Capítulo 3 || Dolor que ahoga

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La serenidad que expresa mi cuerpo es fingida. Cada segundo que pasa es un pie hacia el que seguramente será mi agonía. El Escala guarda lo que con tanto recelo he conservado pasando por encima de mi propio dolor, haciendo de mi estadía en ese lugar una agonía.

—¿Estás seguro de pasar la noche aquí? —Ha preguntado un millón de veces lo mismo. Necesito sentirme por última vez junto a ella.

Asiento mientras salgo del auto.

—Estaré bien, Taylor. —Lo observo y me mira con tristeza. —Pasa por mí a primera hora. —Asiente a regañadientes.

Tomo el ascensor sintiendo que la vida se me va en este lugar. Cada centímetro me recuerda a ella.

Respiro y puedo sentir su aroma a fresa y menta...


—¿Por qué me miras así? — sus ojos brillan con más intensidad. Sabe perfectamente lo que su presencia despierta en mí.

—Porque te deseo. —El color de sus ojos cambia a un tono oscuro. La tomo entre mis brazos y la recargo en la pared del ascensor. —Te deseo aquí y ahora, nena. —Un gemido escapa de sus labios al sentir mi lengua recorrer su piel suave a la altura de su cuello. Sus manos se encuentran enroscada en mi cuello y sus dedos hacen presión halando mi cabello a la altura de mi nuca.

—Entonces no lo pienses, amor. —Su voz sale entrecortada por su respiración que está igual de dificultosa que la mía. —Hazme tuya una vez más, Christian. —¡Joder! Es su jodida voz la que me pone así de excitado. Toda ella tiene la facilidad de hacer con mi cuerpo lo que ella quiere.

Ataco sus labios con pasión. Aunque parezca una simple follada en el ascensor, es más, junto a ella todos los momentos son más.

Abro de manera brusca su blusa haciendo que los botones de la misma se esparzan por el lugar. Sus manos hábiles hacen su tarea de remover mis prendas. La desesperación es nuestra peor arma, pero cuando el deseo está de por medio me es imposible resistirme a ella.

—¡Joder, nena! —gruño al sentir sus manos arañar mi espalda, y las mías recorrer su sexo—. Estás húmeda. —Un gemido gutural se escapa de sus labios al penetrarla con dos de mis dedos. —Tan apretada y caliente —¡Mierda!

Siento mi miembro palpitar por atención, ya me empieza a incomodar.

Las emociones que despierta en mi cuerpo son deliciosas, pero a la vez abrumadoras. Cada sentido de mi cuerpo está conectado con el suyo. En estos momentos somos uno solo y me asusta esta unión. Me asusta sentir que la necesito como al aire que respiro.

—Por favor, Christian —jadea entre cada palabra.

—Lo sé, nena, lo sé. —Saco sus dedos y los llevo a mi boca saboreando el dulce néctar de su cuerpo. —Eres deliciosa. —Su cuerpo se arquea al sentir la punta de mi miembro rozar su hendidura. Hace aún más presión al enroscar sus piernas en mi cintura. —Te amo, Anastasia —digo antes de apoderarme de sus labios, mientras mi miembro entra con lentitud en su interior...


—Pensar en las muchas veces que hicimos el amor en este ascensor me enciende. Tu cuerpo era único. Cada milímetro de tu piel provocaba que te deseara. Tus caricias quemaban mi cuerpo, tus labios me transportaban a un universo ajeno a todos, un lugar donde solo éramos tu y yo. —Suspiro pesadamente recargando mi cabeza en la pared del ascensor. Así como su recuerdo me encendió se va dando paso al recuerdo de su ausencia. —Deseo sentir nuevamente tu cuerpo. Sentir una leve caricia, o un corto y efímero beso. Es lo único que pide mi deseo aún vivo hacia ti. —El sonido del ascensor me saca de mis pensamientos.

La Sombra de mi Ángel #1 (Saga Sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora