Capítulo 40 || Katherine Kavanagh

9.5K 814 68
                                    



Mis ojos están fijos en Ted quien mira con odio a su hermano. Todos estamos en shock, su voz ha sonado con una firmeza que erizó cada vello de mi piel.

—¡Ted! —le llamo la atención, pero no desvía sus ojos azules de Damon.

El color de sus ojos se ha vuelto turbio, oscuro, de un tono que muestra claramente el sentimiento y el nivel de ira que recorre su cuerpo.

—¿Se conocen? —pregunta mi esposa visiblemente nerviosa.

Damon camina hasta situarse junto a mi nena. Besa su cabeza sin importar en lo absoluto que Ted lo fulmina con la mirada.

Algo en todo esto no cuadra. La actitud que tiene es como si la predijera, como si supiera que esa sería su reacción.

Alterno la mirada en ambos realmente preocupado. Nunca había visto a Ted así, mis ojos se conectan indirectamente con los de Taylor quien se ha puesto junto a Ted que aprieta sus puños claramente furioso.

—¡Aléjate de mi mamá, imbécil! —Intenta moverse, pero aparece un gesto de dolor en su rostro.

—¡Ted! —le reprende mi esposa.

No imagine que esto sería tan difícil. Taylor, Álex y Damián le dicen algo, pero él está concentrado en Damon quien le sostiene una mirada firme.

—No me puedo separar de ella, porque también es mi mamá. —Un jadeo de sorpresa aparece en el rostro de mi hijo.

Permanece inmóvil por lo que parecen pocos o muchos minutos, sus ojos están abiertos como plato observando a su madre quien tiene sus ojos cristalinos. Niega lentamente. Sus ojos se posan en mi hurgando la verdad a las palabras de su hermano, y la encuentra porque niega con más vehemencia.

—¡No...! —Su voz es un susurro incrédulo. Me acerco a él y coloco mi mano en su hombro. —Eso no puede ser cierto. —Le da firmeza a sus pies e inmediatamente un grito de dolor se instala en él.

—¡Siéntate! —sentencio con voz fuerte. Parece entenderlo porque con dificultad vuelve a la silla y sostiene con ambas manos su rodilla—. ¿Dónde están las malditas pastillas? —Le gruño a Taylor.

Pone los ojos en blanco provocando que mi humor incremente.

—Dime que no es cierto —musita conectando sus ojos color cielo en mí—. Dime que la persona que más odio no es mi hermano.

Abro los ojos como plato.

—No estoy entendiendo nada, hijo. —Él niega con la cabeza baja.

—Claro que es cierto —murmura por lo bajo—. Fui un idiota. Estaba tan concentrado en el dolor que me producía la repentina aparición de mi madre que no tome en cuenta su apellido. —Levanta la mirada. No está fija en mí, sino en la mujer que está a mi espalda. —Analía Grimmes —gruñe—, Damon Grimmes.

¿Enemigo? ¿Desde cuándo mi hijo tiene enemigos?

—Damon es tu hermano, Ted, y eso no lo puedes cambiar — dice mi esposa con esa voz dulce, pero temblorosa.

Me pongo de pie.

—Claro que no cambiará, mamá —le confirma. Sus ojos se oscurecen al posarlos en Damon. Lo observa largo y minuciosamente—. Phoebe también es nuestra hermana.

Atisbo una advertencia en sus palabras, como si decirlas es de vital importancia en estos momentos.

Paso mi mano por el cabello e indirectamente miro a Taylor quien abre los ojos como platos. Frunzo el ceño sin saber el porqué de su reacción. Taylor tiende a ser muy observador y perspicaz al igual que John, porque ahora estoy seguro que algo sabe.

La Sombra de mi Ángel #1 (Saga Sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora