Dicen que mientras una persona crea, es posible. Yo siempre quise, jamás dejé de creer que pese a todo yo tendría a mis princesas conmigo. Las posibilidades de vivir este momento eran nulas y aquí estoy.
Sudada, cansada, aturdida, pero feliz. Ellas están sanas y a salvo. Hubiese querido que Aiden estuviese aquí, pero como el dicho dice, no se puede todo en esta vida. Las enfermeras se acercan, primero una y luego la otra, ambas con mis pequeñitas en brazos.
-¿Cómo te sientes Sahara?- pregunta el doctor, pero yo solo niego con mi rostro al mismo tiempo que las lágrimas luchan contra mis párpados- Descansa, ellas estarán bien...- asentí aún no queriendo que me las quiten- Betthannia y Britthanny ¿verdad?- suspiré asintiendo.
Le había dicho los nombres antes del parto por quería verlas con sus pulseras de nombres desde antes de que nacieran.
Desperté por los murmullos. Frente a mi Jack, Kyle, y Ruth. Suspiré para que notaran mi presencia y ellos se giraron hacia mi con sonrisas macabras. Humedecí mis labios y ellos me imitaron, fruncí el ceño y ellos también, les saqué la lengua y comenzaron a reír.
Jack se acercó a mi con una sonrisa, por un instante creí que besaría mis labios, pero se desvió a mi mejilla, la cual acarició con su nariz.
-¿Qué tanto duele?- preguntó mi amiga rompiendo el momento.
-¿Recuerdas cuanto dolió perder tu virginidad?- ella lo dudó un instante luego asintió- pues ese dolor no se compara a este, duele mucho.
-Que gran respuesta, La madre de tu novio dijo que dolía como cortarte la mano con un papel y luego hundirla en un vaso de alcohol y tu me sales con la virginidad...- fruncí mi ceño.
-¿Cuándo hablaste con ella?- su boca formó una gran "O" que cubrió con una de sus manos y luego apuntó hacia la puerta.
Lo que me dio a entender que la madre de Aiden está afuera de la habitación y yo estoy desarreglada, desalineada y además ojerosa. Suspiré cerrando los ojos. Me preguntaron para hacerla pasar y en respuesta pedí a mis hijas.
Como si hubiesen oído mis plegarias, la puerta se abre dejando ver a mi doctor y dos enfermeras, cada uno traía a una de mis princesitas. La mujer tras de ellos la reconocí al instante, al parecer pedía verlas y ellos no se lo permitían.
Jack me ayudó a acomodar las almohadas para poder sentarme. Sí, mi vagina duele un poco aún, me dijeron que se iría pronto pero no cuando.
La señora me pidió permiso con la mirada y le asentí con una sonrisa. Pero lo que ganó mi atención fue la cantidad excesiva de globos, regalos, peluches y demás que divisé en el pasillo.
El Doctor Richard me tendió a Britthanny, según su pulsera de recién nacida, besé su pequeña frente. Ella es chiquita, está vestida con un mameluco lila y blanco a juego con su gorro. La cubrí con sus mantas acariciando su mejillita ya que hasta sus manitos están cubiertas. Sonreí admirando su belleza. Moví su gorrito para admirar su cabellera que parece querer ser naranja, algo que llama mi atención.
-Debes alimentarlas- asentí sorbiendo mi nariz, ganándome todas las miradas- ¿Quieres que te dejemos sola?- negué horrorizada.
Ya llevo tiempo sola, ya no quiero estar sola.
Desprendí mi remera y Jack me ayudó con el sujetador, el cual también se desprende por adelante pero con una mano me es imposible. Guío mi pezón a su diminutos, pero aún así carnosos labios los cuales atrapan cierta zona de mi cuerpo para, rápidamente, comenzar a succionar de una forma que me produjo cierto dolor.
-Al ser la primera vez, sumado al hecho de que tiene hambre es normal que te moleste, duela o incluso te resulte incómodo, pero no debes preocuparte, luego de un tiempo te acostumbrarás y hasta habrá momento en los que te producirá cosquillas.
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El Baile de mi Perdicion
Roman d'amourUna noche... Un baile... Un enmascarado... Muchos misterios... Un amor... Una nueva historia...