Victoria danzó de un lado a otro, aún temblaba por momentos al imaginar que las cosas salieran mal. Hacía mucho que se dirigía a Dios, quizás El ya se había olvidado de ella, la había borrado de sus contactos telefónicos. Sin embargo se serenó y se sentó a hacer una suplica por la vida de su padre. Después se sintió un poco mas tranquila, pero no dejaba de pensar cómo se acabaría su vida si su padre moría, el era el único que la escuchaba, que la comprendía, que la apoyaba. Sintió una opresión en el pecho que casi la deja sin respiración y sollozó, las lágrimas se derramaron sin contención alguna. Y ella maldijo, odiaba llorar, era para débiles, ella resolvía los asuntos con cabeza fría, en los negocios era implacable, pero su padre era su talón de Aquiles. Trató de serenarse y entró al baño de la habitación a lavarse el rostro. Después de miró al espejo y pensó lo patética que era su vida, y lo mucho que había desperdiciado el tiempo con su padre. Respiró hondo y la puerta de la habitación se abrió, ella salió con rapidez pensando que era el médico. Pero se encontró a su hermana a quien había tenido que llamar.
- Como está? - preguntó Cristina angustiada.
- Aun no lo sé.
- Que sucedió?
- Otro infarto!
- Que le dijiste? - Victoria se tensó y la miró con furia.
- Así que automáticamente piensas que algo debí haber hecho... Que fui yo la culpable?
- No seria la primera vez que por tu culpa sucede una desgracia.
- Oh vamos hermana, tu no estás exenta de culpas.... No voy a permitir que me culpes por esto, el dormía y los monitores empezaron a sonar, llamé a la enfermera y el médico llegó. Se lo llevaron para intervenirlo enseguida. - Cristina se sonrojó pero no se disculpó. Se dio la vuelta y mirando por la ventana para evitar ver el rostro de su hermana. Respiró hondo y lloró en silencio. Victoria respiraba con dificultad por el enojo, el abismo entre ellas era enorme. Las diferencias insalvables, recordó con dolor cuando eran una sola, y sus ojos se llenaron de lágrimas otra vez, pero en esta oportunidad se negó a derramarlas. El ambiente permaneció tenso, ambas sentadas de un lado a otro de la habitación, calladas, inmersas en sus pensamientos y sentimientos, ninguna se miraba, ninguna hablaba. Heriberto entro entonces en la habitación y ambas mujeres se levantaron como un resorte.
- Como está? - preguntó Cristina
- Fuera de peligro - sus expresiones mostraron alivio - Estará en cuidados intensivos esta noche, allí no podrán verlo, sugiero que descansen esta noche, a ambas se les ve agotadas.
- Va a vivir? - Interrogó Victoria con los ojos llenos de lágrimas. Heriberto la miró y quiso abrazarla, su corazón saltó al recordar el beso antes de la operación. El asintió.
- Estas 24 horas serán cruciales, pero me parece que tiene buen pronóstico, yo me quedaré esta noche y ustedes se irán a descansar - Heriberto les sonrió con dulzura, Cristina sacudió la cabeza
- Me quedaré! - Victoria observó a Heriberto y el le mantuvo la mirada unos segundos antes de mirar a Cristina.
- Vete a descansar Cristina, aquí no serás de ayuda. Yo las llamaré de presentarse algún cambio.
- Lo prometes? - Cristina le tomó la mano y le miró suplicando - El es todo para mi, por favor. No soportaría estar lejos de el si...
- Cuando descanses te sentirás con mas fuerza - Heriberto le palmeó la mano a Cristina con ternura y Victoria sintió un dolor agudo en el centro del abdomen. Fruncio el ceño y pensó que no tenía porque sentirse así. No en esas circunstancias y menos por ese hombre que apenas conocía. Se enderezó y habló con voz dura.
- Seguro que no podemos verlo? - Heriberto la miró entonces y sacudió la cabeza
- Prometo que las llamaré si reacciona antes que estén acá. - Miró su reloj - Son las 2 de la mañana, así que vayan a dormir, no las quiero aquí hasta las 10 de la mañana por lo menos.
- Gracias por todo Heriberto - Cristina le sonrió y tomó su mano con fuerza, luego salió sin despedirse de su hermana. - significa mucho para mi.
Heriberto y Victoria entonces en el silencio de la habitación se miraron sin pronunciar palabra alguna, el la examinó, la detalló, pensó que era increíble como acababan de conocerse y aun así mirarse como si se conocieran desde siempre. La expresión de ella era de cautela, lo estaba evaluando, el sonrió entonces.
- Como te sientes? - Su voz sonó ronca y sensual y a ella le estremeció entera. Sintió sus manos sudar y las pasó con delicadeza por su pantalón.
- Asustada! - Dijo y se asombró ella misma de su confesión. El se acercó entonces a ella y le pasó una mano por el cabello, ella lo miró como hipnotizada, y el le miró los labios, su nariz, sus ojos y volvió a sus labios.
- Todo va a estar bien. - Ella pensó "el es un tranquilizante humano", sentía su cuerpo relajarse a medida que el hablaba, que se acercaba, evocó el beso y abordó el asunto.
- No quiero que vuelvas a besarme! - Dijo ahora con voz firme. Pero sus ojos decían otra cosa. El sonrió y ella se sofocó. -
- Yo creo que te gustó... Igual que a mi.
- Eres un engreído - El rió y se acercó aun más.
- No eres tan dura como quieres hacerme creer Victoria. - Ella dejó de respirar y fruncio el ceño, pocas personas se ponían de su lado, casi siempre ella era la mala. Sintió como sus ojos se volvían a anegar de lágrimas y maldijo entre dientes. Se dio la vuelta y el la sostuvo para que no se fuera. Respiró cerca de su oído. Sus manos la acariciaron ofreciéndole tranquilidad y sosiego. - Relajate, estas tensa... No te agota la fachada de mujer dura?
Sus palabras suaves y susurradas al oído causaban ambivalencia en Victoria, por un lado calmaban su espíritu, por otro lado la inflamaban de deseo. Heriberto inhaló el aroma de su cabello y la apretó con fuerza hacia el, ella sintió su erección y se dejó caer con suavidad sobre su pecho, sus músculos se relajaban con cada toque de el, la estaba desprotegiendo, gimió por el tiempo que no sentía la protección de unos brazos masculinos que la arroparan y la hicieran sentir deseable.
- Desde que te vi en el ascensor supe que algo entre nosotros se había desatado... - El imprimió un beso en su cuello y saboreó con su lengua su piel, ella soltó el aire contenido y pensó que estaba al borde de la locura, el deseo impedía que pensara con claridad. El la volteó y la miró con deseo, miro sus ojos y sus pupilas estaban dilatadas, sus mejillas sonrosadas y sus labios entreabiertos, todo daba prueba de que ella se sentía en la misma bruma de deseo. Así que Heriberto no espero más y la tomó de la nuca y la besó, pero esta vez el beso no tenia el objetivo de calmarla, ni de consolarla; buscaba marcarla y hacerla suya.
Ella le correspondió con la misma pasión, se colgó a su cuello y compitió con su lengua, quien de los dos lograra doblegar al otro, Heriberto gimió, ella sabia a ambrosía, y olía como el verano, sus manos la apretaron en su cintura conta su erección, y ella dio un gritito en su boca, pero continuó, sus manos se aferraron a los hombros masculinos y sus uñas se hincaron en él, el bajó las manos a su trasero y la tomó con más fuerza, como si quisiera encajarla en el para siempre, maldita sea el oxigeno que tuvo que separar sus labios para buscarlo, ella no podía ver por el deseo y el pasó a devorar su cuello, ella gimió y el la chupó con fuerza. Sus manos atrevidas se metieron bajo su blusa y al sentir la mano suave pero firme, Victoria tembló pero pareció despertar y con fuerza lo separó de ella, el preso del deseo no pareció entender el mensaje y la besó en los labios de nuevo y ella gimió, el mordió con dulzura su labio inferior y ella volteo su rostro y gimió.
- Sueltame...
- Victoria... - El besó su cuello de nuevo. Y ella pensó por un momento dejarse llevar hasta el final de las consecuencias, el la besó una y otra vez en el cuello. - Eres hermosa... Perfecta... Te deseo tanto...
- Sueltame por favor... - El comprendió entonces y se separó con suavidad, odiando tener que soltarla, detestando tener que dejarla de besar. Victoria se sentía vulnerable, el deseo la había arrojado a este hombre que apenas conocía, "¿cuando vas a aprender?" se separó con dificultad y su mano temblorosa subió a su cabello, ahora despeinado su moño, suspiró frustrada. Estaba condenada a ceder a la pasión sin medir las consecuencias, casi sollozó, sus ojos se humedecieron y ella se dio la vuelta. Odiaba llorar pero ese día parecía no saber hacer otra cosa.
- Victoria... - El fue a tocarla pero ella dio un Respingo.
