—No eres buena pasando desapercibida—le dije estando detrás de ella.
—No soy buena en muchas cosas—le dije sin voltearme, reconociendo su voz.
—Pero si metiéndote en problemas—sonreí.
—Eso es cierto—suspiré.
—Pero al menos eres buena en una cosa.
—¿En qué?—me voltee.
—Sorprendiéndome—la mire detenidamente, intentado convencerme de que fuese real y no una ilusión.
Al parecer era una chica peligrosa, ya que intentaba distraerme una y otra vez, sin importar cuánto la ignorase para que eso no ocurriera. Las cosas comenzaban a complicarse, y por alguna extraña razón, no deseaba revertirlas; puesto que al fin comenzaba a sentirme vivo después de tanto tiempo.
—Al menos soy buena en algo—le sonreí.
—Bonito vestido—la miré de pies a cabeza.—Debo reconocer que el rojo te sienta bien —dije siendo honesto.
—Gracias—sonreí tímidamente.—Tú también te ves muy bien.
Nicolas llevaba puesta una camisa blanca de mangas anchas, como las que solían usar los caballeros de la alta sociedad en épocas anteriores a la nuestra. Sobre esta se encontraba usando un chaleco sin mangas de color blanco invierno, el cual se dejaba entrever en medio de la levita de color negro que llevaba sobre este. Esta era bastante entallada y elegante, lo cual le otorgaba un aire distinguido, como si fuese de la realeza. El pantalón que llevaba puesto también era negro, de corte recto. Sus zapatos permanecían perfectamente lustrados. Nicolas parecía un príncipe, de esos que solo existen en los cuentos.
—¿Acaso no deberías llevar un antifaz?—la observé sonriendo.
—Sí, pero digamos que lo extravié—sonreí.
—Eres muy buena extraviando cosas. ¿Lo sabías?
—Sí, ya lo sé—le sonreí.
—¿Y dónde está el tuyo?
—Digamos que también lo extravié—sonreí. —En realidad no soy bueno acatando reglas.
—Lo he notado—sonreí.
Nos quedamos en silencio por unos segundos, mientras que mirábamos a nuestro alrededor intentado distraer la vista. En realidad no sabía que decir para romper aquel silencio que habíamos impuesto, y Nicolás no decía nada.
—Hace siglos que no asistía a una fiesta como esta—comenté mientras que miraba a nuestros compañeros que parecían entusiasmados.
Los encargados se habían esforzado con la decoración para que el evento fuese la gran cosa y los trajes no estaban nada mal, pero la elegancia no es algo que se pueda alquilar y la mayoría de ellos simplemente no la tenía. Las diferencias en este siglo eran espantosas. No tenían gracia ni siquiera para sostener una copa. Pensaba mientras que los miraba. Jessica permanecía a mi lado sin decir una palabra. Ella y Pascale podrían pasar por miembros de la realeza si se les ocurriera, eso si no ponían en evidencia sus malos modales. Ya que tanto la protegida como la guardiana tenían su carácter cuando se molestaban.
—Hace siglos—repetí extrañada.
—Un par exactamente—le sonreí y le ofrecí una copa.
—Gracias—le devolví la sonrisa y acepté la copa.
—Espero que sepas beber con gracia—le dije seriamente.
—Lamento decepcionarte, pero ni siquiera bebo—me encogí de hombros.
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ARCADIA: La Guerra por el Equilibrio
ParanormalTodos tenemos un final distinto, según como hayamos vivido es lo que seremos después de muertos, y no hablo del cielo ni del infierno. Hablo de un lugar neutro en el cual el bien y el mal buscan equilibrarse...un lugar llamado Arcadia.