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— Y así, es como se calcula el área de un sector de un octágono, ahora debes calcular el área de toda la figura. —me explica Harvey, que le he pedido que se siente a mi lado en clase.

— No lo entiendo.... ¿puedes repetirlo?

— Claro.... mira. —indica con el lápiz la hoja, paso por paso, y habla lentamente para que lo entienda. —¿lo entiendes ahora?

— Aaaa... —digo en tono de comprensión.— vale.... ya entiendo. Y ahora debes multiplicarlo por los lados que tiene todo el octágono.

— Bueno, los sectores, pero si. Y entonces ya tendríamos.... —deja de hablar, al verse interrumpido por una voz.

— ¿Os habéis enterado de que hay gemelos en este instituto? —dice Iker, el niño popular, y repelente. Píllale en un buen día y hasta tendréis una conversación civilizada. Píllale en un día malo y prepárate para la mala persona en.... persona.

— ¿En serio? —dice mi amigo.

— No nos importa, estamos estudiando, cosa que tú no sabes hacer. —digo, y si, respondo así de mal ya que antes el ha empezado así conmigo. Como habréis notado, soy bastante rencorosa.

El pone los ojos en blanco y se va a otra mesa a contarlo.

— ¿Ya se sabe quién son? —pregunta Harvey, quitándose la gorra, para después peinarse y volver a ponérsela.

— Ni lo sé ni me importa, venga, sigamos.
***

Ando camino a casa. Hoy he salido tarde del instituto, ya que el profesor de tecnología me ha tenido un rato explicándome algo que ni siquiera he entendido.
Las calles están vacías, es horario para los niños pequeños de ir a la escuela, y para chicos de mi edad, es hora de estar en casa comiendo.

Acelero el ritmo, tengo mucha hambre. Apenas he comido algo esta mañana y me he dejado el bocadillo de el patio en casa.

Ajusto mi mochila, he llegado a mi calle. Marcos está en la puerta de la casa de nuestros vecinos. Esta agachado, dejando algo en el porche. Después toca el timbre varias veces y sale corriendo, como un niño pequeño. Lisa, inocente sale de la casa y da un paso hacia delante. Gran error. Cuando intenta volver a mover ese pie, no puede, se ha quedado enganchado en el recipiente lleno de pegamento.

Mi hermano, sin una pizca de piedad empieza a reírse cada vez más fuerte, sin importarle la cara de Lisa. Yo no lo puedo evitar y también sonrío. Ella me ve, ahí quieta sin ayudarla y me hace un gesto de injusticia.
Dejo la mochila en el suelo, dispuesta a ayudarla hasta que dejo de oír la risa de mi hermano.
Me giro hacia ellos, con el ceño fruncido, y veo que Lisa puede andar aunque sea con la bandeja, y está persiguiendo a Marcos. Los dos ríen.
Río yo también, negando con la cabeza.

Cojo la mochila y entro a casa.
Estos dos no tienen remedio.

DIFERENTES (Completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora