Capítulo Vigésimo Sexto

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Dionisio la observó con mirada intensa y con ojos llenos de deseo, su mente trabajaba más lento de lo normal cuando esa mujer estaba frente a él, dejaba de respirar y su corazón parecía querer salirsele del pecho. Cristina seguía sonriendo y levantó una ceja, y él deseó arrodillarse ante ella. Sacudió la cabeza para despejar su mente y pegó su frente a la de ella y soltó el aire que contenía.

- Cena conmigo - Cristina sonrió y el se separó para mirarla a los ojos. 

- ¿A dónde? 

- No tenemos que ir a ningún lado... Yo cocinaré. - Ella lo miró escéptica y el rió suavemente y la tomó de la mano, arrastrándola a la cocina. 

- No tienes pinta se ser cocinero. - Dijo cuando entraron a la cocina pulcra y moderna. 

- ¿De qué tengo pinta? - Ella arrugó la frente y después de un momento encogió los hombres

- Pareces un hombre misterioso... Y por el secretismo que tienes con tus labores... Debo confesar que he llegado a pensar que eres un mafioso - El sonrió ante su sinceridad 

- ¿Y si fuese así? - Dijo al tiempo que sacaba unos víveres del refrigerador

- Debería estar preocupada...

- Pero no lo estás... - Dijo mirándola entonces con intensidad 

- No... Lo cierto es que pareces más peligroso de lo que creo que realmente eres. - El suspiró deseando que ella tuviese razón. 

- Soy bastante peligroso en la cocina... Salvo por mi especialidad... La pasta - Ella sonrió entonces y disfrutó de verlo picar, cortar, revolver, de vez en cuando él le dirigía miradas apasionadas, estaban en los preliminares, ella se sentía caliente y cada vez mas excitada. Lo ayudó a preparar una ensalada como acompañante y él se imaginó el futuro con ella de esa manera. Los dos, disfrutando de preparar algo tan cotidiano y hogareño como una pasta. Al ser consciente de la dirección de sus pensamientos se tensó y frunció el ceño. 

- ¿En qué piensas? - preguntó Cristina sacándolo de sus pensamientos y él la miró

- Nos falta un buen vino - dijo mintiendo y se acercó a su refrigerador para sacar una botella de un buen vino. Ambos se sentaron a comer la deliciosa pasta. Comer fue una tarea apoteósica, definitivamente Dionisio había necesitado de toda su fuerza de voluntad para no saltar encima de Cristina y devorarla con su boca. Cada bocado eran una incitación a hacerle el amor, y ella sólo sonreía y disfrutaba de la comida sin ser consciente del poder que tenía sobre él, de repente un miedo terrible... Un terror se adueñó del hombre, quien se visualizó derrotado por esa mujer dulce y hermosa que se había cruzado en su camino. El había puesto una musica suave, mientras comían en el comedor. 

- Debo confesarte... Que he disfrutado mucho de esta cena... Se te da muy bien. - El pensó que podía enrojecerse. Salvo por sus artes amatorias, nadie lo había halagado antes; no sinceramente. 

- También puedo bailar... - Le extendió una mano y ella frunció los labios. 

- No tengo oído musical... 

- Yo te llevaré - La tomó de la mano y la arrastró con suavidad, tomó un control remoto del equipo de musica y comenzó a sonar "No Necesito" de Siam y el la tomó de la cintura con un brazo mientras con la otra aferraba su mano, sus cuerpos iniciaron un lento baile, sus cuerpos pegados... Cristina se dejó llevar con sus ojos fijos en el rostro de Dionisio, ambos en silencio tan sólo escuchando y siendo llevados por la música. El siguió con sus ojos el contorno del rostro femenino, como queriendo grabarlo en su memoria - Eres hermosa... - Cristina se sonrojó y sonrió, el habló con voz ronca y expresó sus mas grandes temores. - Quiero hacerte mía... Dios... Claro que deseo tenerte... Tu eres peligrosa Cristina... Tu sí que eres un peligro. 

"Tu Eres Mi Elección"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora