- ¡Tú decidiste ocultarme cosas! - no puedo evitar alzar mi voz, tengo tanto coraje ahora mismo
...
- ¡No te dije la verdad, porque era demasiado difícil para mi, porque no quería de ningún modo destruir eso que tú construiste! - declara rogando
- ¡...
Llegue mas temprano esta vez. Amarán el capitulo tanto como yo ¿o no?
¡Disfruten!
Suspiro por tercera vez desde que llegue aquí. A veces creo que es eso lo único que se hacer. Siempre que suspiro es para tratar de calmar la ansiedad que a veces me da estas situaciones. Ya casi terminamos de almorzar, pero no dejo de sorprenderme por cada palabra que sale de la boca de mi abuelito.
Me arrimo contra el espaldar de la silla, giro mi cabeza hacia la ventana y le doy una pequeña mirada a la calle que tengo a mi costado. Una madre cruzando por la vereda, tiene en su mano izquierda a una niña que camina a su lado y a la vez con la otra mano, empuja un coche de bebé. También cruza una pareja de jóvenes, ella tiene un embarazo muy avanzado y mantiene su mano en su barriga todo el tiempo que cruza la vereda, ambos comen un helado.
Ellos parecen más felices que yo en este momento. Desearía por un día tener sus vidas y saber que se siente.
Siento una mano cálida encima de la mía otra vez. Giro mi cabeza hacia mi abuelo. Él me sonríe.
- Sé cómo te sientes Emma – dice y niego un par de veces.
- Nadie sabe cómo me siento – le aseguro – y nadie desearía estar en mi lugar.
- Todo tiene solución. Sé que tú vas a encontrar una para esto – asegura sonriente.
- Mi mamá... no me quería desde el día que supo que estaba en su vientre – es duro más cuando las palabras salen de mi boca – intentó abortarme un par de veces – duele, como si me apuñalaran – si no fuera porque la familia intento detenerla, lo hubiera logrado – sigue bombeando – no quiero imaginar en todas las maneras en las que ella pudo haberme demostrado su rencor. Era una niña y no lo recuerdo. Y ojalá no lo recordara nunca – digo y ahora estoy más segura que ella nunca me amo – adopto un año después a George. A él lo crió como si fuera su hijo, él no le recordaba que no pudo cumplir su sueño. Por eso es que él siempre será el preferido – musito esto último. Ya las palabras no quieren salir de mi boca.
Hay lágrimas en mis ojos. Muchas. Porque por más que quisiera que esto no duela. Duele.
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Las manos de mi abuelo limpian un poco mis lágrimas.
- Ya no tengo apetito – digo
- Menina escúchame bien lo que te voy a decir – pide, tomando mi rostro en sus manos para que lo mire – tú no estás sola. Me tienes a mí, tienes a tus otros abuelos y a tu padre – asegura – cualquier cosa que necesites, tu solo llámame. Yo estaré tanto como pueda para ti. Solo necesito que entiendas dos cosas. La primera, que, si nadie nunca te lo digo, es porque no queríamos hacerte daño y porque tampoco nos correspondía. Era un asunto de tu madre. Ella debía decírtelo. Y la segunda, ella tenía 20 años Emma, cuando se enteró que estaba embarazada. A esa edad no estás listo para algo así, a esa edad tienes otros planes. No la estoy excusando, porque yo jamás estuve de acuerdo con su forma de tratarte. Tu madre siempre fue una mujer difícil. Admiro a mi hijo, por la valentía que tuvo de luchar a su lado – dice y asiento levemente – Enfrenta todo Emma. Demuéstrale a tu madre que llevas más sangre de Santana que de la suya. Demuéstrale que tú eres distinta al enfrentar esto. Cara a cara – me mira como si esperara una respuesta
