Capítulo 56 || Elena Lincoln.

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Sabía que no se tomaría esto muy bien. 

—Lo es, amor. Vamos a ser padre nuevamente.—Mi voz es suave. 

Quiero apelar a todo el estrés de el día sobre su actitud reacia. 

—¿De verdad? —Sonrío ampliamente al ver cómo sus ojos adquieren un brillo diferente. 

Aunque se mantenga con duda puedo ver esa chispa de emoción en sus ojos. 

—Lo es, nena. —Frunce nuevamente el ceño de esa forma que la hace ver adorable. 

¿Será posible que sus gesto se hayan vuelto tiernos con su embarazo?

—¿Qué dirán mis hijos? —Ahora quien frunce el ceño soy yo. 

¡No lo puedo creer!

Su preocupación radica en la opinión que tengan nuestros hijos. 

Tomo sus manos con ternura. Llevo una de mis manos a su vientre plano con anhelo y emoción. Una emoción que no sentí hace unos minutos, pero que al tenerla frente a mí evapora todos mis miedos. Tenerla junto a mí calma cualquier angustia que sea impuesta por el destino.

—Estoy seguro que estarán felices por tener un nuevo hermano. —Sus hermosos ojos se tornan cristalinos. —Esto es una increíble noticia, nena. Estaré contigo en cada paso al igual que cada miembro de la familia. —Baja su mirada con sus mejillas sonrojadas. 

—Siento miedo. —La atraigo a mis brazos donde le intento transmitir la seguridad que me da saber que tengo otra persona por quien luchar. Un ser pequeño e indefenso a quien no le hará falta lo principal: amor.

—También lo siento, nena, pero es miedo a la felicidad que me brindará. Miedo a sentir que ese pequeño o pequeña me llenará y volverá aún más posesivo de lo que ya soy. —Una pequeña risa hace vibrar su cuerpo.

—Al fin comprendes que eres un obseso del control. —Me uno a su risa porque realmente lo sé.

—Es uno de mis defectos y cualidades —musito cerrando los ojos mientras lleno mi nariz de su olor. Ese olor a fresa y dulce que me ha vuelto un completo imbécil por ella. 

—Me encantan tus defectos y cualidades. —Aprieto mi agarre a la vez que ella se adhiere en mi cintura. 

Ambos permanecemos en ese lapso de silencio y paz que solamente nosotros podemos crear. Nos consolamos en esa burbuja de tranquilidad y amor que nos encierra privando de pensar en nada más que no seamos nosotros dos. 

—¿Crees que mi hija me acepte? —Me separo lentamente de ella hasta conectar nuestros ojos. 

—Estoy seguro que lo hará. Phoebe es una niña sumamente tierna a la cual tu presencia como una desconocida le había sido impuesta. Acepte su cambio de actitud porque entendía el dolor que le causaba ver a una mujer usurpando el lugar de su madre. Siendo su madrastra. —Acaricio su mejilla. —Pero en su corazón solo existe el amor. Phoebe te ama, siempre lo ha hecho. Te lo demostró en ese lugar. Prefería sufrir a verte sufrir como seguramente su subconsciente lo intuyó. —Una pequeña lágrima desciende por su mejilla. 

—Jamás me perdonaría verla de esa manera. Recordar fragmentos de ese lugar me hacen cuestionar mi estado mental. —Conecta sus ojos con los míos. —Ese lugar es el infierno. No entiendo como pude convivir con ese hombre sin saber a lo que se dedicaba. —Suspiro pesadamente. 

—No lo recordabas, nena. Era normal. Llevaban una relación de apariencia que él supo mantener en pie. —Asiente levantando su mirada. 

—Siento miedo de volver al pasado. —Los vellos de mi piel se erizan.

La Sombra de mi Ángel #1 (Saga Sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora