Capítulo Cuadragésimo Segundo

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Casa de Cristina 

Sentado en el sillón con el ceño fruncido estaba Juan Carlos, Acacia entró sonriendo pero al ver su expresión ella le interrogó. 

- ¿Abuelo? ¿Qué sucede? 

- Acaba de llamar tu madre. 

- ¿Dónde está? 

- No me lo dijo... Pero no va a llegar hoy. - Acacia abrió los ojos con sorpresa. 

- ¿Cómo que no va a llegar?

- Dijo que necesitaba estar sola... Y que llamaría mañana. - Acacia palideció al recordar aquel trágico suceso que puso en peligro la vida de su madre y su tía. 

- ¿La habrán secuestrado otra vez? - Juan Carlos miró a su nieta y se levantó para abrazarla. 

- Todo está bien, lo siento princesa... Ella me aseguró que está bien. Lamento preocuparte... Es solo que ha estado tan triste. 

- Ella está sufriendo sin Dionisio - Juan Carlos apretó los dientes - No quieres que hablemos de él, porque ha hecho sufrir a mamá. Pero creo que ella lo ama... Y por eso sufre. 




Mansión de Dionisio

Bruno entró en la habitación, observó a Cristina sentada al lado de su jefe, sólo observándolo. 

- ¿Cómo está todo? 

- Está delirando... ¿Qué le sucedió? 

- Un médico amigo vino a verlo, después de maldecirme unas diez mil veces, dejó que lo examinara, el medico sugirió hospitalizarlo... Pero el se negó. Tiene una neumonía. - Cristina asintió comprendiendo. 

- Me quedaré esta noche... Quizás pueda hablar con él mañana... Si está mas lúcido. 

- Dispondré de todo para qué tenga lo necesario. 

- Gracias. - Bruno asintió y salió. Cristina sintió a su hijo moverse y sonrió. Hoy había sabido que tendría un niño... Un varón que quizás tendría los ojos de su padre y su carácter indómito. - Vas a ser papá... Será un niño... Sé que dijiste que no te importaba... Pero está sano y estoy deseosa de conocerlo. 

Dionisio convulsionó en una tos bastante fuerte y ella con cuidado le colocó la mano sobre su pecho desnudo, frunció el ceño al sentir su piel hirviendo. Se levantó y entró en el cuarto de baño, mojó una toalla pequeña y comenzó a frotar su cuerpo para bajar su fiebre, bajó el aire acondicionado al verlo temblar y observó una campanilla sobre la mesa. La agitó y a los pocos minutos, una señora se acercó a ella presentándose como parte de la servidumbre. 

- ¿Podría preparar un poco de caldo de pollo?

- Ese hombretón no lo comería... He luchado semanas para que coma algo, pero solo se encierra en esta habitación a tomar esas malditas botellas de alcohol. 

- Deseche todo el alcohol de la casa y por favor traiga un poco de sopa, yo me encargaré del resto. 

- Como usted diga... El señor Bruno nos ordenó seguir sus instrucciones. 

- Gracias. 

Le bajó la fiebre, cambió su ropa y sus sabanas con ayuda de Bruno y Altagracia, la mujer de servicio. Se sentía incomoda con su ropa, y como si le hubiese ordenado, Bruno entró con unas prendas de vestir para ella. 

- Fui a comprar algo, espero sean adecuadas. 

- Gracias Bruno. 

- La señora Altagracia ha preparado la habitación contigua para usted...

"Tu Eres Mi Elección"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora