Capítulo Decimoséptimo

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 Departamento de Dionisio

- Abre la maldita puerta. - Bruno abrió la puerta del departamento y Dionisio entro con Cristina en brazos. Gruñó y pasó directo as su habitación. La dejó sobre la cama.

- Quiere que llame a alguien señor? - Dionisio lo miró con ojos llenos de furia.

- No... Nadie debe saber que ella está aquí. - Bruño asintió. - Vete... No te necesitaré.

- Si, señor. - El muchacho salió del departamento y Dionisio observó a Cristina dormida. Después de vaciar su estómago sobre sus pantalones y zapatos nuevos, Cristina había sollozado todo el camino hasta quedarse dormida. El estaba de un humor de perros, quería descargar su furia con alguien... Entró a su baño y se lavó la cara. Respiró hondamente y se agarró al lavabo, se miró entonces al espejo y con voz de acero le reclamó a su reflejo.

- Creiste que alguien como ella se fijaría en ti?... Eres basura... - Se quitó la ropa y entró a la ducha, se bañó y después de unos minutos bajo la regadera, salió envuelto en un albornoz. Encontró a Cristina en la misma posición, dormida profundamente, su cabello desparramado en la almohada. Su almohada... Esa cama no seria la misma después de haberla visto allí. Respiró con dificultad y se acercó con cuidado de no despertarla. La miró intensamente, sus rasgos suaves, sus labios perfectos... Su piel que se ofrecía a él... Debería tomarla... - Debería hacer que te olvidarás de él.

Cristina se removió y el contuvo la respiración, su corazón latió frenético. Y ella abrió los ojos y le sonrió... Esa sonrisa que lo desarmaba.

- Heriberto.. - El apretó los puños con fuerza y sus mandíbula de tal manera que pensó se partiría la dentadura. Ella le tomó la mano y susurró antes de dormirse de nuevo. - Quédate.





Hospital

Muy temprano en la mañana, Victoria se vistió y salió a ver a un médico, había llamado a su ginecólogo y estaba de viaje. Frustrada fue en busca de alguien más.

- Señora Sandoval, usted por acá de nuevo? Se siente mal? - Una enfermera que había sido muy amable con ella la abordó.

- No... Ehm... Yo... Quería hablar con un médico.

- Llamo al doctor Heriberto?

- no... No.. No es necesario... Cualquier médico esta bien. - La enfermera frunció el ceño y asintió.

- Un momento. - Fue en busca de un medico y después de unos minutos de espera, la hizo pasar a un cubículo.

- Gracias. - era una doctora, le sonrió.

- Hola... Como te llamas?

- Victoria Sandoval.

- Victoria, que te trae por acá?

- .Ehm.. Yo... Acabo de salir de una intervención por una úlcera en mi estomago. Pero...vi en mi calendario... Las fechas... - Suspiró con frustración - No he tenido mi periodo menstrual.

- Eres activa sexualmente? - Victoria se sonrojó y asintió - Entonces tendremos que descartar un embarazo. Te haré unas pruebas si lo deseas.

- Si.. Gracias.

- Perfecto... Le pediré a la enfermera que tome una muestra de sangre. Y que preparé para hacerte una ecografía. - Victoria asintió.





Departamento de Dionisio



Cristina abrió los ojos con suavidad y la luz de la mañana le molestó, gruñó y se tapó con la sábana, la cabeza le dolía horrores y estaba segura que su boca sabía horrible. Gimió cuando escuchó un teléfono y la voz masculina maldijo y calló el aparato. Pensó que estaba soñando... O mas bien teniendo una horrible pesadilla, donde el resultado era que le estallaría la cabeza en mil pedazos. Volvió a gemir y decidió levantarse, se desarropó y frunció el ceño al mirar el techo y ver una lámpara que no conocía. Miró a ambos lados y se preguntó si no serian esos sueños muy reales que...

- Buenos días... - Cristina se levantó en un salto al escuchar la voz gruesa. El la miraba desde el pie de la cama, con una sonrisa burlona, el movimiento brusco la mareo y le produjo náuseas. El pareció darse cuenta porque señaló con su mano, ella corrió y escuchó que le decía- Hay cepillos dentales nuevos en el armario.

Cristina vació su estómago en el váter, y gimió de dolor, su estomago estaba en llamas y su cabeza palpitaba con fuerza, ¿que rayos había pasado?, lo ultimo que recordaba era haber entrado a ese bonito bar y pedir un trago..! La chica amable que le sirvió..., entonces no tenia ni idea de que hacía con Dionisio,. Se paró frente al espejo y miró su rostro con el maquillaje corrido, frunció el ceño, tomo del armario un cepillo de dientes nuevo y vio cantidad de artículos sin estrenar, algunos femeninos, que hicieron que su ceño se frunciera aún más. Se cepillo sin dejar de mirarlos e imaginando la razón por la cual, un Hombre soltero... Bueno ella había asumido que era soltero... ¿Y si no lo era? Cristina abrió los ojos y se cepillo con fuerza y rapidez, se secó con una toalla de manos y salió dispuesta a enfrentar a su secuestrador.

- Mejor ahora? - Preguntó Dionisio con una sonrisa al verla salir del cuarto de baño

- Que hago aquí? - El le ofreció una taza de café y dos tabletas de un analgésico y ella las tomó primero con recelo.

- Pasando la borrachera... - Ella le miró enojada

- No estaba borracha... - El sonrió aún más.

- Claro que si... No recuerdas nada seguro.

- Que sucedió anoche? - Dijo con voz severa, como una madre que regaña a su hijo por llegar tarde a casa.

- Te traje aquí, a pasar la borrachera. - Ella se relajó un poco al darse cuenta que probablemente el decía la verdad, ella vestía la misma ropa de ayer, y había sabanas en un sofá en la habitación.

- Debo irme a casa... Deben estar preocupados..

- Bebe tu café... - Ella le sonrió

- No eres peligroso como creía - El frunció el ceño y se acercó peligrosamente

- No dudes ni un segundo... Lo peligroso que soy. - Dijo con voz ronca. Ella sonrió aun mas animada. Y levantó su ceja.

- Si tu lo dices... - Miró a los lados buscando su bolsa - Donde están mis cosas? - El pareció salir del trance en el que su sonrisa lo había dejado. Y señaló una mesa. Ella se acercó y buscó su teléfono, el observó sus movimientos, sus pies descalzos sobre la alfombra, el balanceo sutil de sus caderas, y su cabello suelto y un poco despeinado, Dios mio... Que demonios le estaba haciendo esa mujer? Ella gimió y buscó sus zapatos, de repente estaba urgida.

- Que sucede?

- Debo irme... - Se puso sus medias y botas, y tomó su bolso, iba a salir de la habitación cuando se dio la vuelta con el ceño ligeramente fruncido. - Donde esta mi coche?

- Esta abajo...

- Claro... - Ella le señaló con su celular. - Deberías dejar esa manía de perseguir a la gente.

- Esa manía te salvo la vida - Ella bufó

- Era un bar inofensivo - El se tensó al recordar como la miraban los hombres alrededor.

- un bar nunca es inofensivo para una mujer hermosa.- A ella se le revolvió el estómago, pero lo achacó a la resaca.

- De igual forma... Gracias. - abrió la puerta y le miró con insistencia. - Vamos... Dime como salir de aquí. - El sonrió y fue tras ella para indicarle el camino. Ya en el estacionamiento del edificio, Cristina se volvió a él y usando su mano para taparse del sol de la mañana, le sonrió de nuevo y el se quedó sin respiración. - Adiós, Dionisio. Gracias de nuevo.

Con una cadencia al andar que resultaba casi celestial ella caminó a su mercedes y salió del estacionamiento despidiéndose con una mano. El la observó marchar y Bruno se paró a su lado. El rostro de su jefe tenía aire mortífero.

- Desea que la siga? - Después de unos segundos en silenció, Dionisio apretó los puños y con voz gruesa contestó.

- No... No la sigas más... - Bruno miró a Dionisio con el ceño fruncido y corroboró el mensaje.

- Está seguro, señor?

- Maldita sea... Dije que no la sigas mas - Dionisio le lanzó una mirada asesina y subió a su departamento de nuevo con paso furioso.





Consultorio en Hospital

Victoria movía nerviosamente su pierna, mientras sus manos se retorcían constantemente, presa de la ansiedad. La doctora entró con los resultados y una sonrisa en su rostro, se sentó tras el escritorio y leyó el papel en sus manos.

- Bueno Victoria, el examen de sangre dio positivo - Victoria sintió que el mundo daba vueltas. Su rostro debió demostrar su estado emocional, porque la doctora preguntó. - Todo bien?

- Yo.. Está segura.? - la mujer asintió y Victoria quiso gritar. - No....no puede ser... Es imposible!

- Me dijiste que eras activa sexualmente...

- Si... Pero... Yo... Estaba tomando anticonceptivos... Cómo? - Casi chilló

- Te olvidaste quizás de alguna? - Victoria repasó en su mente y pensó en el tiempo que estuvo hospitalizada.

- Estuve hospitalizada...

- Algunos medicamentos reducen la eficacia de los anticonceptivos.

- Dios mio... - Victoria comenzó a respirar agitadamente.. Su pecho subía y bajaba y comenzaba a faltarle el aire, la doctora se levantó.

- Tranquila... Respira... - Pero Victoria hiperventilaba aún más, la doctora tomo una bolsa y la colocó cubriendo su boca y nariz - Vamos... Respira con tranquilidad. Estas teniendo una crisis de pánico... Así... Eso... Ya comienzas a respirar mejor

Victoria soltó el llanto entonces. Y la doctora buscó un par de pañuelos de papel y se sentó frente a ella.

- Lo siento... No suelo ser así - Dijo frustrada. La mujer le palmeó la pierna y la miró empática.

- tranquila..! Creo que fue una noticia impactante. - Victoria asintió limpiándose las lágrimas. - Te podemos hacer un ecograma para confirmar las fechas.

- Si.... Esta bien...

- Es un embarazo no deseado.? - Victoria suspiró.

- No planeado mas bien...

- Entiendo... Vamos a confirmar las fechas y después puedes decidir, te parece?

- No pienso abortar... Es solo... Necesito procesar la noticia. - La doctora se relajó y sonrió de nuevo.
- Bien... Pasa al cuarto y te haré la ecografía.

Victoria comenzó a desvestirse, mientras su mente divagaba entre el pasado y el presente. ¿No aprendía nunca? Se suponía que a su edad, ya debería haber madurado. Pero ahí estaba otra vez, embarazada sin una relación estable. Se embarazó de Alonso y él la desechó, dejándole claro que no la consideraba idónea para ser su mujer y madre de sus hijos, después se embarazó de Osvaldo y aunque se casó con ella, el resultado fue un divorcio que aún le pasaba factura de vez en cuando. Y ahora estaba embaraza de Heriberto, a quien apenas conocía. Tembló solo de pensar en qué pensaría él. Una lágrima cayó en su mejilla, seguro se decepcionaría de ella... Quizás hasta pensara que se había equivocado al elegirla y no decidirse por Cristina que era definitivamente más sensata. Victoria se acostó en la camilla con una bata de hospital y con un frío que le helaba los huesos.

- Eres una idiota, Victoria. - Se recriminó, la doctora entró y realizó la ecografía, fue incómodo, mas por la tensión que sentía que por el proceso en sí.

- Bueno... Allí está. - Dijo la doctora señalando una imagen que para Victoria solo era una mancha en el monitor. Ella movió unos botones en un teclado - Un promedio de 5 semanas.

- 5 Semanas... - Victoria recordó el encuentro en el sofá del consultorio. Tenía tan mala suerte, que habían concebido ese hijo en su primer encuentro. - Pero... Estaba tomando anticonceptivos y además... Mi hospitalización fue después... Cómo sucedió? - La doctora terminó el estudio y sacó el transductor.

- Algún medicamento que hayas consumido durante ese tiempo?

- Medicamento...? No.... Nada... Bueno... Quizás algún analgésico, tenía muchos dolores de cabeza, además quizás algún antiácido.

- Bueno... Ahí está... Esos medicamentos pudieron haber disminuido la efectividad del anticonceptivo. - Victoria frunció el ceño. - Te indicaré unas vitaminas, tienes un Médico de cabecera?

- Si... Gracias!

- Bueno.. Aunque sea algo atropellado este comienzo, estoy segura que todo estará bien. - Victoria asintió con los ojos húmedos.




Casa de Cristina

- Cristina entró corriendo a su casa, sin parar entró a su habitación y se ducho rápidamente. Sentía RL estómago revuelto, pero el dolor de cabeza había cedido con las aspirinas que Dionisio le había dado, mientras estaba en la ducha pensó en ese hombre enigmático, y sonrió negando la cabeza pensando que era divertida de alguna manera toda la situación. Se vistió rápidamente y bajó a comer algo. En el comedor se encontró con su padre, acompañado de la ultima persona que esperaba ver

- Heriberto..! - Dijo casi sin voz. El sonrió y bebió mas de su café.

- Buenos días... - Ella se arregló el cabello aun mojado por el baño, su padre la miraba serio.

- Hola... Buenos días - Ella se acercó y besó a su padre en la mejilla y el le frunció el ceño. - Como estás papá?

- Yo bien... Tu? Donde estabas?

- Eh.... Te preocupaste mucho?

- Tu mensaje decía que no te esperara despierto... No pensé que no vendrías. - ella se sonrojó. Su padre estaba tratándola como una niña delante del hombre que le quitaba el aliento. Pero el sonreía divertido. Cosa que la irritó.

- Lo siento... Salí a tomar algo con un amigo - Dijo entre dientes. Su padre se tensó

- Con quien?

- Bueno... Que es esto? Un examen?

- Creo que tu padre olvidó que eres una mujer. - Dijo Heriberto mirando con una sonrisa a Juan Carlos, que le lanzó una mirada asesina. Habían hecho una amistad.

- Solo me preocupé por ti.

- Bueno... Ya estoy bien. Conoces a mi amigo, así que no tienes que preocuparte por nada.

- Quien es?

- Dionisio - Dio un sorbo a su café y observó con cierto agrado como el rostro sonriente de Heriberto cambió de estar sonriente a ceñudo. - El hermano de Heriberto.

- No sabía que eran tan amigos...

- Bueno..! Apenas lo conozco pero si es familia de Heriberto, entonces me quedo mas tranquilo.

- Gracias por tu magnanimidad...

- Deja de ser tan atrevida - Riñó su padre y ella comió un poco de fruta. Heriberto estaba callado y seguía cada movimiento de Cristina. Ella le mantuvo la mirada y Juan Carlos se complació de ello. - Creo que iré un minuto al aseo.

- Adelante... - Heriberto tomó de su taza de café de nuevo. - Cristina... Debo advertirte acerca de Dionisio... No es hombre para ti!

- Bueno... Supongo que tendré que descubrirlo. - Dijo obstinada, pensó que Heriberto tenía poco derecho a opinar aunque a el le latiera el corazón desesperado sólo connverlo.

- Es un hombre con un pasado difícil... Y tampoco ha hecho mucho por alejarse de él.

- Su pasado es tu pasado... No debo confiar en ti tampoco?

- Es distinto... Mira... Yo no quiero que mi hermano te haga daño. - Ella sintió su piel erizarse.

- No sé si mi hermana Victoria, se sienta bien que estés diciéndome tras estas cosas.

- Por qué no? Estoy aconsejándote por tu bien. Si ella conociera a Dionisio. Opinaría igual.

- Estoy segura que soy suficientemente adulta para protegerme... De todas formas gracias por tu consejo. - Cristina se levantó y se fue a su habitación, enojada.. Por que Heriberto hablaba así de su hermano, de ese hombre que aunque tenia mañas de acosador, era un cordero disfrazado de lobo. Le molestó e irritó la actitud de Heriberto, si... Le alagó que se preocupara por ella, pero le molestó las insinuaciones sobre su nuevo amigo. En su habitación se secó el cabello y salió de su casa sin pasar a despedirse de su padre, no quería ver a Heriberto en ese momento.





Hospital

Victoria subió al ascensor como en un trance, se agazapó en un rincón para bajar al estacionamiento, caminó metida en sus pensamientos hasta su auto, pero un auto que venía a mucha velocidad frenó con estrépito al verla atravesarse, aunque no la tocó el ruido de las llantas al frenar la alertaron y se asustó, se puso pálida y las rodillas le fallaron, cayó de rodillas y el hombre que manejaba se bajó con rapidez.

- Está bien? - La tomó en brazos como si fuese una niña y la sentó dentro de su camioneta. - Le duele algo? - Cuando las fuerzas le permitieron alzó el rostro y enfrentó los ojos verdes similares a los de Heriberto, pero éste hombre no era el padre de su hijo, el la miró impactado primero, luego confuso y luego comprendió. - Estás bien, Victoria?

- Tu.... Cómo sabes mi nombre? - El sonrió

- Bueno..! Tuviste a tu familia algo preocupada durante tu hospitalización. Soy Dionisio Ferrer, en hermano de Heriberto.

- Hola... - Comenzaba a sentir que el color de sus mejillas aparecía.

- Casi te mato... Acostumbras a atravesarte de esa manera? - Le colocó el cabello tras la oreja

- Venia pensando..! - Dijo ella siguiendo con su mirada los movimientos de Dionisio. Las piernas le temblaban aun, y quiso bajarse de la camioneta, pero no tenía fuerzas.

- Quedate allí... Tu auto donde está? - Ella señaló el Toyota a su izquierda. El hizo una llamada y un joven apareció casi de inmediato. - Dame las llaves del auto, Victoria.

- Para qué? - Dijo desconfiada.

- Te llevaré a tu casa... Y mi empleado llevará tu auto.

- No es necesario.

- No puedes mantenerte en pie, menos manejar. Vamos. Dame las llaves. - Ella aceptó, definitivamente no podía levantarse. - El muchacho subió a su auto y Dionisio subió al asiento de conductor de su Hummer. - Quieres darme las indicaciones? - Ella se las dio y emprendió el camino a Casa de Victoria. Poco conversaron durante el trayecto, Victoria estaba metida en sus pensamientos. Al llegar a casa el bajó primero y le abrió la puerta. - Prueba bajar a ver si puedes mantenerte en pie.
Ella bajó sus piernas desnudas, y el sintió un ligero choque al ver que se le subía la falda ligeramente, pero ignoró lo que sentía. Ella se paró en sus piernas y pudo mantenerse en pie. Dio dos pasos y le sonrió a Dionisio.

- Creo que ya pasó el efecto... Siempre logras eso en las mujeres? Que le fallen las rodillas? - El rió y le siguió la broma.

- Sólo en las mujeres hermosas. - Ella sonrió

- Que demonios haces aquí? - La voz enojada de Heriberto, asustó a Victoria, quien se dio la vuelta y vio al padre de su hijo con los puños apretados, respirando con dificultad y los ojos centelleantes de furia. - Vamos Dionisio... Contéstame.   

"Tu Eres Mi Elección"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora