón latiendo muy rápido haciéndome dar cuenta que el mío también.

Es bueno saber que por más que durante el día peleemos, tengamos diferencias o incluso estemos distanciados, por la noche él sigue siendo mi bailarín.

En medio de una bachata me quedo quieta, él me aprieta más fuerte a sí mismo como si no quisiera que me alejara, sonreí recostando mi frente en su hombro aspirando si aroma varonil.

Le dije que tenía hambre y él sonrió. Me ayudó a juntar mis cosas para luego dirigirnos a su casa en silencio, por lo menos se que él no se hospeda en un hotel por los paparazzi.

El Baile de mi PerdicionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora