Capítulo 12 || La verdad duele

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El calor de su cuerpo me da la bienvenida.

Su aroma a fresas me embriaga. El deseo vivo y ardiente por ella incrementa como una llama avivada por el hombre.

Mi cuerpo vibra al sentir su aliento golpear mi rostro. Tenerla tan cerca me está costando todo, pero verla repasar mi cuerpo despertó el deseo sexual que por años he guardado.

Como un balde de agua fría me llega a la mente el saber que no me recuerda. Que no está consciente que aquel hombre que miro con deseo es su aún más enamorado esposo. Que ella es la mujer que aún después de haber creído su muerte, rige mi vida.

Sus labios están entre abiertos a la espera de sentir los míos. La sola idea de sentirla provoca un hormigueo delicioso en mi estomago...

—¿Por qué hace esto? —Su voz es baja y respiración agitada.

Su cuerpo pide a gritos un contacto que no le puedo dar. Tocarla de la manera que quiero sería crear una lucha contra sus principios.

—Porque me gustas. —Suelta el aire que estaba reteniendo.

¡Joder!

La deseo con el alma y me está destrozando por dentro saber que su cuerpo y vida en estos momentos le pertenecen a otro. Que los derechos que me corresponden los disfruta el hijo de puta que ahora es su esposo.

—Esto está mal —dice con dificultad. Por más que quiero liberarla no puedo. Su cuerpo desea tanto estar unido como el mío—. Soy una mujer casada.

Cierro los ojos y recargo mi frente con la suya.

—Lo sé, nena. — Mi voz es casi inaudible. —Es por eso que no he podido tocar tus labios —abro mis ojos encontrándome con esos hermosos ojos azules que me miran con intensidad. Con miedo y duda—. Nena, me estoy muriendo por besarte.

Mi mirada viaja a su cuello donde observo como traga saliva con dificultad.

Le afecto igual que ella a mí.

—Tengo que irme. —Puedo ver la lucha que tiene consigo misma.

Suelto el aire que no sabía estaba reteniendo. Me separo lentamente de ella aun sosteniendo su mirada.

—Buenas noches, señorita Steele — digo furioso.

Entro a mi habitación y cierro la puerta de un portazo.

Recargo mi cuerpo en la misma luchando contra el vacío que desarrolla en mi pecho. El estar muerta era aún menos doloroso a saber que todas las noches duerme junto a alguien. Ese infeliz que la besa, posee su cuerpo como muchas noches lo hice yo, que le hizo un hijo y tantas noches le dice te amo.

Una lágrima recorre mi mejilla al recordar las tantas veces que sus labios me dijeron te amo. Los continuos momentos en que solamente una caricia por más leve que fuese expresaba el amor infinito que ambos sentíamos. Las miles de veces que adore su hermoso cuerpo. Que la hice mía en un acto de amor puro. Un amor que ahora quema mi pecho. Me está consumiendo de tristeza el imaginar su cuerpo siendo tocado por otro. Que sus carnosos labios besan con deseo a otro hombre que no tiene derecho alguno sobre ella.

Abro el pequeño bar y me sirvo un trago de Whisky. Omito el hielo y tomo el líquido amarillento de un solo trago. Limpio mis lágrimas con furia. La rabia, impotencia, tristeza y dolor se han adueñado de mi cuerpo. Mi garganta pica mientras el líquido amargo quema las paredes de mi estómago.

Sirvo otro imaginando su cuerpo desnudo, tendido sobre una cama gimiendo el nombre de otro, rogándole que la acaricie, que la haga sentir mujer, gimiendo y llegando al orgasmo.

La Sombra de mi Ángel #1 (Saga Sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora