Vine a Detroit... bueno es curioso, una vez Detroit me quito algo que amaba y de alguna forma esperaba que me lo devolviera o que me recompensará, pero no así. Jamás pensé que esta cuidad iniciara una guerra contra mí, una guerra que obviamente perd...
Me encontraba sentada en el suelo del baño, abrazando mis rodillas, creo que estaba temblando, intentaba no sollozar mientras lloraba, podía escuchar a Marshall abandonar el departamento y cada paso que daba parecía que retumba en toda la casa. Me puse de pie como pude, siempre había vivido sola pero jamás había visto mi departamento tan solo, quise prender un cigarrillo pero mi cabeza me dolía demasiado, pensé en llamar a Brenda pero no tenia las fuerzas suficiente para caminar hasta el teléfono así que me deje caer sobre la cama, sobre mi fría y enorme cama, de inmediato sentí el pequeño y peludo cuerpo de Malina embarrarse sobre uno de mis costados, era como si quisiera hacerme saber que estaba ahí, frote mis ojos con cansancio solo deseaba poder olvidar todo pero estaba segura que aun y si durmiera, el recuerdo de Marshall no iba a desaparecer de mi mente... Retire mi manos de mis ojos para sentarme sobre la cama, supuse que me había quedado dormida, creir que solo había dado un pequeño pestañon pero parecía que no, la luz entraba por cada rincón de lo que parecía ser mi habitación, y digo parecía porque aunque seguía sobre mi cama, todo a mi alrededor había cambiado, el lugar en el que estaba era completamente blanco y vacío, busque a Malina a mi lado pero ya no estaba, de echo ya no había nada las sabanas de mi cama eran blancas como todo a mi alrededor, realmente no reconocía el lugar, empecé a alarmarme sin embargo no me atrevía a bajar de la cama, Entonces vi a alguien acercarse a mí y aunque al principio me asusto, de inmediato pude reconocer ese tutu y esas delgadas pierdas retorcidas , la imagen más aclamada por mis ojos, estaba acercándose a mí, sabia perfectamente que era ella y cuando por fin la tuve en frente todo mi mundo pareció iluminarse con su sonrisa.
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-... Kyndall-. Ella no dejaba de mirarme y sonreír, intente acercarme pero empezó a caminar y sin dudarlo la seguí.
-Has envejecido-. Me dijo burlona, mi sonrisa se borro cuando note que ella seguía igual, tenia la apariencia de una jovencita de aun 14 años. Eso me aterro!
-Por... porque? porque tu sigues?-. no fui capaz de terminar mi pregunta ella se detuvo y me miro triste.-No me lo digas-. suplique.
-Ignorar lo que nos duele no hace que desaparezca, Danielle-. Seguimos caminando.
-De que hablas?-.
-En la vida tendrás decepciones que te harán abrir los ojos y pensar que debes cerrar el corazón, Ese dolor te arrastrara a ser más prudente, fría e incluso solitaria pero jamás dejes que te haga perder la capacidad de ser feliz Danielle-.
-Como puedo ser feliz sí cada vez que encuentro la felicidad se me es arrebatada, todo lo que amo lo pierdo, como a ti-, no tengo nada en el mundo-. Esta vez ella detuvo nuestro paso, posicionándose frente a mí.
-Eso no es cierto, y aunque así fuera debes aprender que no necesitas nada más en el mundo para ser feliz que a ti misma-. Ella me abrazo, y todas mi partes rotas volvieron unirse, no quería soltarla aunque ella poco a poco me obligo hacerlo.
-Tienes que despertar!! despierta Danielle!! DESPIERTA!!!-. Su voz me aturdía y pude sentir un fuerte dolor recorrer todo mi cuerpo mientras ella desaparecía antes mis ojos.