- No... No me toques otra vez - Era mitad orden mitad suplica, este hombre con ojos divertidos y sonrisa sensual estaba derrumbando todas sus defensas, y ella no sabia como enfrentarlo, se sentía vulnerable con el, maleable, y estaba total y absolutamente segura que no saldría con vida si se dejaba arrastrar por la pasión. Antes que pudiera ceder a él y sus besos de nuevo, tomó su bolsa y corrió como alma que perseguía el diablo.
Ninguna de las dos mujeres durmió esa mañana con tranquilidad, lograron descansar, ambas aparecieron muy temprano en la mañana en la habitación de su padre en el hospital, la enfermera les aseguró que la noche había estado tranquila y que el doctor aparecería para darles informe de la situación de su padre. Estaban sentadas calladas en la habitación, hasta que Cristina rompió el silencio.
- Papá necesitará un ambiente de paz. - Victoria alzó una ceja al ver que su hermanas se dirigía a ella.
- Estoy de acuerdo!
- Hagamos una tregua... Solo por el - Cristina pensó que las palabras se le atragantarian, había estado dándole vueltas al asunto toda la madrugada, su padre había tenido dos infartos seguidos, lo que menos necesitaba era a sus dos hijas lanzándose acusaciones a diario.
- Que propones? - Victoria la miró con cautela.
- Quiero disculparme... - Victoria sintió como si la hubiese abofeteado - No debí insinuar que el infarto de papá había sido tu culpa.
Victoria no supo como reaccionar, podía enfrentar a la Cristina que la miraba con desprecio y la acusaba de su infelicidad, pero verse cara a cara con la Cristina de antaño, aquella Cristina que siempre daba la cara por ella, le sacudió el corazón, sintió como la sangre se agolpaba en sus oídos y su corazón latía con rapidez. Carraspeo y bajó el rostro unos segundos. Pero lo subió al escuchar a Cristina continuar.
- Quiero que mientras papá esté recuperándose no hablemos del pasado. ¿Crees que podrás?
- Por papá estoy dispuesta a cualquier cosa. - Dijo Victoria, Cristina asintió y ambas callaron de nuevo. La puerta se abrió y Heriberto entró con una sonrisa, Cristina sonrió y sus ojos se iluminaron, gesto que no pasó desapercibido por su hermana.
- Buenos días!
- Hola Heriberto como estás? - Dijo Cristina amablemente
- Bien gracias, algo cansado, pero nada que no sea común en la vida de un medico. - Miraba a Cristina con una sonrisa
- Como está? - Preguntó Victoria y Heriberto ahora la miró fijamentey sus ojos se encendieron de pasión .
- Estable! Aun estará en cuidados intensivos -
- Se salvará?
- Creo que puedo decir sin temor a equivocarme, que saldrá de aquí para una academia de baile - Cristina juntó sus manos y rió de alegría, corrió y le tomó las manos a Heriberto.
- Gracias.!! No sabes lo mucho que te agradezco esto - Cristina entonces lo abrazó y Victoria se quedó rígida, apretó los puños y sus ojos se encendieron de furia. Sintió un dolor penetrante en el pecho, como si alguien le arrancara el corazón sin piedad, pero se negó a sollozar de dolor. Cristina se separó entonces de Heriberto y su sonrisa contagió a Heriberto quien la veía encantado.
- Me alegro que puedas sonreír así. - Cristina miró a Victoria y se dio cuenta de su rigidez, fruncio el ceño y Victoria la miró, por unos segundos solo se vieron y ninguna dijo nada, Victoria considerando cuanto mas podía ser capaz de odiar a Cristina, y Cristina evaluando la tensión en su gemela. Heriberto pareció darse cuenta que algo iba mal, así que intervino. - Sucede algo Victoria? - Ella desvió la mirada entonces a los ojos de Heriberto y sacudió negativamente.
- Quiero ver a mi padre. - Dijo con voz dura.
- Veré que puedo hacer - Dijo y su rostro mostró ternura al verla, pero sus ojos no podían engañar a Victoria, había deseo, pero ahora se preguntaba quien era el objeto de ese deseo, ¿seria ella... O Cristina? ¿Estaría condenada a desear a un hombre que no le pertenecía? ¿Cristina y ella se enfrentarían de nuevo? ¿Podria sobrevivir esta vez?
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"Tu Eres Mi Elección"
FanfictionCristina Maldonado Rivas es una mujer vivaz y noble, fotógrafa retirada, divorciada de Alonso Rivas un hombre seductor, mujeriego, que no supera su divorcio, la persigue y con sus celos enfermizos hace que Cristina se convierta en una mujer precavid...