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— ¡Nos vemos después mamá! —me despido, abriendo la puerta y entrando al bus, que esperaba delante de casa.

— Buenos días. —saluda el conductor. Le saludo con una sonrisa.

Avanzó entre los asientos hasta dar con el que quiero.

El del final.

Es simple, me gusta porque pasó desapercibida, a parte de que puedo ver lo que hacen los demás si me aburro. Corro hacia el final pero el asiento está ocupado por un grupo de chicas. Parecen de todo menos amigables. Un poco decepcionada me siento en el de delante suyo.

— Ts, tia. Mira. —susurra una de ellas— mira la que está delante.

— Vaya pintas lleva.

— Y encima es fea.

— Seguro que debe ser pobre, lleva ropa de unos treinta dólares por prenda. —eso me ofende, se equivocan.

1. Son de quince.
2. No soy pobre.
3. Y me quedan fantásticamente.

Soplo y me levanto del asiento. En todos hay alguien menos en uno, en el que se sienta una abuela. Me acerco, rezando para que me deje sentarme a su lado, no quiero estar de pie.

— Perdone, ¿puedo sentarme? —señaló el asiento a su lado.

— Claro, preciosa. —asiento, aún un poco triste por lo que han dicho esas chicas.

¿Será verdad?

— ¿Porque esa cara tan triste? No me digas que es por un chico porque me cambio de asiento. —me río.

— Mm.. no, no es por eso. ¿Porque se cambiaría de asiento?

— Porque es demasiado drama para mi. Y el drama causa arrugas. —rió, la abuelita sabe como sacarme una sonrisa. —¿entonces que te pasa?

— Unas chicas de atrás. Las he escuchado burlarse de mi.

— ¿Y vas a hacer caso a lo que digan cuatro niñas?

— No se... siempre me a afectado mucho lo que digan de mí.

— No deberías. Eres preciosa y tienes un cuerpo envidiable. Aprovecha, ahora que tienes tus dotes de mujer bien altos.

Sonrío, cuando sea mayor seré una abuelita como ella. Hablaré de tetas a cualquier niña.

El autobús frena, y las puertas se abren. Un par de personas salen. Yo, antes de salir también, le agradezco a la señora, y salgo corriendo antes de que las puertas se vuelvan a cerrar.
Acomodó mi mochila. Hoy seguro es un día bueno. Debe serlo. Es martes. Y los martes toca educación física. No me gusta porque tendré que correr, pero si me gusta porque el tema de esta semana es volleyball. Se me da fatal, si. Pero me lo paso muy bien.
Entro a clase y como siempre todos tienen un alma alegre, gritando y saltando por toda la clase, como niños de cinco años. Llego a mi mesa, y al segundo alguien está delante mío.

— Buenos días Sam. —me saluda Alba, mi mejor amiga.

— Buenos días. —sonrío.

Me gustaría decir que nos sentamos juntas, pero el profesor nos lo tiene prohibido por hablar tanto. Y que le hago, ¿si me aburro?

Las clases empiezan. Se me hacen cortas al principio, pero después parece que el reloj me esté vacilando.
Por fin, suena el ultimo timbre, y empiezo a recoger mis cosas. Lo meto todo en la mochila, que despido de la clase, y salgo. Tengo MUCHA prisa en volver. ¿El motivo?

1. Me pesa demasiado la mochila.
2. Hay pizza para comer.

Camino por la calle principal del pueblo, donde siempre hay gente. Ya sean estudiantes, abuelos, madres o padres con sus hijos...
Pienso en cuantos trozos dividiré la pizza. Y como disfrutare comiendo y...

Me sobresaltó de repente. He chocado con alguien que también parecía estar en las nubes. Se me cae la carpeta al suelo. Agh, perfecto. Me la romperá el chico torpe este.

— Perdón. —dice, mirándome fijamente. Es un chico moreno de ojos color miel. Lleva un gorro y el pelo más despeinado que el mío por las mañanas. Y mira que eso es difícil. Le miro señalando la carpeta, pero no la coge. Soplo, me agacho y la cojo yo.

Este chico no serviría para la típica escena cliché.

Cojo la carpeta y le doy pequeños golpes, para quitarle todo lo sucio que tiene.

— ¿Tu muy caballeroso no eres no? —ladea la cabeza.

— ¿Por que?

— Se supone que cuando le tiras algo a alguien se lo tienes que dar.

— ¡Yo no he tirado nada! Estaba distraído y tú también, así que nos hemos equivocado los dos, chica lista.

— Yo no estaba distraída.

— Lo que sea. ¿Perdón vale? No lo he hecho queriendo. A cambio... eh.....eh..... —empieza a mirar a todos lados, hasta que alza la cabeza abriendo mucho los ojos. Agarra el gorro que lleva puesto y lo pone en mi moño, ahora desecho. —toma, ya esta viejo, te lo regalo. Me tengo que ir, me esperan, ¡adiós! —y sin darme tiempo a responder, tira el skate al suelo y empieza a rodar.

Y yo con el gorro en la mano. ¿Y que hago yo ahora con este gorro?

Primero de todo, esto NO es un fanfic. Hace poco descubrí a estos dos chicos (Max and Harvey) y me puse a mirar sus vídeos. Me gustaron, aunque me hicieron desear tener una gemela, pero ese no es el tema. En un comentario vi que una chica decía, que sería gracioso si luchasen por la misma chica. Entonces mi cerebro (algo que tenía olvidado) empezó a funcionar.

Así que olvidaos de rayita, este no es su sitio.

Segundo, no pretendo hacer una historia muy cliché porque no me gustaría ni a mi misma. Aunque todas las historias que han triunfado en Wattpad tienen un poco de cliché, y eso está bien. Es lo que te engancha a seguir leyendo. Así que no me vengais con que es muy cliché, no tengo ganas de discutir.

Tercero, se que estos chicos están a punto de hacer catorce años, pero hagamos como que ya tienen quince y van hacia los dieciséis, ¿vale? También se ve que son bajitos, pero nosotros nos los imaginaremos más altos.

Cuarto, no tienen porque ser estos gemelos los que os imaginéis, también pueden ser los Dolan Twins, o cualquier otro par de locos. O hasta podéis imaginaros a alguien que os guste mucho y que tuviese un gemelo (raro, lo sé)

Dicho esto, disfrutad de la novela.

DIFERENTES (Completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora