Capítulo Trigésimo

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Su rostro demostraba temor, e incredulidad, ¿ era hora de la verdad? ¿Tendría que hablarle con sinceridad? ¿Lo alejaría Cristina para siempre? Todas las preguntas le vinieron a la mente en fracción de segundos. 

- Así es... - Cristina palideció y se alejó un poco de él. - Te lo dije Cristina, soy todo menos lo que necesitas, lo que te mereces. 

- ¿Por qué?... ¿Por qué los mataste? 

- No me siento orgulloso... Pero eran ellos o yo. - El miró su rostro y ella lo instó a seguir. - Mi padre formaba parte de una mafia muy peligrosa. Su padre y su abuelo también formaron parte de este clan. Cuando nacimos Heriberto y yo, fuimos como un par caído del cielo o enviado del infierno. - Rememoró algunas escenas de niño. - Mi padre era un mal hombre, un hombre de familia pero muy orgulloso y testarudo. Cuando nacimos... Él nos destinó a ser sus seguidores. Desde niños, aprendimos a estafar y luchar. Usar armas... En fin... Todo lo necesario. Heriberto huyó siendo un jovencito. Mi padre se enfureció, él con su inteligencia era muy valioso para él. Pero mi hermano se negó a ser parte de este mundo. 

- ¿Por qué no huiste? 

- En el fondo quería pertenecer al clan. Quería que mi padre pudiese utilizarme como su mano derecha, que viera en mi algo más que el segundo gemelo. Hice hasta lo imposible por ser el favorito de papá, pero el deseaba que Heriberto regresara. Lo consideraba un valiente por haberlo desafiado, mientras que yo me conformaba con las migajas. Hice todo lo que me pidió, con tal de ganarme su respeto, mi padre murió deseando que Heriberto regresara. Pasé a ocupar su lugar y... Él tenía muchos enemigos, mi madre murió a manos de uno de ellos. Y la madre de mi hijo también. - Cristina ahogó un grito. 

- ¿Tienes un hijo? - dijo casi sin voz. Negó con la cabeza 

- Murió antes de nacer... No supe que existía hasta después que Camila muriese.

- Lo siento...

- No lo sientas... No merezco compasión. Las cosas que he hecho... - ella le puso un dedo en sus labios. 

- No puedes cambiar lo que hiciste... Pero... Quizás quieras hacer un nuevo futuro - Los ojos verdes de Cristina lo miraron con ansiedad y él pensó que estaba perdido. 

- Cristina... 

- Yo confío en ti - Ella se recostó sobre su pecho, ella inhaló su aroma y él se quedó sorprendido, sus manos quedaron al aire, no sabía si alejarla y salir huyendo de las sensaciones o abrazarla y quedarse con ella para siempre ¿para siempre? ¿Desde cuándo pensaba en un futuro tan lejano? ¿Cuándo una mujer lo había hecho plantearse un "para siempre? La respuesta llegó como un rayo, nunca. - No me harías daño... Lo sé. 

- Jamás.. - El bajó entonces las manos y tomó su rostro, lo miró y ella le sonrió de esa manera que ya se convertía en una costumbre, esa sonrisa que le calentaba el alma y lo hacia pensar que todo era posible. - Jamás permitiré que te hagan daño... Nadie te va a tocar. - Entonces selló su promesa con un beso cálido y lleno de promesas que no estaba seguro de poder cumplir. Al separarse ella sonrió y las risas de sus vecinos los hicieron separarse. Cristina se sonrojó y se colocó en su asiento con una sonrisa en los labios, Dionisio sin embargo volteó a ver al par de adolescentes y les dirigió una mirada asesina, la chica se sonrojó, pero el joven se puso pálido y ambos continuaron pendiente de la película. 





Departamento de Heriberto 

En la cama, abrazados sin nada entre ellos, descansaban después de cenar y volver a hacer el amor, Heriberto la tenía pegada a su pecho de espaldas a él, mientras acariciaba su vientre con movimientos suaves. Victoria se arqueó y dejó que él besara su cuello con suavidad, al tiempo que su otra mano acariciaba un pecho. 

"Tu Eres Mi Elección"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora