El gimió y la apretó contra su cuerpo, al tiempo que sus labios correspondían al beso de Victoria, el cerró la puerta con una mano, mientras que con la otra apretaba la cintura femenina y su lengua se enzarzaba con la de ella en un duelo apasionado. Ella apretó sus manos en su camisa, se separó para buscar aire y mordió su labio inferior con sensualidad. El pegó su frente a la de ella, respirando agitadamente.
- Iba a buscarte... - Ella llevó sus manos a su camisa y comenzó a desabrocharla. Y le besó de nuevo, el la aplastó contra la puerta y deslizó su mano en su pierna subiéndola debajo de su falda, ella subió su pierna y lo apretó contra ella, el besó entonces su cuello, y respiró con dificultad. - Este no es el mejor lugar, ven.
Con poca delicadeza, la tomó de la mano y la llevó corriendo a la habitación, ella estaba desbordada de pasión, al entrar en la habitación, se volvieron a besar con desesperación, al tiempo que se desnudaban frenéticamente, el quería tenerla de nuevo, y ella ansiaba con estar junto a el. El la tumbó en la cama, ya solo en ropa interior y la observó mientras terminaba de desvestirse, ella se arqueó ante su mirada, incitándolo a que la acompañara y el sonrió con deseo. Ella estaba sonrojada de placer, y el la deseaba con locura. Se acostó sobre ella y le tomó sus labios de nuevo y ella acarició sus cabellos y bajó a su espalda y sus uñas se hincaron en el, al tiempo que ella le hacia espacio sobre su cuerpo, se abrió en muda invitación, el desabrochó su brassier y lo lanzó al suelo, junto al resto de prendas y tomó sus pechos con su boca, logrando que Victoria dejara escapar un quejido de placer.
- No pares...
- No podría... - Le dijo en tono agónico, el le quitó las braguitas sin delicadeza y se deshizo de su bóxer, la tocó íntimamente y estaba preparada para él - Esta vez, será rápido - Sin esperar respuesta, la penetró con rudeza y ambos danzaron el baile más antiguo conocido por hombres y mujeres, sus cuerpos se entregaron a la satisfacción que producía sentirse parte del otro, él tuvo razón, el momento fue fugaz, unas cuantas embestidas llevaron a Victoria al orgasmo y el la siguió con un grito de placer, jadearon por el esfuerzo y ella apretó sus músculos pélvicos lo que le ganó un gruñido de placer por parte de Heriberto, ella sonrió y se arqueó de placer sintiéndolo aun dentro de ella. Unos minutos recuperándose, y el se levantó en sus brazos para mirarla con esos ojos verdes que deseaban conocer sus mas íntimos secretos. Ella se removió inquieta. - Vuelves a arrepentirte?
Victoria llevó su manos a pecho masculino y la subió por su cuello, la llevó a sus labios y trazó el contorno de los mismo, sin dejar de observarlos. Negó con la cabeza y con una sonrisa triste añadió.
- Vine aquí porque no tengo fuerzas de resistirme a ti. - El sonrió con dulzura y usó sus dientes para acariciar la punta de los dedos femeninos.
- No quiero que te resistas... No te das cuenta lo bien que estamos juntos? - El movió sus caderas haciéndole saber que estaba preparado para una nueva partida. Ella sonrió y le empujó con suavidad, el puso gesto de resignación y salió de ella, esperaba tener chance de convencerla. Se acostó a su lado y se puso de medio lado sobre su brazo, para acariciar el cabello de la mujer, su mano bajo hasta uno de sus pechos y lo abarcó, haciendo suspirar a Victoria.
- Debería alejarme de ti...
- Me necesitas... - Ella bajó el rostro, tenía razón.
- Cuando Alonso pidió la mano de Cristina... Yo creí que moría. - Heriberto la observó sin interrumpirla, ella miraba un punto lejano, como si estuviera reviviendo la historia, sus ojos se llenaron de tristeza. - Le cedí la oportunidad a Cristina sin discutir, sin pelear, sin luchar por lo que yo consideraba era el amor de mi vida.
- Alonso es un maldito..! - Victoria lo miró a los ojos con profundo dolor.
- Cristina está enamorada de ti. - El casi gimió desesperado.
- Estas equivocada... Somos amigos.
- Quizás tu lo creas así..! Pero ella siente algo por ti... Esta tarde... Estaba decidida a cederte a Cristina - El fue a protestar pero ella le puso un dedo en sus labios, una lágrima rodó en su mejilla - No tengo fuerzas... ¿Soy una horrible persona?
- No... Querida, entre Cristina y yo sólo hay una amistad, si ella siente algo por mi, que lo dudo... No ha sido mi intención, no te das cuenta lo que siento por ti?... Me gustas... Te deseo... No había sentido esto por nadie..! Nunca. - El besó sus labios y ella le correspondió, el pegó su frente a la de ella, cuando sus besos ya iban a dejarlo sin razón. - Iba a bajarme...
- Que..? - Ella le miró confundida.
- Del ascensor... Iba a bajarme... Pero una hermosa mujer de ojos verdes, ajena a todo lo que pasaba en su exterior, entró en el ascensor, apropiándose de mi respiración, quede petrificado... Mientras eras lanzada casi a mis brazos por el tumulto de personas.
- Fuiste muy atrevido...
- Logras en mi cosas que no sabia que podía sentir... Que podía hacer... Siempre he sido un hombre que la gente considera moderado en sus actos... Pero cuando te vi... Me sentí con el derecho a tocarte... Como si fueses mía incluso sin serlo... Como si tu piel necesitara mi tacto, y mi tacto ansiara tu piel. - mientras hablaba sus manos trazaban formas en su piel. - Nada contigo me resulta ajeno... Sin conocerte sabia todo de ti... Tu sabor era tal como imaginé, era como si hubieses sido creada para mi. - Victoria lo miraba hipnotizada por sus palabras y el se acercó a sus labios y le dijo en un susurro. - ¿te da miedo la profundidad de lo que siento?
- Me aterroriza... - dijo temblando sabiendo internamente que ella sentía muy parecido.
- Quédate... Quédate esta noche y descubramos juntos a dónde nos lleva esto? - Ella sacudió la cabeza.
- No puedo quedarme... - El la besó de nuevo y el a olvidó su negativa, se entregaron de nuevo a la pasión. Esta vez dedicando tiempo a conocer sus cuerpos, o mejor dicho... A reencontrar sus cuerpos, porque la sincronización del acto era tal, que cualquiera diría que ambos compartían el amor desde siempre. Horas después, sobre su pecho, Victoria miró la hora y se sobresaltó. - Santo Dios..! Debo irme.
- Quédate... - Victoria trató de zafarse pero el la apretó mas
- Fernanda está conmigo..! No puedo quedarme. Vamos déjame ir. - el se puso sobre ella y besó sus labios al tiempo que una mano viajaba a su feminidad. Ella gimió sin poder evitarlo, había perdido la cuenta de cuántos orgasmos había tenido esa tarde noche, su cuerpo estaba decidido a responder a este peligroso hombre que amenazaba con hacerse indispensable.
- Fernanda es casi una adulta... - Ella suspiro de placer y sacudió la cabeza al tiempo que alejaba sus manos.
- Casi... Vamos... Me prestas tu ducha? - Heriberto puso cara de tristeza y asintió.
- Te acompaño...
- No... No...no... Definitivamente no..! Hace horas debí irme... Conseguirás que se me haga mas tarde. - El sonrió con diversión y ella se levantó para entrar al baño.
- Quieres comer algo? - Dijo el tumbándose en la cama con frustración.
- No... Comeré con mi hija...
- Un café? - Ella se asomó y le sonrió con ternura.
- Un café esta bien. - El sonrió aun más y se levantó, acercándose para plantarle un beso en los labios.
- Un café cargado entonces. - Victoria se ducho rápidamente, Heriberto fue a la cocina en albornoz a preparar el café. Unos minutos después sonó la puerta de su casa, el frunció el ceño, se acerco y abrió la puerta.
- Hola... - Heriberto abrió los ojos con sorpresa ante la llegada inesperada de Cristina, quien lo miraba sonrojada. Se dio cuenta tarde que estaba en albornoz.
- Cristina...? Como... Como estas?... Que haces aquí?
- Puedo pasar?... Necesitó hablar contigo.
- Ehm... Yo... Bueno...
- Será un momento... Si quieres espero que vayas a cambiarte - le sonrió con timidez. En ese momento Victoria apareció en albornoz y cabello mojado.
- Donde está mi café...? Cristina..? - Victoria observó la expresión de asombro de su hermana, que pasó a decepción en fracción de segundo, para dar paso a una mirada de enojo, dirigida exclusivamente a ella y unas lágrimas que quemaron a Victoria.
- Yo..! Lo siento..! Creo que interrumpí... Con permiso. - Cristina huyó rápidamente. Victoria le gritó desesperada.
- Cristina... Espera... - Heriberto la sostuvo en sus brazos para que no saliera - Suéltame.. No te das cuenta?... Esta disgustada! ... Que haces?? Suéltame!!
- Déjala ir...
- No... - Victoria lloró y le golpeó el brazo con fuerza, - Suéltame... Debo ir con ella... Por favor.
Cristina corrió a su coche, lo encendió y arrancó, manejó con rapidez sin rumbo especifico, se detuvo cuando había avanzado algunos kilómetros y se estacionó frente a un edificio y se lanzó al llanto..! Victoria se entendía con Heriberto... No entendía.. Su hermana volvía a meterse con un hombre que le interesaba. Estaría condenada eternamente a enfrentarse a ella? Puso su frente en el volante y lloró de frustración... Victoria no había manifestado ninguna muestra de estar interesada en él, incluso la había interrogado por sus sentimientos..! Y ella había manifestado su interés por él, por qué entones Victoria la traicionaba de nuevo? Era una forma de vengarse? Por haberse quedado con Alonso?
Departamento de Heriberto
Victoria terminó de vestirse mientras lloraba en silencio, Heriberto la observó sin hablar.
- Deja que te lleve..! - Victoria se deshizo de su toque con brusquedad.
- No..! No quiero... Iré a hablar con Cristina.
- Deberías calmarte.
- Como quieres que me calme? No te das cuenta? No viste su rostro? Está sufriendo! Y es mi culpa.
- No... No es tu culpa querida, Cristina está confundida.
- Eso es por tu culpa - Victoria se encendió de cólera, y entre lágrimas y enojo le reclamó - Tu la ilusionaste... Por eso ella ahora está enamorada... Y por eso está sufriendo por que tu y yo...
- No... Escucha...
- No... No quiero escucharte... Yo... - Victoria se llevó una mano a su pecho, sobre su abdomen, sintió un dolor fuerte como nunca había sentido en su vida, su rostro palideció y comenzó a sudar de manera profusa. Heriberto la miro extrañado, ella abrió los ojos y se dobló de dolor en un grito suave.
- Victoria...? - Victoria casi se cae del dolor pero el la sostuvo con fuerza, ella gimió .
- Me... Duele...
- todo va a estar bien, mi amor..! - Heriberto la tomó en brazos, después de tomar sus llaves y su celular, salió con ella al hospital, rogando al cielo, no fuese lo que el pensaba.
Departamento de Dionisio
- Que dices??
- Está llorando en su auto... Lleva unos minutos ahí, estacionada... Solo llorando - Dionisio se tensó.
- Donde estaba?
- En un edificio... No sé a quien visitaba... No duró mucho... De allí salió corriendo y llorando.
- Donde estas? - Bruño dio la dirección y referencias, afortunadamente no estaba muy lejos - Iré para allá, si se mueve... Llámame.
Cristina lloró en silencio unos minutos mas, y golpeó el volante una vez mas, apagó su teléfono, que tenía una llamada de Heriberto, no... Aun no quería saber nada de él. Un golpeteo suave en su vidrio la alarmó, y ella vio a Dionisio Ferrer. Volteó los ojos con fastidio y pegó su frente a su volante ignorándolo, al tiempo que sorbía su nariz con un pañuelo.
- No me iré Cristina..! No quieras ignorarme... - Cristina subió la cabeza y lo miro con furia.
- Deja de acosarme...
- Lo consideraré... Vamos abre la puerta.
- Vete...
- Sabes que no me iré...
- Llamaré a la policía.
- Estoy seguro que no quieres eso..! Además, la ley y yo no nos llevamos bien...me arrestarían por querer ayudarte, y como quedaría tu conciencia?
- Tranquila..., si con eso me deshago de ti...
- Muchas emociones para alguien que acabas de conocer... Me halagas.
- Idiota.!! - dijo entre dientes, pero gimió de dolor al sentir una presión en el pecho, lloró de nuevo y Dionisio se desesperó tocando el vidrio con mayor fuerza. - Déjame en paz.
- Abre Cristina o rompo el vidrio y te saco a la fuerza. - Cristina lo ignoró y lloró aun más, Dionisio se llevaba bien con el enojo, con la rabia..! Con la frustración... Pero las lágrimas de Cristina lo estaban desarmando. - Cristina... Abre querida... - Cristina desactivó el seguro y el abrió la puerta del coche, se arrodilló frente a ella... Y la volteo con ternura, pero con ojos negros de enojo.. - Que te hicieron.? Quien sea me las pagara...
Ella se arrojó a sus brazos y lloró en su hombro, el no supo como reaccionar, qué decir, tan solo acarició su espalda y beso su frente. Dejándola llorar unos minutos mas. Era un hombre duro, de malos tratos y la mujer en sus brazos estaba alterándolo de manera inimaginable. La dejó llorar unos minutos más y ella se deshizo de su abrazo para limpiarse el rostro lleno de lágrimas. El acarició su cabello y la miró con ternura, un sentimiento que le era desconocido.
- Ensucié tu camisa...
- No tiene importancia... Vas a decirme que te pasa dulzura? - Ella negó con la cabeza y el quiso zarandearla para sacarle información.
- Debo irme a casa...
- No puedes manejar así... Te llevaré... Vamos... Pasa al otro asiento. - Ella lo miró indignada.
- Apenas te conozco... No iré contigo a ningún lado...
- Vamos... No me tendrás miedo.? - Ella resopló con fastidio, y el rió - Vamos Cristina... Hazte a un lado. - Ella obedeció y se sentó en el asiento del copiloto, el subió al auto y lo encendió.
- Donde está tu auto?
- Mi chofer se encargará... Dame las indicaciones... - Ella lo miró escéptica.
- Seguro ya sabes donde vivo... Has estado acosándome,- el sonrió y ella creyó percibir un ligero sonrojo. El arrancó el coche.
- Yo diría mas bien. Que estoy bastante interesado en ti. - Ella volteó los ojos y se recostó en el asiento tras soltar un suspiro.
Al llegar a la casa, Dionisio insistió en pasar con ella, aunque ella había sido clara en que no era necesario. Sin embargo, parecía que discutir con ese hombre era una perdida de tiempo. Se notaba estaba acostumbrado a que se hiciera su voluntad, y Cristina estaba mas que decidida a hacerle entender que con ella, no lo conseguiría, sin embargo ese día no tenía fuerzas. Entraron y el observó la casa, tan distinta a la suya, su departamento era frío como un mausoleo, carente de vida, de calor... Y tan solo al entrar a la sala de la casa de Cristina comprendía la fuerza de las diferencias entre ellos. La miró con intensidad tal, que Cristina se sonrojó sin poder evitarlo.
- Gracias por traerme... Aunque no era necesario.
- Lo era... - Su voz sonó ronca y apasionada
- Quiero que dejes de seguirme...
- No te sigo...
- Oh vamos!...
- Te sigue un empleado mio...
- Quiero que deje de seguirme...
- Si no te hubiese estado siguiendo, no habría visto lo mal que estabas... Y yo no te habría podido ayudar.
- Ese es el detalle... No necesito tu ayuda...
- Cristina... - Ella levantó una mano para detener su discurso... Pero miró por encima del hombro de Dionisio a su padre, quien se asomaba pálido, blanco como un papel y expresión de horror en su rostro, Cristina corrió a su lado con expresión angustiada
- Papa...? Papa, te sientes mal.? Dios mio... Llamaré a Heriberto. - Su padre aferró sus manos y la miró con dolor y dijo casi gimiendo.
- Victoria....
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"Tu Eres Mi Elección"
FanfictionCristina Maldonado Rivas es una mujer vivaz y noble, fotógrafa retirada, divorciada de Alonso Rivas un hombre seductor, mujeriego, que no supera su divorcio, la persigue y con sus celos enfermizos hace que Cristina se convierta en una mujer precavid...