Capítulo 8

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Han pasado dos semanas de la cadena televisiva que dio Aiden diciendo que no me conocía, solo hablamos unos minutos la noche del baile y nada más. Hace seis semanas que no sé nada de él, tampoco es que haya intentado contactarlo.

¿Lo extraño? Claro que sí.

Creí que sabría separar las cosas y continuaríamos hablando pero no.

En este momento estoy preparando las cosas para mañana, empiezan las competencias, primero debo ganar provinciales, para pasar a nacionales y por último a internacionales. Ryan me cambió de academia a una de no tan alto nivel como la de Aiden pero que me permite participar.

Suspiré con cansancio mientras me recostaba junto a Jack, quien reía viendo videos en whats app. Él se volteó quedando de perfil en la cama y frente a mi. Me sonrió antes de juntar sus labios con los míos.

Entramos en el gran salón, el cual me dejaba impresionada debido a su tamaño, me encaminé con mi grupo hasta que una mano en mi muñeca me detuvo, es la delegada, me colocó una pulsera naranja fluorescente como ya tenían el resto de los participantes.

Nos agrupamos cada quien en su lugar asignado mientras discutían quienes iban a participar en cada baile, se permiten hasta dos parejas por categoría.

Al ver la cantidad de gente los nervios se apoderaron de mi y pronto sentí el almuerzo volver a mi boca. En un abrir y cerrar de ojos estaba en el baño devolviendo la comida del día, o de la semana completa. Alguien cogió mi cabello y sentí una mano palmear mi espalda, casi al instante reconocí el tacto o mejor dicho el cosquilleo que este dejaba en mi piel con un simple rose.

En cuanto pareció que ya todo había salido, el nerviosismo se transformó en agua salada que brotó a cascadas de mis ojos. Sin soltar el agarre de mi cabellera, con ayuda de su mano desocupada hizo correr el agua y limpió mis lágrimas, mejor dicho intentó limpiarlas porque fue en vano, seguían fluyendo. Me ayudó a ponerme de pie y casi al instante me aparté de él yendo hacia el lavabo donde lavé mis manos y boca. Al verme en el espejo lo primero que distinguí fue la sonrisa de Aiden, no es una de burla o arrogancia, parece más una nostálgica, volví mí vista a mí y limpié el maquillaje corrido.

-Tal vez deberías quitarte la remera- dice ahora serio, pero puedo ver una sonrisa asomándose, fruncí el ceño- Ok, cerraré los ojos- dice ahora sí sonriendo y con las manos alzadas en señal de paz, miré mi remera manchada con mi almuerzo antes de volver mi vista a él quien con los ojos cerrados se quitaba su saco y me lo tendía, me lo iba a poner encima pero me detuvo- Que ni se te ocurra, Eso vale tres veces más que la inscripción a la academia.

-¿Me estás jodiendo? ¿De qué es tu saco de oro?- y su sonrisa me lo dijo todo- si querías verme sin remera me lo decías y ya- rodé los ojos antes de quitarme la remera con cuidado de no ensuciar mi cabello quedando en sujetador, no me perdí de su mirada ni de sus comisuras alzadas- ¿Te gusta lo que ves?- sonrío triunfante al ver su mirada y solo porque me encanta molestar llevé mi mano a mi estómago plano- Creo que estoy algo gorda- murmuré viéndome al espejo.

Me sobresalté al sentir su mano en mi espalda y lo miré directo a sus ojos.

-Eres perfecta- musita deslizando sus dedos por mi piel y causando hormigueos a su paso- Eres la perfección en persona- susurra más para sí mismo que para mí pero logro escucharlo.

Cierro los ojos disfrutando de su tacto antes de volver abrirlos y fruncir el ceño.

-¿Qué es esto?- exijo agarrando su muñeca apartándola de mi piel y dejando a la vista la pulsera naranja, él se encogió de hombros antes de liberarse de mi agarre y ponerme su saco- No podemos hablar entre contras.

El Baile de mi PerdicionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora