Capítulo Cuadragésimo Primero

2.8K 210 43
                                    

Las semanas pasaron como una exhalación, y con ellas los meses. Cristina estaba "sobreviviendo" comía poco, dormía aun menos, vomitaba a cada rato y lloraba todo el tiempo. Lo que la mantenía viva eran Acacia y el hijo que llevaba en su vientre. Por momentos recordaba las horribles palabras de Dionisio y sus ojos se volvían a llenar de lágrimas, odiaba esa situación. Su padre la miraba constantemente y entrecerraba los ojos, se tensaba al encontrarla llorando y en una ocasión durante una cena familia había enfrentado a Heriberto, exigiéndole que le proporcionara la dirección o el número de Dionisio, a lo que el médico había tenido que lamentar no poder ayudarlo. Ella discutió con su padre, diciéndole que esta batalla era solo suya y que lo último que deseaba era preocuparlo. Desde entonces trató de fingir que todo estaba bien, que no le dolía el corazón. 

Era el cumpleaños de Juan Carlos, y habían preparado un agasajo familiar en casa de Cristina. El jardín estaba decorado con una mesa donde se celebraría una cena familiar bajo las estrellas. Cristina estaba supervisando todo cuando se sobresaltó con la voz de Heriberto. 

- ¿Como estás? - Ella se volvió a verlo y le dedicó una sonrisa triste. 

- Muy bien. - Mintió. Heriberto asintió nada convencido, observó a Acacia sentada con su prima Fernanda revisando un ordenador portátil. - ¿Cómo llevas el embarazo? 

- Todo tranquilo, gracias a Dios. - suspiró profundamente y volvió a sonreír. - ¿Tu... Cómo estás? - Fue el turno de suspirar de Heriberto. 

- Digamos que deseo con todas mis fuerzas que nazcan los bebés. - Cristina le sonrió ahora con sinceridad y se acarició el abdomen abultado. 

- ¿Está irritable Victoria?

- Quiere asesinarme. El embarazo, la boda... Creo que debe estar odiandome - entonces se rió. 

- Nah... Victoria te ama. Y es muy afortunada de contar contigo...- Heriberto la miró con compasión. Pero siguió el mismo tema de conversación. 

- El afortunado soy yo. - Juan Carlos salía al jardín de la mano de Victoria, así que Cristina aprovechó la oportunidad para interrogar a Heriberto. 

- ¿Has sabido algo de él? - Los ojos verdes de Cristina lo miraron con tristeza y esperanza. 

- Nada... - Cristina levantó la barbilla entonces y aunque sus ojos se llenaron de lágrimas no se permitió llorar. Victoria y su padre llegaron donde ellos estaban. Y Heriberto tomó la mano de su prometida, ella sin embargo le lanzó una mirada furibunda. 

- Yo puedo sola... 

- Solo quiero ayudarte, querida. 

- Cambiemos papeles y tu llevas a los bebés el resto que queda de embarazo - Dijo entre dientes. 

- Ojala pudiera... Quizás no refunfuñaria tanto - Victoria se deshizo de su agarre y sus ojos llamearon. Juan Carlos miró ceñudo a Ambos y Cristina sonrió sacudiendo la cabeza. 

- Los hombres disfrutan dejándonos embarazadas.. Pero el trabajo duro es nuestro. Tres bebés que están acabando conmigo antes siquiera de nacer... Voy a sacarte esto el resto de nuestros días. - Heriberto suspiró frustrado pero en su interior se complació que Victoria pensara estar con él, por el resto de su vida. 

- Quizás deba recordarte como se hacen los bebés, querida. Se necesitan dos. 

- Bueno, ya basta ustedes dos. Aun no están casados y ya están como perro y gato. - Intervino Juan Carlos. - Creí que el centro de atención esta noche seria yo. 

- Lo lamento papá. Tienes razón. - Victoria se sentó a su lado en la mesa y le tomó la mano. Su padre le sonrió amoroso y ella le correspondió. Heriberto sintió que su corazón saltaba al verla sonreír, aunque hacia un tiempo esas sonrisas no eran para él. 

"Tu Eres Mi Elección"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora