Capítulo 12

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Julián me observa y luego la casa, luego a mis niñas y a la casa, final mente a Ruth y a la casa.

-Está bien- se encoge de hombros- ¿En cuanto tiempo pretenden...?

-Si es posible hoy mismo- habla mi amiga- pero si no es molestia, yo no puedo ayudar económicamente pero si a ordenar un poco, la casa está limpia, solo falta el amueblado que ya nos adelantamos.

-Díganme por favor que usaron la de débito- ruega con sus manos unidas.

-Esa misma, por ello estás aquí...- bajo la mirada avergonzada- necesito tu ayuda, contactos y experiencia para hacer la mudanza hoy mismo... ayuda económicas, unos cuantos camiones y guía.

-¿Crees que te diría que no?- me encogí de hombros levantando la mirada- Cielito, amo mis pelotas como para arriesgarme a que Aiden me las arranque con una lima de uñas oxidada. Claro que cuentas conmigo, déjalo todo en mis manos y las del intento de Avril Lavigne- dice haciendo referencia a mi amiga- y ve a empacar tus cosas, en la noche pasaré por ti y quiero a esos soles agotados para que vayas con tu amado, quien está bastante enojado, al punto de que ya ladra.

Hago una mueca. No he hablado con él en todo el día de ayer, me ha llamado y no he contestado. A mandado a buscarme y nada. Intentó hacer video llamadas y nada. Le envié un video y varias fotos de las niñas, obvio que las tres, y él ha contestado halagando sus bellezas y cuanto las extraña.

(***)

Despierto y lo primero que hago es adentrarme al baño antes de que lloren las niñas. No me gusta la idea de que estén en habitación separada porque quiero tenerlas cerca y la idea de ellas, solas, en sus cunas, me asusta, pero no podemos meter dos cunas y una cama, debemos enseñarles a tener cada quien su habitación.

Por el momento las tres comparten, Brihanna dijo no importarle que ellas lloren. Aclaró que prefiere estar con ellas, a sola en una habitación.

Me lavé la cara, vacié mi vejiga, cepillé mis dientes y peiné mi cabello dejándolo en una coleta. Suspiré viendo mi imagen en el espejo. Grandes marcas oscuras decoran mi pálido rostro bajo mis ojos. Las niñas han despertado durante toda la noche, eso sumado a la preocupación por Aiden que ordenó a sus hombres decirme que está bien. Intenté de todo para que me dijeran que había ocurrido, pero nadie quiso decirme. Porque esa es la realidad, él no les pagó para que se callara, el se los pidió y ellos decidieron hacerlo, lo se porque me he ganado la confianza de Efraín.

Salí para caminar por el pasillo hasta la habitación de al lado. Lo primero que vi fueron las cunas vacías y lo segundo, la ausencia de las tres niñas en la habitación. Revisé en el baño y nada. El miedo se apoderó de mí. Se que es estúpido llamar a mis bebés ya que ellas no entienden aún, pero no pierdo la oportunidad de llamar a la pequeña castaña.

La llamo a gritos y al no obtener ningún tipo de respuesta la desesperación se convierte en lágrimas y un nudo se forma en mi garganta impidiéndome emitir algún sonido además de mis sollozos.

Mi vista borrosa no me permitió ver al gran cuerpo con el que resulto chocando. Levanto mi vista y seco mis ojos bruscamente encontrándome con el ceño fruncido de Efraín.

-¡¿Dónde están mis hijas?! ¡No están en sus cunas!- grito desesperada.

-Están con el Señor Rockford en el jardín, las tres- aclara.

Maldigo en silencio a Aiden, y al mismo tiempo lo agradezco y lo adoro. Prefiero que él esté con ellas a cualquier otra persona.

Me recuesto por la pared y me deslizo hasta llegar al suelo, tratando de estabilizar mi corazón, el cual late con demasiada fuerza y velocidad.

El Baile de mi PerdicionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora