Capítulo Cuadragésimo Tercero

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Cristina entró en su casa con expresión desolada... Juan Carlos la observó entrar y se levantó rápidamente del sofá donde leía el periódico del día. 

- ¿Caramelito? - Cristina miró a su padre y sus lágrimas fueron inevitablemente derramadas, se abrazó a él llorando. - Ese maldito... Voy a matarlo... ¿Que sucede mi vida? - Después de sollozar sobre el hombro de su padre y recibir sus caricias, Cristina se sorbió la nariz y respiró hondo. - ¿Qué te hizo? 

- Nada... - Cristina se esforzó por calmarse - Es solo que.. Dios... No creí que amarlo me iba a doler tanto. 

- No debiste verte con él... Debería buscarlo y ahorcarlo por hacer llorar esos ojitos tuyos. - Su padre le acarició el cabello. Ella lo miró con ojos tristes. 

- No te preocupes papá... Voy a estar bien - Sin embargo al decirlo le pareció tan imposible - Ahora solo me importa mi hijo. 

El timbre sonó y Cristina se secó las lágrimas pero le hizo un gesto a su padre que abriera por ella. El fue hasta la puerta y Victoria entró con lágrimas en los ojos, Juan Carlos elevó una plegaria al cielo.

- ¿Victoria? - Cristina se acercó a ellos, Victoria entró con cuidado, su vientre estaba enorme y sentía que explotaría en cualquier momento. 

- Se ha cancelado la boda - Dijo en un sollozo que terminó por derrumbar todas sus defensas. Cristina y Juan Carlos la miraron con el ceño fruncido. 

- Pastelito... ¿Cómo que se canceló? 

- Heriberto... - Juan Carlos soltó una maldición, cosa que dejó petrificadas a sus hijas, no acostumbraba a usar lenguaje soez y verlo ofuscado era increíblemente extraño. 

- ¿Que demonios les sucede a ese par? ¿Están decididos a hacerlas sufrir? 

- Papá.. ¿Por que no te calmas? No es bueno para ti. 

- Si papito... Perdoname es que... - Victoria respiró hondo y les contó lo sucedido. 




Departamento de Bruno

Los golpes en la puerta se hicieron atronadores, Bruno fruncio el ceño y fue a abrirla, no sin antes comprobar que llevaba su arma. Abrió y enseguida un torbellino en forma de hombre lo alcanzó y lo tomó por las solapas de la chaqueta. 

- ¿Vas a decirme que pretendes con Cristina? - Dionisio lo miraba con furia animal. Bruno pensó que la recuperación de su antiguo jefe había sido bastante milagrosa, tan solo hacía un día que yacía en una cama, pálido e inundado en alcohol, hoy había retocado su barba, aun quedaban signos de un Dionisio enfermo, pero el fuego de sus ojos y su actitud peligrosa demostraban que no había sido un error llevar a Cristina Maldonado hasta él. 

- No entiendo la pregunta señor. - Acotó Bruno casi con suavidad. 

- No hagas que te rompa la cara... 

- Entiendo su frustración señor... Y sé que no está dirigida a mi. - Dionisio fruncio el ceño. - Su problema... Su rabia... Es con usted mismo. - Dionisio lo soltó con brusquedad y se alejó un paso. 

- Dejate de estupideces... 

- ¿De verdad son estupideces? No será que se está dando cuenta que fue un soberano error dejarla ir? 

- Callate..

- Viene a reclamarme mis intenciones con la señora Cristina... ¿Acaso tiene algún derecho sobre ella cuando la abandonó? - Dionisio no aguantó y le propinó un golpe en la mandíbula. Bruno cayó al suelo con estrépito, con la poca dignidad que le quedaba se levantó y se tocó el lugar donde lo había golpeado, sus ojos llameaban de enojo. Dionisio respiraba con dificultad y Bruno lo miro con decepción. 

"Tu Eres Mi Elección"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora