Capítulo 37 || Visita inesperada

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—Entonces hazlo —musita mi esposa con la voz completamente quebrada.

Él niega reprimiendo un sollozo desgarrador que se apodera de su cuerpo.

Mi esposa sale de mis brazos para ir a los de mi hijo, sin pedir permiso o esperar una respuesta se acerca con decisión y enreda sus brazos a su alrededor.

Trago el nudo que se ha formado en mi garganta al ver esta imagen tan desgarradora, ver a mi hijo y mi esposa de esta manera me supera, es una imagen que jamás imagine ver, su muerte era tan real que me dolía imaginar que algún día estaría con nosotros, que le brindaría el amor que mis hijos anhelaban y no tenían.

—Te extrañe, mamá —musita Ted casi de manera inaudible. Mi esposa deja un triste beso en su cabeza—, no te imaginas cuánto. —Su voz se pierde entre el llanto que ataca su cuerpo. Nunca imaginé que mi hijo sufriera de esta manera, creí fielmente que la falta de la imagen de su madre aminoraría su dolor. —Todas las noches miraba el cielo desde mi habitación y te hablaba, te contaba mis sentimientos, mis metas, mis sueños y mis hazañas. Te preguntaba porque te fuiste, porque Dios no pudo darme tiempo y poder haber pasado un tiempo lo suficientemente grande junto a ti para así no sentirme incompleto. —Mi esposa solloza. La atrae hacia él y la abraza. —Deseaba sentir tu calor, escuchar tu voz o que tus hermosos ojos fuese lo último que viera al dormir. —Lo interrumpe negando.

—Ted... —No la deja continuar.

—No, mamá. —Limpio una lágrima que desciende por mi mejilla. —Ha sido mucho lo que he te extrañado, dieciocho años de vida añore tenerte, que jugaras conmigo, que compartieras mis logros y más que todo vieras que era el joven que ante tus ojos seria perfecto.

Se sienta frente a él. Ambos se miran con dolor, ambos están sufriendo por mi jodido pasado, por ese jodido mundo al que no debí entrar, fui débil, dejé que la muerte de mi madre me afectara llevando mi vida a la destrucción y ahora la de mi familia.

—Intente ser un buen hijo, intente que tu ausencia no me afectara, pero dolía, dolía como no tienes idea. Visitar tu tumba cada año era devastador, mucho más reprimir mis lágrimas para que vieran que era fuerte, que el dolor que se instalaba en mi pecho al no tenerte no estaba, que había superado tu perdida y aceptaba que la vida había sido injusta cuando no era así. —Mi esposa toma su mano. —Odiaba cada segundo que pasaba, odiaba sentir que te necesitaba, que te extrañaba, odia ver que todos eran felices a su manera cuando yo tenía que cargar con el dolor, con la sensación de vacío y tristeza. —Cierro los ojos queriendo borrar cada segundo que sufrió, pero no es así, estoy impotente. —Hice todo por ti, quería pensar que te sentías orgullosa de cada acción... —lo interrumpe rápidamente.

—Lo hago, hijo —su voz es ahogada—, estoy orgullosa de ti.

Él niega.

—No puedes estarlo porque no estuviste ahí —ella solloza asintiendo—. No puedes estar orgullosa de algo que no has visto, no puedes llegar y pretender que olvide todo el dolor que he sufrido por ti, me siento... —intenta buscar palabras, pero no las encuentra. Se siente confundido, atrapado entre su dolor y la realidad, no asimila todo lo que está viviendo—, no sé lo que siento, mamá. —Deja caer el peso de sus lágrimas liberando su cuerpo en un llanto que quiero asumir liberará su alma.

Enreda sus brazos en su madre llorando como nunca lo había visto.

Llevo la mano a mi boca reprimiendo un sollozo, los vellos de mi piel se erizan al medir el dolor que produce el momento, el vació que hay en mi pecho es abismal, ver el dolor que experimenta mi familia me asfixia...

La Sombra de mi Ángel #1 (Saga Sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora