Capítulo Trigésimo Octavo

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- No pudiste matar al pusilánime de Rivas ¿y vas a matarme a mi? - Cristina lanzó un grito ahogado. Dionisio la miró fijamente y vio el dolor en sus ojos verdes. 

- No fuiste tú... - su afirmación escondía una acusación. Dionisio solo la observó, pero el movimiento de su padre llamó su atención, el se acercó a Cristina, y el corazón de Dionisio se detuvo un instante. 

- Rivas estaba entorpeciendo todo con su salvajismo, - Iginio dio un resoplido suave y alargó la mano hacia el rostro de Cristina, acarició su mejilla y ella se estremeció, Dionisio se movió para lanzarse sobre su padre, pero fue lanzado al suelo con estrépito. Su labio comenzó a sangrar por el impacto contra la superficie dura y el hombre que lo había tirado, colocó su pie en su espalda. Cristina respiró con dificultad y una lágrima recorrió su mejilla, Iginio no se había volteado siquiera, continuaba mirándola, ajeno al resto. - Fuiste toda una revelación Cristina. 

- No... No lo entiendo - Dijo temblorosa. El se apoyo en su baston y la observó con gesto pensativo. 

- Lograste engañarme... Me costó saber cuál de mis muchachos sacrificaría su vida por ti. - Enseguida miró a Victoria con gesto de disculpa. - Ya no me queda duda...

- Está loco - Dijo Victoria entre dientes. 

- Estoy seguro que tienes razón. Levantate Dionisio... - Su hijo fue liberado y se levantó con rapidez, se limpió el labio sangrante y apretó los puños. Su padre se volvió a él, y se acercó hasta quedar frente a su hijo. - Te dejé una maldita tarea... Y no fuiste capaz de cumplirla. Debí suponer que tu idiotez no había mejorado... Tenias que mantener arriba el imperio Ferrer, y una falda te altera por completo.. No en vano siempre aposté por Heriberto. 

- Ya basta... - Dijo Cristina al percibir el dolor en la mirada de Dionisio. - Qué clase de padre le habla así a su hijo. - Dijo con furia Cristina 

- Un padre sincero... O es que la bella y dulce Cristina no sabe de tu problema. - Dionisio apretó los dientes, deseaba asesinar a su padre. Iginio sonrió con satisfacción. - Un tonto disléxico. 

- Es suficiente padre... - intervino Heriberto. - Dejalo en paz y acaba de una vez con esto. ¿Quieres vengarte? Hazlo. 

- Siempre en defensa de tu hermano. Un corazón débil no llega muy alto. - Los ojos de Iginio mostraron un momento fugaz de tristeza. Pero su expresión se tornó de nuevo ceñuda. - Pero tienes razón. Acabaré con esto. Caminó hasta quedar en medio de ambas hermanas, su mirada fija en sus hijos. Extendió su arma y vaciló, las miró alternadamente - Existe un grave problema... No puedes luchar contra la naturaleza, no es así hijo? - Preguntó mirando a Heriberto. - Resulta que sobreviví a una maldita explosión, pero ahora una maldita enfermedad esta acabando conmigo. 

- Tienes cáncer... - Dijo Heriberto con voz suave 

- Así es... Pero existe una sola cosa en el mundo que no he logrado. Y sólo no puedo. Así que allí entran ustedes. - dijo señalándolos

- ¿Qué quieres? - Pregunto Dionisio. 

- Quiero que maten al asesino de su madre. - Dionisio entorno los ojos. 

- Ya está muerto, así que deja en paz a Cristina. - Iginio desestimó la orden. 

- Por eso no eres el mas inteligente Dionisio. Mataste a uno de mis enemigos si, pero no al maldito que acabó con la luz en los ojos hermosos de mi Diana. - Dionisio frunció el ceño 

- No vamos a matar por ti - Dijo Heriberto - Estas loco - Iginio hizo un movimiento y todos sus hombres abandonaron la habitación. Al estar solos continuó hablando. 

- Allí es donde entran sus hermosas damas. - Iginio apuntó a una y luego a la otra. -si no consigo mi venganza, una de ellas morirá.. Así sentirán lo que yo sentí.. - Cristina y Victoria abrieron los ojos con terror. Heriberto volvió a palidecer y Dionisio entrecerró los ojos. - Es fácil... ¿No les parece?

- El cáncer te ha enloquecido - Dijo con voz dura. 

- Quizás... Pero conseguiré mi venganza... Entonces... ¿será la dulce Cristina? - dijo apuntandola, Cristina miró a Dionisio aterrorizada, el apretó los puños consciente de qué no la dejaría morir. - ¿O la apasionada Victoria? - Heriberto vio sus peores miedos hechos realidad, su padre lo ponía entre la espada y la pared, Victoria levantó la barbilla con rebeldía, pero sus ojos estaban aterrorizados, lo miró y le sonrió con tristeza. Él supo que dejarla morir no era una opción. - ¿Quien se encargará del asunto? 

- Yo lo haré - Dijo Dionisio. Cristina negó con la cabeza

- No... Por favor. 

- Dionisio - Intervino Heriberto 

- Dejala ir. - Lo ignoró y habló a su padre. 

- No hasta que me traigas el cuerpo, y pueda escupir sobre él. - Dijo con pasión. 

- Dionisio... - susurró Cristina 

- Quiero que me des tu palabra que la liberarás... Que la dejarás en paz para siempre. - Iginio sonrió con burla 

- Cuánto pega el amor, muchacho... Si puedo ver el cadáver de ese maldito, podrás tener a tu mujer. 

- Cristina... - Dijo Dionisio mirándola con vergüenza. - Lamento esto. No tenias que estar en esta posición, es mi culpa. Y lo lamento - Ella derramó unas lágrimas y el casi maldijo - No volveré a hacerte daño... Así que confiaré en que te liberarán, Heriberto se encargará. 

- Esto es una locura hermano. 

- Tu siempre fuiste el preferido... Él no dudará en matar a Cristina. - Le habló a Heriberto

- No hagas esto... Tu no eres asi - Dijo con voz temblorosa Cristina

- No tengo nada bueno que ofrecerte. 

- Claro que si... Ya me lo diste - Dionisio suspiró, era tan difícil renunciar a ella. - Dionisio... Estoy embarazada. - Fue el turno de Dionisio para palidecer. 

- ¿Qué dijiste? - Dijo con voz baja

- Voy a tener un hijo... Tuyo. - Dionisio cayó de rodillas y suspiró. Ella le miró con infinito amor. 

- Vaya, vaya.. Ahora si se me puso difícil el asunto. Nietos aquí, nietos allá. Maldita sea... - Dijo Iginio comenzando a desesperarse. 

- Abandona esto padre... Estás haciéndonos daño, y con esto no recuperaras a mamá. 

- Tu qué sabes... La abandonaste... Ella sufrió por tu causa... Debí haberte hecho pagar cada lágrima de sus hermosos ojos... Y quizás deba hacerlo con tu querida Victoria. - Heriberto comprendió que su padre estaba perdiendo el juicio. - Son un par de malagradecidos... Ella era la mejor mujer del mundo... Y ustedes - Un zumbido molesto sonó a oídos de Iginio y él se tapó el oído derecho... Maldijo dos veces y se sostuvo con fuerza al bastón, Dionisio frunció el ceño y se levantó con suavidad, si tan solo pudiese asegurar que no lastimaría a ninguna de las gemelas. Iginio trastabilló hacia atrás, pero se sostuvo , el ruido y el mareo pasaron y sacudió la cabeza, sus reflejos fueron rápidos al ver a uno de sus hijos desenfundar su arma, ambos apuntaron al mismo tiempo y dispararon. 


Continuará...

Aproveché una red disponible... Aún no me resuelven mi problema de conexión. Espero disfruten estos cortitos que pude escribir. Besos

"Tu Eres Mi Elección"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora