Capítulo Vigésimo Séptimo

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Sus manos la apretaban con fuerza y su mirada la quemaba por su intensidad. Una mirada llena de tristeza, resignación y rabia. Su instinto de protección le obligó a no dejarse convencer, ese hombre era un mujeriego, y ella estúpidamente había caído en su cama... Bueno... Básicamente ella había insistido y logrado que él la hiciera suya... Pero daba igual, él era un hombre y como tal, pretendía que ella diera explicaciones sin recibir algunas de él. No quería decirle nada de su vida, pero si la aceptaba en su cama... El la observó en silencio y sus pupilas se dilataron y ella pensó que sus ojos llenos de deseo eran aun más llamativos y peligrosos, un cosquilleo de deseo la invadió en sus partes intimas... Lugares que hacia un momento el había despertado con mucha habilidad "Aaaaaah... Deja de miirarme así" quiso gritar porque estaba segura que se rendiría fácilmente. 

- Me iré - Afirmó sin mucha confianza.

- No; tenemos que hablar. - El la apretó con más fuerza y sus ojos revelaron desesperación

- Ya hablamos bastante... Es tarde y quiero irme. 

- Cristina... 

- No Dionisio... Estuvo todo... Todo fue... Estuvo casi perfecto - Él odió el tono desolado de Cristina.- Es hora de regresar a mi casa... Mi hija me espera. - "Mi Casa" ante la perspectiva de la ida de Cristina, su departamento ya no se le hacía "su casa" no sin ella... Ella por lo visto no se sentía igual con respecto a él. Quería decirle que lo que más ansiaba era recostarla en su pecho y escuchar su respiración hasta que amaneciera. Pero ella se deshizo de su agarre y se dio la vuelta para irse. 

- Te llevaré

- No es necesario - respondió ella sin voltear a verlo - Traje mi coche

- Entonces te seguirá Bruno y eso no está en discusión - Cristina continuó caminando, ya casi salia de la habitación y él la hizo detener de nuevo.

- Cristina... -Ella se quedó un instante pero no lo dejó hablar y salió debía habitación. El apretó las manos con fuerza - Quédate.

Cristina salió del edificio con rapidez, subió a su auto y dejó escapar una lágrima, respiró hondo, porque lo ultimo que deseaba era llorar de nuevo. Se limpió la mejilla y tomó su teléfono para ver la hora, notó que estaba apagado y lo encendió, enseguida los mensajes que había enviado su padre, comenzaron a llegar. 

- Dios mio... - Encendió el coche y arrancó rápidamente. Con Bruno tras ella. 



Hospital

Juan Carlos estaba en un sofá recostado, su nieta Acacia se había quedado dormida apoyada en él. Estaba cansado, pero a pesar de la insistencia de Victoria de que se retiraran a la casa, el prefirió esperar a saber que todo estaba bien. Osvaldo había decidido esperar en el café, parecía no estar muy contento con la presencia de Heriberto. Victoria ahora estaba recostada en el pecho de Heriberto, agotada, sin embargo sin poder dormir. Se levantó un momento para frotarse los ojos.

- Buscaré una habitación para que descanses. - Victoria sacudió la cabeza negativamente

- Estoy bien

- Estás agotada, no es bueno para ti. - le dijo colocándole un mechón de cabello tras su oreja y mirándola con ternura. Ella le sonrió. 

- Necesito comer algo para despertarme. Quiero estar despierta cuando le den una habitación a Fer. 

- En la habitación podrás descansar... Además Juan Carlos y Acacia deben estar incómodos. - Victoria los miró con una sonrisa llena de cariño. 

- Esta bien. - Heriberto le besó la nariz y se levantó a gestionar una habitación privada. Su padre la observó interrogante - Heriberto pedirá que nos den una habitación privada, para que descanses. 

"Tu Eres Mi Elección"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora