Capítulo Cuadragésimo Sexto

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Dionisio abrió entonces la puerta y se quedó mirando el rostro de Cristina, sin decir una palabra. Ella levantó la ceja como interrogándole, pero al ver que no reaccionaba decidió que quizás no había sido buena idea ir hasta allí, de repente tuvo un mal presentimiento y echó una mirada tras él.

- ¿Estoy siendo inoportuna?  - Hizo la pregunta con el corazón martillando su pecho. Él tardó en responder, sacudió la cabeza como si intentase ordenar sus pensamientos.

- No; Pero... ¿Que haces aquí, Cristina?

- Me arriesgué al venir aquí, porque no sabía si aun conservabas el departamento; y mucho menos si estarías aquí hoy. ¿Puedo pasar? Esto se está tornando incómodo desde este lado. - El le hizo lugar para que pasara, y entonces ella entró y pensó que a pesar del tiempo, ese lugar siempre tendría los recuerdos más hermosos de su vida.

- ¿Como llegaste aquí? ¿Manejaste en tu estado? - Ella se dio la vuelta al ver sus pensamientos interrumpidos por esa voz ronca que tenía cierto deje furioso al pronunciar  la pregunta.

- Estoy embarazada; y no soy estúpida. - El se avergonzó por la forma de plantear la situación - Me trajo mi chofer, y está abajo esperándome. - Él se relajó entonces. - Vine porque necesitamos hablar.

- Lo lamento... No quise insinuar que fuese tonto venir; solo me preocupé.

- Estás perdonado - Dijo sonriendo. Y él pensó que definitivamente esa mujer era única en el mundo. Había dos mujeres igual de hermosas, pero Cristina era única y él había tenido la suerte de conseguirla y la mala pata de perderla. - ¿Hablas en serio cuando dices que quieres ser parte de la vida de nuestro hijo?

El se acercó a ella y le tomó de las manos, las miró un segundo y las acarició con dulzura. Buscaba las palabras que expresaran con mayor sinceridad lo que sentía.

- No tuve un buen padre; no sé si vaya a ser un padre adecuado. Es lo que me ha estado carcomiendo todo este tiempo.

- No tienes que ser como tu padre; no eres como él.

- Quiero creer que es así. Porque me odiaría a mi mismo si tú o nuestro hijo sufrieran de nuevo por mi causa - Tomó a Cristina de la nuca y la acercó a él con intensa angustia. - Tu mereces a alguien mejor, mi hijo merece a alguien mejor... Pero que Dios me perdone una vez mas. No puedo vivir sin ti, y sin él.

Entonces tomó sus labios una segunda vez esa noche, la apretó con fuerza a él y tembló al sentir como ella lo abrazaba. Después de besarla unos minutos que ambos le parecieron pocos, el pegó su frente a la de ella y soltó un suspiro tembloroso.

- No eres como Iginio Ferrer... Te conozco. - Él la miró a los ojos con tristeza - Cuando nos conocimos me defendiste de Alonso; luego me tuviste indefensa cuando me emborraché, pero no hiciste nada para dañarme; incluso cuando tu padre me secuestro... Ibas a sacrificarte por mi.

- Lo habría hecho sin dudarlo - Le dijo apretando sus brazos con fuerza.

- Yo no dudo de ello.

- Entonces dejame demostrarte que existe un futuro juntos. - El acarició su mejilla y ella cerró los ojos por como la  perturbaban sus caricias. - Dejame ser un mejor hombre por ti... Y contigo.

- ¿Qué sucedería si nuestro hijo resulta tener dificultades con la lectura? ¿Si tuviese alguna dificultad en el aprendizaje? ¿O no fuera tan hábil para algunas cosas como otros niños? - Dionisio se tensó y la miró con dolor. Ella esperó pacientemente la respuesta.

- Tiene una madre increíblemente inteligente, que lo ayudará y tendrá un padre que... - Las lágrimas asomaron en sus ojos, la voz se le quebró al continuar  - Amaré a ese niño... he sido un tonto Cristina, porque quise creer que alejándome de ti y de nuestro bebé, estaría beneficiándolo. Sin saber que lo único y verdaderamente importante es que pueda amarlo.  - El la acercó a él con desesperación - Y lo amo desde aquel día que dijiste que estabas embarazada. Pero tenia miedo Cristina. - Ella dejó escapar una lágrima y él gimió - No llores... Por Dios no llores. Te lo suplico.

"Tu Eres Mi Elección"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora