36. "Desaparición".

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No podía encontrar la puerta, lo cual sólo conseguía ponerme más nerviosa. Todo estaba tan oscuro que apenas conseguía saber dónde estaba, conforme seguía caminando. Laura estaba en peligro, podía sentirlo porque escuchaba su llanto, el cual provenía de alguna habitación distante. Mi desesperación aumentaba conforme transcurrían los minutos y fracasaba al no abrir la puerta correcta. Esto era un laberinto de nunca acabar.

Al abrir la última puerta pude verla, estaba sentada sobre el suelo, apoyando su espalda contra la dura  pared de cemento, casi inconsciente. Laura estaba sufriendo un ataque de asma, lo cual le impedía respirar con normalidad. Mientras que en mis manos se hallaba su salvación, el inhalador que lograría hacerla sentir mejor y le devolvería el aire a sus pulmones. Sin dudarlo me acerqué a ella, poniéndome a su altura, puse el inhalador en su boca y lo presioné dos veces, esperando a que pasaran unos minutos para volver a hacerlo.

—Pronto estarás mucho mejor. Lo prometo—le aseguré, pero entonces Laura apartó su rostro.

—No quiero que me ayudes—su voz se oía cansada.

—Lo siento, pero no dejaré que te ahogues—acerqué el inhalador a su rostro.

—¡Aléjate!—arrojó el inhalador al suelo.

—Laura—la miré impresionada.

—Ambas sabemos que no te interesa mi salud, solo lo haces para quedar bien con Nicolas—comenzó a toser.

—Eso no es cierto. Me importas, no sabes cuanto. Yo... solo quiero lo mejor para ti—recogí el inhalador del suelo y se lo ofrecí.—Acéptalo. Por favor.

—No lo necesito, solo necesitaba el amor de Nicolas, pero tú me lo arrebataste, porque eres una zorra barata—la miró con rabia.

—¿Cómo puedes tratarme de esa forma?—la miré entristecida.

—¿Acaso estoy mintiendo? Esas marcas en tu piel comprueban que eres una cualquiera—observó sus brazos.

—Yo nunca quise lastimarte. Tienes que creerme—le dije apenada.

—Tus falsas disculpas no remediarán nada. Ya es demasiado tarde—se levantó del suelo, haciendo un gran esfuerzo y se dirigió hacía la puerta, para salir de la habitación.

—¡Laura!—salí tras ella, temiendo que se cayera.

Laura parecía estar muy débil y no era bueno que se agitara, solo debía descansar y hacer nuestras diferencias a un lado; al menos hasta que estuviese más tranquila. Al alcanzarla la vi de pie junto a una escalera, estaba sosteniéndose de la barandilla, mientras que tosía en reiteradas ocasiones. Al parecer no se trataba solo del asma, sino que estaba muy enferma.

—Laura ¿estás bien?—me acerqué a ella preocupada.

Laura no me contestó, ni siquiera se apartó, como lo había hecho hace unos segundos; solo siguió tosiendo, sin dejar de sujetarse. Al acercarme noté que lo que tosía era sangre, lo cual me hizo sentir más preocupada. No sabía cómo ayudarla y ella tampoco se dejaba.

—Al fin lograste lo que querías Jessie. Espero que te sientas orgullosa—cayó lentamente al suelo.—Tú me mataste—siguió tosiendo.

—Yo nunca quise esto—me arrodillé junto a ella.—Tienes que creerme—la miré preocupada.

—Me asesinaste, eres la única responsable—murmuró.

—Eso no es cierto—negué con la cabeza mientras que lloraba.

—¡Eres una asesina! —le gritó.

—¡Nooo! —grité.

—Jessica—la observé preocupado.

ARCADIA: La Guerra por el EquilibrioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora